Leo & Cáncer

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Narra Leo

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Narra Leo

Me encuentro caminando hacia la biblioteca. Debo hacer un trabajo para la facultad y en mi casa se cayó el internet, por lo que no me quedó de otra que recurrir a uno de mis lugares preferidos.

Cruzo la calle, después de ver hacia los lados para verificar que ningún automóvil pueda atropellarme, y mientras avanzo, noto que inauguraron una tienda de tatuajes y piercings.

Que desagradable.

No estoy en contra de las personas con perforaciones o tinta en su cuerpo, por el contrario, las encuentro seductoras, pero hay algo que me dice que no debo acercarme a aquellos lugares donde los hacen, o eso solía decirme mi madre.

Al pasar por la tienda, no puedo evitar echarle un vistazo y me encuentro con una vieja amiga, lo que me sorprende bastante porque perdimos todo tipo de contacto después de que ella abandonó sus estudios.

—¿Escorpio? —pregunto y la pelirroja artificial se sobresalta al oír mi voz. Me mira y sonríe mientras yo me adentro en el local para darle un abrazo.

—Mírate, Leo, no cambiaste nada —dice, haciéndome dar una vuelta sobre mi eje para poder verme mejor y sólo río—. ¿No has pensando en cambiar el color de tu cabello?

—No, me gusta tal y como esta —le contesto y seguimos hablando de otros temas hasta que llega un chico, al cual parece que veo como hinoptizada.

No es muy alto, es de tez pálida y viste tonalidades grises, salvo sus zapatillas color rojo sangre. Su cabello castaño ondulado da la apariencia de que le gusta arreglarse.

—Leo, linda, ¿quieres una cubeta para tu saliva? —me susurra Escorpio mientras sonríe y siento el calor invadir mis mejillas.

—Escorpio creí haberte dicho que no podías traer a tus amistades a menos que quieran algo de la tienda —la regaña el castaño y, ¡por favor! Su voz me hace delirar.

—¡Pero, ella sí quiere algo de la tienda! —insinúa mi pelirroja amiga y mis ojos se abren de par en par ante sus palabras.

—¿Ah, sí? Sólo es una niña, mírala ¿no deberías estar estudiando en casa en lugar de estar aquí? Esto no es guardería, nena —se dirige hacia mí y creo que no puedo estar más roja. Él no tiene ningún derecho a hablarme así, pero no puedo articular palabra para defenderme, por lo que mi amiga lo hace por mí.

—Leo ya tiene dieciocho años, edad suficiente para venir aquí sin el permiso de sus padres, Cáncer —lo contradice Escorpio, aunque el tal "Cáncer" no aparta su mirada seria de la mía.

—No me interesa, más si es amiga tuya. No puede volver hasta que quiera hacerse algún tatuaje o perforación —alega, dejando de verme y volteando a ver a Escorpio, parece que no se llevan muy bien entre ellos. Cáncer me dirige una última mirada, desinteresada, y desaparece de mi vista al atravesar unas cortinas oscuras.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora