Sagitario & Cáncer

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Él sólo quería ir al baño

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Él sólo quería ir al baño. No estaba planeado perderse en el azul de un mar profundo. Se ahogaba al admirar las facciones de la persona que estaba bajo él. Parpadeó varias veces, creyendo que así despertaría de un agradable sueño.

Ella estaba a punto de conseguirlo. Pero, no contó con que alguien arruinara sus planes de escape. ¿Acaso él no conocía la dificultad de intentar huir con un largo vestido y tacones? Pues, claro que no. Era más que sabido que no tenía idea de ello.

—Le agradecería mucho si pudiera levantarse —dijo y el joven de cabellos dorados quedó atontado al oír la dulce melodía de su voz—. ¿Y bien, lo hará?

Sus mejillas se tiñeron de un leve tono carmesí, que pasó imperceptible ante los ojos de la hija menor del rey. El muchacho se levantó y le tendió su mano a la joven morena que él mismo había atropellado mientras ella huía, aunque él no podía saber eso.

—No quiero sonar entrometido pero, ¿a dónde se dirigía? —preguntó mientras ayudaba a la muchacha a ponerse en pie. Ella lo examinó con su mirada.

Él era bastante apuesto. Sus hebras doradas caían por su frente en forma de pequeñas ondas, haciendo juego con el tono miel de sus ojos, sin contar el leve brillo que los adornaban. Sus pálidas mejillas aún seguían un poco sonrojadas, lo que le daba un poco de color a su semblante. Vestía un traje azul con detalles bordados en dorado. Sobre el bolsillo de su pecho se podía leer su nombre.

—Sin intenciones de ofender, creo que eso no es de su incumbencia, príncipe Cáncer —murmuró la morena, sosteniendo el peso de la mirada imponente del joven.
—Vaya, usted conoce mi nombre y a mí me gustaría conocer el suyo —dijo, ladeando una sonrisa. Se suponía que él estaba en el castillo para conocer a su futura prometida, no para perder el tiempo, pero ese era su pasatiempo favorito—. Le parece hacer una trato, ¿princesa?

La joven tragó saliva. La habían descubierto y esa no era buena señal. Ella escuchó unos pasos no muy lejanos a ellos. Era su fin, si no hubiese sido porque recordó el pasadizo secreto frente a ellos. Giró la antorcha de la pared y dejo al descubierto la entrada que conducía a la gran biblioteca.

Cáncer sólo la miraba asombrado mezclado con una pizca de confusión, aún más cuando sintió la fría mano de la morena tirarlo hacia el pasadizo hasta cerrar la abertura en la pared. Todo estaba oscuro hasta que ella soltó su mano y aplaudió tres veces, encendiendo un lejano candelabro, que iluminaba el camino.

—¿Por qué estabas intentando huir? Tienes una vida llena de lujos, no lo entiendo —cuestionó el rubio, observando como ella empezaba a caminar por el túnel. Él la seguía a tres pasos de distancia para no estropear el vestido de color vino que ella llevaba.
—Hace muchas preguntas, príncipe —se limitó a contestar la morena—. Como ya le había comentado, no es de su incumbencia.

Cáncer se adelantó hasta quedarse frente a ella, bloqueándole el paso para que no pudiera continuar avanzando. A pesar de que todavía estaban lejos del candelabro, él podía distinguir la mirada azulada de la bella morena que le había robado el aliento hacía apenas unos minutos. Ella poseía una cabellera lisa de color negro como la noche, adornándola con una tiara plateada.

—Sólo quiero saber para ayudarla, princesa —ella lo miró desconfiada, ¿por qué querría ayudarla a escapar?
—No necesito que un príncipe me salve de mi encierro —Cáncer se rió de sus palabras, a lo que ella se cruzó de brazos, ofendida. Él notó su gesto y dejo de reír.
—Me pregunto como será su sonrisa al verse fuera de este gran castillo. Apuesto a que sería hermosa, como tú, ¿no lo crees? —comentó, haciéndose a un lado para que la morena pudiera continuar con su camino, pero eso no sucedió. Ella no pensaba dejarse llevar por la apariencia del muchacho, después de todo, ella intentaba escapar del matrimonio que sus padres habían arreglado con los padres del rubio, sólo para unir los reinos y así seguir en paz, menudo cuento—. Yo podría ayudarte a huir, si es lo que deseas, pero si no quieres mi ayuda, me temo que me veré obligado a decirle al rey que su hija intentó escapar y creo que eso no lo hará feliz, ¿no es cierto?

Sagitario evitó insultarlo, no le serviría de nada, además usar un vocabulario inapropiado iría en contra de sus modales, aunque, pensándolo mejor...

—Voy a ser clara contigo, Cáncer —él rubio no se molestó en ocultar la mueca de asombro ante el reciente trato que ella le estaba dando.
—Bien, ya dejaste de ser cortés para tutearme, ese es un gran avance. Ahora, ¿me dirás tu nombre o también va en contra de tus principios, princesa? —inquirió mientras una sonrisa llena de diversión se hacía presente en su rostro.
—Como sé que no dejarás de molestar, me llamo Sagitario y no necesito de nadie para poder escapar de este lugar —habló lo suficientemente claro para que el príncipe desistiera de intentar ayudarla, siendo que él sólo había arruinado su mejor oportunidad para huir y nunca volver.
—Un nombre digno de una persona como tú —murmuró Cáncer, besando la mano de la morena. Sagitario sintió un leve cosquilleo en su mano, pero lo disimuló, o eso intentó al apartar su mirada del rubio—. ¿Sabes? Ahora que lo recuerdo, vine para conocer a mi futura prometida y déjame contarte un secreto; yo estaba seguro de que ella se querría casar conmigo.
—Bueno, todos nos equivocamos, Cáncer —mencionó, volviendo a mirar los ojos miel del nombrado. El príncipe sabía que la morena tenía razón, sin embargo, él tampoco tenía muchas ilusiones de casarse y menos con una desconocida. Sólo tenían diecisiete años, todavía eran muy jóvenes.
—Sí, a pesar de eso, debo decirte que no esperaba que tú fueras mi "prometida" —y por más que a Sagitario le hubiese gustado que sus palabras no le hayan provocado dolor, lo hicieron.

Siendo la última a la Corona, había una gran fila de pretendientes esperando su aprobación, la cual jamás llegaría si de ella dependiese esa decisión. Ha rechazado a tantos que perdió la cuenta de la última persona que llamó verdaderamente su atención. Pero, ahora estaba Cáncer, quien de una extraña manera, logró chantajearla y sus planes se habían ido a la basura con su presencia.

—Oye, cambia esa cara, no lo decía en malos términos. Esperaba que mi prometida me cayera mal para poder hacer un berrinche o algo que pudiera salvarme de esta situación.
—¿Qué intentas decir? ¿Que te enamoraste de mí por arruinarme el escape? —preguntó la morena con clara irritación, volviendo a encerrarse en sí misma para que su corazón no estuviese expuesto a alguna emoción indebida.
—El amor es algo serio, yo no jugaría con eso —Cáncer tomó con suavidad la barbilla de la morena para que sus ojos se miraran en sincronía. Sagitario quería dejar de sentir la tranquilidad que le provocaba la voz del rubio pero era inevitable no hacerlo—. Lo que intentaba decir es que esperaba a alguien diferente, no a una persona que tuviera el valor de escapar de lo que, según sus padres, es su destino.

Y luego de esas palabras, el túnel se sumió en el silencio de nuevo. Sólo se escuchaban sus coordinadas respiraciones, siendo reguladas por el pensamiento de que ninguno oyera los rápidos latidos del otro. No esperaban enamorarse, al menos no en las condiciones en las que los iban a presentar, pero ellos de alguna manera, cambiaron su destino y con ello, las emociones que estaban planificadas.

El mar, poseedor de fuertes olas saladas, que acechaba a la espera de su próxima víctima, estaba siendo endulzado por la cálida miel, que se abría paso a grandes zancadas. Y cuando menos lo esperaron, ambos se juntaron en un punto donde ya no sabían quiénes eran, pero sí sabían lo que querían ser.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora