Capricornio & Géminis

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Saltando hacia el vagón del subterráneo antes de que las puertas se cierren el de ojos dispares sorprende a quienes viajan

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Saltando hacia el vagón del subterráneo antes de que las puertas se cierren el de ojos dispares sorprende a quienes viajan. Capricornio no hace más que sonreír por haber llegado a tiempo y aferrarse al caño para no volar hasta el otro lado del vagón.

En algún lugar cercano a la estación en la que se tiene que bajar se halla el recién despertado "príncipe de la noche" en una cama con las sábanas revueltas, que a leguas se nota que no le pertenece porque el olor impregnado es el de la persona que se fue sin despertarlo.

Ambos toman la clase de la tarde del profesor cuyo monólogo les dificulta mantenerse despiertos hasta el final del día.  Se cruzan en la entrada del salón bostezando y sus miradas se encuentran por un momento fugaz.

Sin mediar palabra, cada uno se sienta con sus respectivos amigos y no vuelven a mirar al otro hasta entrada la noche cuando se reúnen en la fiesta de año nuevo que su curso está celebrando. Uno frente al otro, con cartas de por medio, esperan el descuido del contrario para hacer el movimiento que les daría la victoria.

— ¡Vamos, es tu turno! ¡Ah, no me digas, ¿acaso tienes miedo de perder?! —La voz melosa del Géminis deleita los oídos de los presentes, haciendo suspirar a unos cuantos, mientras que la expresión del chico con heterocromía ni siquiera se inmuta.

Aún indeciso sobre cuál carta arriesgar, muerde la esquina de su labio inferior, jugando con el chupetín y atrae la mirada penetrante del príncipe, quien parece desesperado por acabar con el juego lo más pronto posible para irse directo al baño y atender a cierto amigo que reclama su atención con urgencia.

— ¡Ahí está! —grita Capricornio al mismo tiempo que una sonrisa ladina cruza su rostro, pues sabe que está haciendo una gran apuesta al arrojar la carta del rey a la pila de cartas sobre la mesa.

La gente a su alrededor enloquece entre aplausos y silbidos, aumentando la creciente tensión sobre los hombros del príncipe y él se toma unos segundos para seleccionar la carta que decidiría el final de la partida.

—El único que puede ganar aquí soy yo —advierte Géminis con soberbia, dejando su carta sobre la mesa y el de ojos dispares siente una profunda decepción, presintiendo lo que le espera cuando regresen más tarde a su departamento.

Tras varias rondas de copas termina la fiesta con sus compañeros y comienza la suya al chocar contra los muebles que no distinguen en la oscuridad. Entre jadeos y besos húmedos llegan a la misma cama de sábanas revueltas y Géminis empuja hacia abajo a Capricornio.

Durante el día nadie podría siquiera afirmar que se conocían, pero si alguien los viera por las noches nadie podría reconocerlos tampoco. Bañados sus cuerpos en sudor, uno pegado al otro, con sus lenguas bailando en la boca contraria.

Apartando la saliva que escurre por el mentón del de ojos dispares, Géminis aprovecha para mordisquear su cuello y clavículas a medida que la cantidad de ropa va disminuyendo. Quedando el cuerpo de Capricornio expuesto, aún puede notar las marcas frescas que le había hecho por la mañana. Besando cada una llega hasta sus rosados pezones que, según él, aclaman a gritos por placer.

— ¡Mmm, ah! —gime el de ojos dispares ante el roce de los dientes de su compañero contra sus pezones y arquea su espalda cuando siente una mano acariciar su trasero sin vacilar.

—Me pregunto por qué estabas siendo tan terco al no querer perder ese juego si la ibas a pasar así de bien —murmura Géminis, volviendo a atacar sus labios hinchados sin dejarle lugar a contestar nada.

La verdad es que el chico con heterocromía tampoco está dispuesto a admitir en voz alta algo tan vergonzoso, a pesar de que lo vuelve loco su  apasionada forma de amar. Es decir, de tan sólo imaginar el escenario le da escalofríos.

Mientras él se halla perdido en sus pensamientos, el príncipe prepara y afloja su entrada para no causarle ninguna lesión y su amigo es cubierto con el látex del preservativo que nunca falta cada vez que hacen el amor.

Capricornio regresa de sus fantasías y un par de lágrimas brotan de sus brillantes ojos cuando siente al intruso dentro de su ser y sus piernas rodean la cintura de Géminis para que la distancia entre ellos no exista. Atrapa entre sus labios los del contrario para concentrarse en otra cosa y por más que lo intenta el miembro de su pareja golpea con fuerza su interior en lugares que le hacen ver las estrellas.

Sus cuerpos encajan a la perfección en los brazos del otro; su gran compatibilidad en la cama es lo que aún mantiene vivo el vínculo que actualmente comparten. La lujuria persiste en la mirada de ambos, las ganas de devorar y ser devorado es lo único que importa cuando se miran.

El príncipe, harto de la misma posición, gira sobre la cama para quedar sentado con las piernas cruzadas y con el de ojos dispares a horcajadas suyo.

— ¿No piensas seguir? —suspira Capricornio y se percata de la respiración agitada de su compañero. Cada tanto se le olvida que es asmático—. ¿Estás cansado?

Con la idea de conseguirle el inhalador intenta bajarse, pero es retenido por Géminis y este lo vuelve a sentar sobre sus piernas, sin hacer nada más. Al parecer, lo que quiere es que él tome la iniciativa, aunque primero necesita estar seguro del estado en el que se encuentra.

El de ojos dispares se acurruca entre los brazos del príncipe y recuesta su cabeza a la altura del corazón para descansar. Los latidos de Géminis siempre tienen el poder de calmar su ansiedad, aún cuando estos son tan rápidos como los suyos.

Alza su dedo y dibuja figuras sin sentido en su pecho, dándole pequeñas corrientes eléctricas que logran erizarle el vello.

Con Capricornio tan relajado, un deseo cruza la mente de Géminis a mil por hora y no se detiene a pensarlo con detalle para no complicar las cosas entre ellos. Su relación no necesita cambiar si ambos se sienten cómodos con cómo están. Aunque... si existiera la más mínima posibilidad de que alguno quisiera arriesgarse y apostar a ir por más, algo dentro de él le decía que con gusto aceptaría intentarlo.

Después de todo, no es más que un deseo que puede hacerse realidad si tan sólo se atrevieran a ser más codiciosos con la persona que aman.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Where stories live. Discover now