Aries & Libra

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En el reino de Kang Moon hace miles de años atrás, dos hermanos jugaban con espadas de cartón mientras el sol caía tras ellos, dándole paso al oscuro manto que teñiría la noche junto a las estrellas

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En el reino de Kang Moon hace miles de años atrás, dos hermanos jugaban con espadas de cartón mientras el sol caía tras ellos, dándole paso al oscuro manto que teñiría la noche junto a las estrellas.

Sus respiraciones estaban agitadas, llevaban un buen tiempo jugando. Hacía calor y lo sentían mucho más debido a que debían llevar largas ropas por ser los respectivos príncipes del reino.

Por un lado estaba la princesa, quien, a pesar de que sabía que su espada era falsa, arremetía contra el cuerpo de su contrincante; el príncipe, su hermano. Él intentaba esquivarla, pero ella era muy ágil. Reconocía que ella sería una gran espadachín cuando pasaran los años. Y no se equivocaba. Pero, por aquel entonces, solamente eran unos niños que compartían la sangre de la familia Real.

La princesa hundió su espada en el pecho del niño y este abrió sus ojos con amplitud mientras llevaba una mano hacia la zona "apuñalada" y abría su boca, causando la sequía de sus finos labios. Continuando con su magnífica actuación, para un niño de siete años, cayó de espalda al suelo, sujetando la espada con ambas manos.

—Me... mataste.

—El trono ahora será mío. ¡Sólo mío! —ella rió a carcajadas, viendo como los párpados del príncipe se cerraban de a poco.

La noche ya se cernía sobre sus cabezas y la única luz que tenían pertenecía a la luna, que tan bella se mostraba en el cielo. Minutos más tarde, un guardia del palacio se acercó a ellos, alumbrándolos con una antorcha. Su madre los mandó a buscar, por lo que no podían desobedecer. El príncipe volvió a la vida y le arrojó la espada a su hermana, quien muy hábilmente la atrapó antes de que cayera al suelo. Los tres caminaron rumbo al palacio y una vez dentro, evitaron ver a su madre para irse directamente a dormir; se habían cansado por estar jugando, ¿qué más podían hacer? Tan sólo eran niños.

Sin embargo, ellos dejaron de ser pequeños para convertirse en dos adultos capaces de tomar las mejores decisiones porque un reino dependía de ellos y no debían defraudar a sus súbditos. Aunque, no todo era paz y armonía.

—¿Quieres ir a la guerra? ¡Estás demente, Aries! —espetó el príncipe y demostró su enfado golpeando la mesa con ambas manos—. Serás coronada reina de Kang Moon en unos meses, ¡¿acaso quieres volverme loco?!

La princesa, calmada y en silencio, observó de soslayo a su hermano y continuó bebiendo su té. Ella no tenía que darle explicaciones, dado a que ella era la mayor entre ambos. Además, no era una decisión que había tomado por su cuenta; era una orden de la reina, de su madre.

—¡Tienes prohibido ir!

—¿Tú... me estás prohibiendo algo? ¿A mí? —Ella rió sonoramente, dejando la taza sobre la mesa que minutos antes había golpeado su hermano, y dejó de reír para levantarse del sofá en el que se encontraba sentada cómodamente antes de ser interrumpida—. No puedes prohibirme nada, Sagitario. Si digo que voy a hacer tal cosa, no dudes de ello porque ni tú ni nadie me lo va a impedir, ¡¿entendido?!

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora