Aries & Cáncer

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Con la presencia de la luna en el cielo, anunció la llegada de la noche en Tokio, donde residía una pelirroja joven japonesa

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Con la presencia de la luna en el cielo, anunció la llegada de la noche en Tokio, donde residía una pelirroja joven japonesa. Ella buscó su notebook y presionó el contacto de su novio para iniciar una videollamada, el día anterior no había podido lograr hablar con él, debido a las distintas zonas horarias, pero ese día no se iría a dormir hasta no verlo.

Él por su parte, recién estaba despertando en su cama, al otro lado del mundo, en Nueva York. Escuchó su móvil sonar con el ya conocido timbre de la videollamada de su amada y a pesar de que apenas había despertado, tanteó la pantalla de su celular y atendió sin ver.

—Buenos días, Ari-Ari —el rubio sonrió, aún no lograba abrir sus ojos por completo pero, después de varios intentos, lo consiguió.

—Buenas noches, Cáncer —pronunció con voz ronca, causando que una sonrisa tierna se asomara en el rostro de la pelirroja—. No veía las horas de verte.

—Pues, sería mejor si te lavaras la cara —bromeó Cáncer y el neoyorquino rio, frotando su ojo derecho con su mano—. Anda, no me moveré de aquí.

Aries le hizo caso porque no era justo que él no pudiera disfrutar de los pocos minutos en los que podían hablar y verse. Mientras tanto, Cáncer se había metido por debajo de sus cobijas; había tenido un día largo y el sueño ya estaba empezando a pasarle factura.

—Odio esto —comentó Aries, recibiendo la mirada confundida de su novia—. Que tengamos que hablar por unos pocos minutos.

—Creéme que a mí me encantaría que estuvieses aquí... conmigo, pero, tú tienes una vida allí y no quiero ser culpable de nada —habló Cáncer, bajando el tono de su voz a medida que pronunciaba las últimas palabras apenas audibles para Aries.

Ellos se habían conocido en Tokio cuando él fue de viaje para participar en una carrera de motos, sólo los mejores veinte participaban y Aries no iba a perder esa gran oportunidad. El día de la carrera, Cáncer faltó a clases para asistir, allí correría su primo y él le había prometido ganar la copa, así que quería verlo en primera fila.

El resultado nadie lo esperó, aunque allí estaban participando los mejores motociclistas, aún así siendo Aries el ganador, el primo de Cáncer, llamado Sagitario, invitó al ganador de la carrera a cenar. En la cena estaban presentes sólo los tres, en uno de los restaurantes más caros de todo Japón, pero después de todo, Sagitario invitaba. Cenaron entre risas y tranquilidad, como si fuesen viejos amigos que hace tiempo no veían. En un determinado momento, Sagitario recibió una llamada y se tuvo que alejar un poco de ellos para contestar, dejando un silencio un tanto incómodo para ambos.

—Así que... ¿eres de Estados Unidos? —preguntó la pelirroja, dejando de comer para mirar a su acompañante y Aries asintió mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.

—Nueva York, sí —el rubio bebió un poco de su bebida, fuese lo que fuese, estaba delicioso. Aries se dio cuenta de que la muchacha parecía querer irse de allí con todas sus fuerzas, por lo que se esmeró en mantener una conversación para hacer las cosas más amenas para ambos—. ¿Cáncer, verdad? —ella asintió, volviendo a mirar sus ojos marrones, los cuales tenían la particularidad de tener su centro de color más claro—. Tienes un bello nombre, Cáncer.

—Tú también, Aries —dijo, sintiendo sus mejillas un poco acaloradas y bajó su mirada hasta sus manos sudorosas para evitar el contacto visual con él. El comentario del rubio la había avergonzado. Los chicos que conocía jamás le habían dicho algo así, como si fuese normal decirlo tan tranquilamente como lo había hecho Aries.

—Te ves linda sonrojada —mencionó Aries y él mismo se sorprendió de haber dicho lo que pensaba, se suponía que sólo quedaría en su mente. Pero lo dicho estaba dicho y no podía hacer nada para evitarlo, tampoco quería hacerlo—. Lo siento.

—No lo lamentes —Cáncer volvió a mirar a Aries y le sonrió, a pesar de que aún siguiera sonrojada. El rubio imitó su gesto, admirando la belleza que irradiaba la japonesa.

Después de aquello, Sagitario volvió junto a ellos y acabaron de cenar, aunque de vez en cuando, ellos se echaban miradas fugaces. Al día siguiente, Aries tenía que volver a su ciudad pero, durante la cena, le había dado su número telefónico a Cáncer para que pudiera agendarlo. No había un solo día en el que ellos no hablaran, ya sea por videollamada o por mensajes, la mayor parte del tiempo era así. Los meses pasaban y el mismo sentimiento crecía en ambos, aquel sentimiento que por más raro que pudiera parecer, no lo habían sentido antes por nadie más. Amor.

—¿Recuerdas cuando te pedí que fueras mi novia? —preguntó Aries, después de varios minutos en los cuales Cáncer se estaba durmiendo, por lo que ella tuvo que hacer un esfuerzo para no quedarse dormida.

—Fuiste hasta Times Square, te paraste en el medio de la masa de gente que siempre se reúne allí y mientras hablábamos por teléfono, gritaste que me amabas —murmuró la pelirroja, sonriendo como boba al ver el rostro sonriente del muchacho.

—Que te amo, porque lo sigo y seguiré haciendo a pesar de la distancia —Aries quisó acariciar el rojizo cabello de su novia, pero olvidó que se estaban viendo por medio de una pantalla, por lo que su mano chocó contra el vidrio del celular.

Ambos soltaron un suspiro frustrado, ninguno tenía los recursos suficientes como para visitar al otro, apenas podían mantenerse con lo justo y necesario.

Cáncer frunció su mueca al ver el rostro del rubio contraído y sus ojos esquivando los de ella. Los dos sabían que su relación sería difícil, pero aceptaron ser pareja virtualmente, diciendo que la distancia no les molestaría, aunque había días en los que verse no los conformaba y querían sentir la piel del otro.

—Algún día, podremos romper la distancia —balbuceó Cáncer, soltando un largo bostezo, cubriendo su boca con la manta. Aries la miró y comprendió que ya era tarde donde vivía su novia, por lo que se limitó a asentir a sus palabras, dispuesto a despedirse para dejarla descansar—, te prometo que romperemos la distancia, Aries.

—Te amo, Cáncer —la nombrada sonrió adormilada y estiró sus labios, mandándole un beso, el cual Aries atrapó con sus manos y se lo llevó a su corazón—. Dulces sueños, preciosa.

—Que tengas un lindo día, Aries —ambos se despidieron moviendo sus manos y al mismo tiempo, cortaron la videollamada, quedando oscuras sus pantallas.

Mientras que Cáncer no tardó en caer dormida, Aries estaba preparado para arrancar un nuevo día.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora