Capítulo 19: Atorado

114K 14.9K 5.4K
                                    

***Lyra***

•—Empezar Música—•

—Bueno... —Duke se sienta frente a mí.

Me siento más desprotegida y sola que nunca. La cabeza me sigue sangrando.

—Por favor... —Estoy realmente cansada.

—Resulta que me hice amigo de Sonnet. Él aprueba nuestra relación, o eso parece. —Una sonrisa siniestra se dibuja en su cara.

—No le hagas nada a él... no a él... —La tristeza se apodera de mí.

—Me cae bien. Es todo lo que un amigo debería tener. Buena persona, ingenuo, de buen corazón... bueno, qué se yo. Solo lo conocí por unos minutos —dice caminando a sus alrededores—. En fin. ¿Te parece si empezamos tu transformación?

—¡No! —rechizo.

—Hm. Cierto, todavía no... Tengo a Quinn pudriéndose arriba. No te muevas... ¿Entendiste el chiste? —mofa.

***Duke***

Llego a la cocina, y me impacta el asqueroso olor a piel y cabello quemado. Es la segunda vez que tendré que partir el cuerpo de alguien, y ya me está resultando cansado. Esta vez será más simple, no hay sangre por todo el lugar. Tengo más bolsas de basura de jardín, Quinn cabe en ellas.

La parto en trozos dentro de las bolsas para no hacer todo un desorden. Tomo descansos conforme avanzo, el olor de su cuerpo no es lo que apesta, no está en un estado de descomposición, pero su cabeza realmente hiede horrible.

Tomo un aromatizante del baño e infesto el lugar. Además, tomo algunas velas con olor y las enciendo, repartiéndolas por toda la casa. Abro las ventanas, pero no las cortinas.

Me doy cuenta de que sus músculos están mucho más tensos que los de mi tío. Ella había estado más tensa antes de morir que él. Me da cierto pesar, pero no fue mi culpa, sino la de mi tío, por haber hecho ese estúpido plan de transformación.

No fue homicidio, no tenía razón para asesinar a una chica, fueron errores de cálculos, fue su desobediencia, fueron varios factores que no estuvieron a su favor... y yo no tengo la culpa de ello. Estaba pensando, partiendo a Quinn, cuando de repente...

Alguien llama a la puerta.

—¡Ya voy! —tartamudeo con el corazón en la garganta.

Casi ni puedo tragar. Agarro todas las bolsas y las meto en una gaveta de la cocina. Me quito los guantes y los lanzo también. Paso al baño, me veo al espejo. No tengo rastros de sangre en el cuerpo... todo está bien.

Abro la puerta.

—¡Buenos días, señora! —digo peinándome.

Es una viejita, supongo que será una vecina de por aquí.

—Hola joven —dice sonriendo—. Venía nada más para ver si todo está bien.

—¿A qué se refiere? —cuestiono, viendo hacia los adentros de la casa, esperando a que no oliera la pestilencia de Quinn.

—Es que, no sé... creo que escuché un grito muy fuerte —elabora.

—Oh. ¡Pero claro! —comento riéndome—. Disculpe, es que estaba viendo una película de terror. Estaba estrenando el súper audio de la sala que compré con mi tío. ¡No le cuente! Prometimos estrenarlo juntos... —susurro de manera cómplice.

—¿Está seguro joven? Se sintió muy real... si pasó algo no dude en que yo puedo ayudar. ¿Dónde se encuentra su tío? —curiosea.

Por alguna razón, a todos los que pasan por la puerta de esta bendita casa les encanta ojear sus interiores... Le doy la misma excusa que a Sonnet.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora