Capítulo 23: Flamante

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—¿Hola? —contestó Aryl a su celular—. ¿Alice? ¿Qué pasa?

—Si quieren lograr lo que quieren, apúrense. Por accidente llamé a alguien —escuché decir a la otra muchacha por el celular, estaba en altavoz.

—Alice... ¡Mierda! —exclamó Aryl. Se veía asustada—. ¡Vamos, más rápido! ¡Ahora!

—Ya voy Aryl, carajo, relájate. —Él presionó el acelerador.

—¿Qué... sucede? —pregunté en confusión.

—No tengo idea, pero esa perra de Alice siempre arruina todo. ¡La odio! —enervó.

Sentía la velocidad en las vacías calles de la ciudad. Veía todos los postes de luz pasar rápidamente, y uno que otro auto, los cuales pasábamos a gran velocidad.

—Oh... —Aryl veía hacia atrás, hacia la calle.

—¿Qué pasa? ¡Dime! —angustió el conductor.

—¡¿Y ese quién demonios es?! —preguntó ella señalando a alguien que estaba justo detrás de nosotros.

Ella movía su mano conforme él iba avanzando, hasta que se posicionó a nuestro lado derecho, justo junto a nosotros. Lo que vi me dejó en estado de shock. Empezaba a sentir mi corazón latir a toda capacidad. Sentía un olor a sangre, de esos olores que me llegaron pocas veces en la vida... de los olores cuando la muerte está cerca, cuando los segundos se hacen años, y cuando todo lo que se haga cuenta.

A nuestro lado derecho estaba un motociclista con un casco totalmente negro, en el que se reflejaba todo lo de sus alrededores. Él manejaba a toda velocidad al igual que nosotros, y cada vez se acercaba más y más.

—¡¿Qué mierda?! —exclamó el conductor.

—¡¿Qué hago?! —gritó Aryl despavorida. Movió a Vincent de su asiento para ella estar en la ventana e intentar pegarle con su barra de metal.

Su idea parecía buena, hasta que el chico del casco sacó una ametralladora pequeña.

—¡Dobla ya! —comandó Aryl. Él empezó a disparar.

Los disparos sonaban durísimo. Chocaban en todo el auto. Me agaché junto a Aryl, quien arrastró a Vincent para que no le pegaran los disparos.

El conductor dobló con todas sus fuerzas, y se metió a un estacionamiento de un restaurante de comida chatarra. El auto estuvo a punto de volcarse, pero no lo hizo. El desconocido y amenazante motociclista bajó la velocidad, doblando junto a nosotros.

Era imposible empezar a manejar de nuevo. Él se encontraba muy cerca de nosotros, y empezaría a disparar de nuevo. Se bajó de su vehículo lentamente, sin quitarse el casco. Caminó sin titubeo alguno.

—Ugh. —Aryl se quejó. Una bala le había rozado gran parte de su espalda, dejando una larga herida en línea horizontal.

El conductor tenía ambas manos alzadas. Sabía que ya no podría hacer nada contra el motociclista.

—¡Tenemos que hacer algo! ¡Es imposible que perdamos así como así! —replicó Aryl.

—No podemos hacer nada. No hagas nada estúpido. —Él la miró. Sus ojos estaban llorosos.

Se acercaba mi momento de actuar. Tenía que ser preciso. El motociclista apuntó su arma al conductor.

—Bájate ya —comandó. Él lo hizo.

Caminó hacia mi puerta. La abrió. Me observó en silencio unos segundos. Dobló su cabeza para ver a Aryl, y luego a Vincent. Me arrastró hasta tirarme del auto. Sacó a Aryl también. Nos seguía apuntando.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Where stories live. Discover now