Capítulo 22: Intenso Secuestro

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Intentaba abrir los ojos y mantenerlos en un lugar fijo, peor intenso mareo causado por esa terrible sustancia me mantenía atontado. Sentía mi espalda en el suelo. Aryl me estaba arrastrando por unos oscuros pasillos, soltando una que otra risa eufórica.

Detrás de ella caminaba el joven que me había encontrado la primera vez, el que nos había llevado a la habitación transparente. Él estaba arrastrando un cuerpo también. ¡Era el de Vincent! Mi compañero estaba inconsciente.

Mi cabeza todavía dolía gracias al golpe proporcionado con el objeto de metal, y ahora estaba chocando contra las irregularidades del suelo.

—Está pesado... —se quejó Aryl.

—¡Hey, hey! —. Gritó él. Me pateó la cara. —Déjate llevar. ¿Sí? Será divertido.

—¡Ayuda! —Empecé a gritar. Mi nariz ahora estaba sangrando también.

Escuché abrirse unas puertas de metal. Me siguió arrastrando hasta que sentí un cambio brusco en el suelo. Ahora nos encontrábamos en un tipo de parqueo, al exterior del edificio. Había muchísimo frío. Tenía la vista muy nublada. Las luces de los postes se veían borrosas, al igual que mis dos nuevos enemigos.

—¿Quién trae el auto? —preguntó él.

—Tú. —Aryl tomó su arma metálica—. Yo puedo con ambos.

Era una barra de metal. No le podía ver bien la forma. El parqueo estaba completamente vacío. Al parecer, era uno distinto y especial VIP para aquellos que disfrutaran de la habitación transparente.

Ella me soltó la pierna. Estaba parada ahí, quieta, observándonos. Tenía mi pistola todavía en la cintura. Ellos no la habían visto. Sin embargo, no la podía usar en esas condiciones, o ellos la obtendrían y serían capaces de asesinarnos con ella.

No quería preguntar los motivos de sus acciones, era obvio lo que estaban haciendo y queriendo conseguir. No quería saber nada más de lo que sucedía. Simplemente quería largarme de ahí lo más pronto posible, con mi compañero Vincent, a salvo.

Detrás de nosotros se abrieron de nuevo las puertas metálicas del club. El señor elegante estaba arrastrando del cabello a aquella chica de ojos verdes. Ella peleaba con todas sus fuerzas contra él.

—¡Déjame! ¡No te metas conmigo! —exclamaba con todas sus fuerzas.

Se rehusaba a seguir sus órdenes. Lo pateó en los testículos, se intentó levantar muy mareada, y empezó a correr a como pudo. Él sacó de su bolsillo un arma negra, y le disparó un dardo en el cuello. Ella cayó rendida en unos segundos.

—Vamos, Stephine. —Él levantó el cuerpo de la muchacha rápidamente.

La metió en un auto lujoso, y se fueron en segundos. Me sentía inservible. Estaba en una misión encubierta para descubrir justo lo que pasaba, y estaban secuestrando a gente a mis narices. Tenía que accionar de manera rápida, si no quería terminar igual que Stephine.

—¿Cuánto te están pagando para esto? —demandé con los nervios de punta, con ganas de vomitar, y la presión del mundo entero en mis hombros.

—¿A mí? Nada, todavía... —dijo, pateando una piedrilla del parqueo.

—Te pagaré mucho si nos dejas ir. Nadie tiene que saber nada. —Mis habilidades de convencer a alguien estaban muy distantes, por las sustancias que rondaban mi cuerpo.

Ella se agachó. Estaba de cuclillas.

—El problema es que sí quiero hacer esto... no me gusta el dinero fácil. —Levantó las cejas.

El automóvil del joven se acercó a nosotros.

—¿Lista? —preguntó. Caminó hacia ella y la besó.

—Eso mismo te pregunto a ti. —Aryl caminó hacia Vincent. Lo empezó a arrastrar hacia el auto.

De inmediato intenté levantarme, pero caí de lado. Me costaba mucho mantener el equilibrio.

—No quieres estar sufriendo. ¿O sí? —curioseó molesta—. Ven.

—Ya está este —avisó su aliado, habiendo metido a Vincent en el auto.

Apenas dijo esto, Vincent despertó y empezó a pelear contra él.

Aryl corrió con la barra metálica. Vincent la pateó con todas sus fuerzas en el estómago, haciendo que ella cayera al piso, sin aire. Él intentó salir del auto, hasta que el muchacho recogió la barra, pegándole a Vincent en la cabeza, haciendo que quedara inconsciente de nuevo. Le ayudó a su compañera a levantarse, y lo metieron de nuevo.

Acto seguido forcejearon conmigo, para meterme junto a Vincent. Nos pusieron de inmediato esposas policíacas de plástico blancas. No podía moverme bien, y me costaba incluso parpadear. La puerta se cerró. Estaba en el asiento de atrás a la izquierda. Vincent en el de la derecha, y Aryl en el centro, entre ambos. Sentí el motor del auto encenderse.

—Vamos a dar un paseo —susurró Aryl a mi oído.

Manejábamos por las calles de la Ciudad Onírica a gran velocidad. A pesar de haber manejado por todas las calles existentes, no lograba ubicarme. Mi corazón estaba agitado y sentía una jaqueca punzante, exponencial; pero no me iría a rendir tan fácilmente. La pistola era accesible, a pesar de tener las esposas puestas.

Solo tenía que esperar al momento perfecto. Empezaría a asfixiar a Aryl, y cuando él abriera la puerta para salvarla, la soltaría, tomaría mi arma, y les dispararía. El plan formulado en mi cabeza estaba no tan difícil de concretar. Lo que no tenía en cuenta, era lo que sucedería a continuación.

Pequeñas partículas de caos juntas pueden ser capaces de crear catástrofes. Pequeñas catástrofes juntas empezarían a causar una cadena irrompible de sufrimiento...

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El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora