Capítulo 55: Línea de moral y ética

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***Duke***

—Ya estoy afuera —anuncio. Su centro de atención está en la entrada del centro comercial.

—Pasa —pronuncia. Veo como abre la puerta y aparece frente a mí. Termino la llamada y guardo el celular.

Saco la pistola.

—Bueno, ya me puede dar lo que busco —concluyo.

—Sí. Déjame prepararlo. Por favor... no me mates... por favor —suplica.

—Que no, señor, nadie hará nada de eso. Apúrese —comando agitado.

Él saca el medicamento y unas inyecciones para poner el líquido en ellas. Me da varias agujas. También me da alcohol para no infectar cuando vaya a punzar. Él es un hombre canoso, alto, con una sonrisa grande... sin embargo, ahora está sudando mucho y tiene una expresión de terrible angustia.

—Toma —dice dándome todo con sus manos temblando—. Vete ya, por favor... he cumplido mi parte.

—Muchas gracias —digo, tomando todo—. No era tan complicado. ¿Cierto? No le hice daño, ni nada... así que, por favor, no llame a la policía, o algo así. A su familia no le gustaría eso... y desde la cárcel, si es que me capturan, podría hacer una llamada a mis amigos. Hay varios de ellos a los que les encanta ensuciarse las manos.

—No haré nada... por favor. —Él no me mira a los ojos, está encorvado, indefenso.

—Perfecto. —Salgo del lugar y camino a paso seguro.

***Lyra***

Para el siguiente movimiento necesitaré todas las fuerzas restantes en mis brazos y piernas, aparte de las de voluntad y esperanza. Es el paso final.

Tengo una parte de la cuerda en cada mano. Ahora tengo que empujar con mis pies lo más fuerte que pueda, alejándome de la baranda para caer de espaldas. Luego tendré que usar la cuerda para levantarme de nuevo y repetir el proceso, hasta que la silla esté lo suficientemente dañada para poder escapar.

Empujo con todas mis fuerzas. La silla cae y me lastimo mucho la espalda. Quedo viendo hacia el techo, el cual tiene terribles manchas de humedad. Una salvaje jaqueca me abate la cabeza. Mi nuca está en estados pésimos gracias a mi mala posición al dormir...

Jalo tan fuerte como puedo, pero la silla chica contra la baranda en lugar de levantarse a como esperaba. Respiro hondo, tengo las manos tensas, no puedo soltar las cuerdas... no ahora.

Empiezo a jalar de nuevo. Esta vez la silla se está levantando poco a poco, inclinándose con el borde de la baranda. De repente, las cuerdas se me resbalan y caigo de nuevo. No le he hecho ni un rasguño a la silla... hago lo mismo con más fuerza y logro erguirme.

Llego a la posición inicial. Ahora he medido la fuerza que necesito para levantarme, y sé que necesitaré más para caer. Tomo un profundo respiro. Mis manos están temblando, están muy tensas y tengo miedo. Cierro los ojos. Me impuso con más fuerza que la vez pasada y la silla cae. Siento una diminuta mejora en las cuerdas, lo que significa que tengo un centímetro más de ventaja para sostener las cuerdas. Esto me motiva de inmediato.

Jalo de nuevo, mis brazos duelen mucho... No tengo fuerzas para seguir, pero necesito tenerlas. Las tengo que encontrar de algún modo... ¡No puedo detenerme, no ahora!

Estoy arriba de nuevo. Ahora puedo empujar con un poco más de fuerza. Es el último impulso que tendré que efectuar para que la cuerda se afloje lo suficiente para usar mis pies y manos.

Empujo con más fuerza que todas las veces anteriores y caigo a toda velocidad. Mi nunca intenta sostener la cabeza ante el impacto contra el suelo, pero falla. Un golpe en seco en el piso de cemento me deja escuchando un pitido... y todo se empieza a poner negro...

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Where stories live. Discover now