Capítulo 75: Todo listo

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Despierto, llenando de oxígeno mis pulmones, de un gran jalón. Lo único que puedo ver es el color rojo, y a Duke, quien está tocando las paredes del diminuto cuarto en el que nos encontramos. Son cuatro paredes de un color rojo muy profundo.

—Al fin despiertas —comenta, pero no me vuelve a ver. Sigue intentando encontrar la salida. Hay algunos adornos de color dorado colgando en la pared.

Me encuentro en el mismo lugar de Duke, y esta vez no tengo nada que me detenga. Me lanzo encima de él y lo empiezo a golpear, pero él me devuelve el golpe y me lanza al suelo, lastimándome aún más.

—Cálmate. —Está obstinado—. No sé cómo salir de aquí... ayúdame.

—¡No te voy a ayudar jamás! —grito, histérica—. Me hiciste cientos de atrocidades, y me las pagarás. ¡Lo juro!

—Jura lo que quieras, pero no lograrás nada si no salimos de aquí. He estado despierto desde hace una hora, y no sé en dónde nos encontramos. —Él sigue intentando tocar los extraños y confusos adornos.

—Estamos en una mansión... —aseguro, recordando lentamente.

—¿En la mansión de quién? —cuestiona.

Se abre una puerta que estaba perfectamente camuflada entre las paredes. Entra un guardia de traje entero. Tiene una pistola en la mano y nos apunta directo.

—¡Tranquilo! —grita Duke.

—Harán exactamente lo que les diga —comanda—. Vengan.

Caminamos hacia él. Me duele todo el cuerpo y tengo mucho miedo. Nada de los alrededores se siente bien. Es el lugar más tétrico en el que he estado en la vida, incluyendo a los sótanos en los que he estado atrapada.

Estamos en un pasillo negro en su totalidad, con algunas luces blancas en el techo, cada ciertos metros. El sentimiento más extraño de todos es estar junto a Duke, en la misma situación. Él observa cada detalle. Va analizando todo, y vamos en silencio... un silencio punzante.

—Pasen —habla el guardia.

Entramos a otro lugar. Es un pasillo más ancho que el anterior, y en este se encuentran un tipo de habitaciones. Puedo escuchar gritos proviniendo de ellas... gritos horribles, sonidos tétricos que me recuerdan a los de Quinn. Es como si estuvieran torturando gente, es imposible conceptualizar la idea de que un lugar como este exista... y sé, muy en el fondo, que si el infierno existiera... sería algo así. De inmediato siento un veneno en el corazón. Me estoy desmayando, pero tengo que mantener la calma.

—Aquí está su habitación —avisa—. Pasen.

Abre la puerta. Es una habitación roja, como la otra, pero tiene una silla negra, e instrumentos en una mesa metálica. También se encuentra la bolsa blanca de Duke, con los mismos materiales. Él me empuja, para que entremos.

Hago fuerzas para evitarlo, intento todo lo que puedo. Mis gritos se unen al coro de clamores, de agonías incesantes que me rodean. ¡No es posible! El hombre saca una inyección. Me la clava en el cuello. Lanzo un grito ahogado, durmiéndome en segundos.

***Duke***

Él la duerme. La pone en la silla.

—El desfile comienza en una hora —anuncia—. Tienes que estar listo. Si le haces daño a algún modelo o representante que no sea el tuyo, la penalización es la muerte.

—Sí... —acepto con nervios, mientras escucho los lamentos y gritos desgarradores, que poco a poco van cesando.

Él cierra la puerta detrás de mí, y quedo solo, con Lyra y mis instrumentos. Es muy tarde para todo... tengo que coserle la boca antes de que despierte. No tengo tiempo, tomo la bolsa. No tengo nada más qué hacer. Aunque me sienta inseguro de todo esto, lo único que puedo hacer es continuar.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora