Capítulo 45: Fúnebre

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En la calle observé la ambulancia llevándose a Serina, desapareciendo entre la oscuridad de las tinieblas de la ciudad. Me quedé viendo hacia el vacío, pensando... intentando comprender qué era lo que había sucedido.

Alguien me tocó el hombro.

—Steiner. —Era Robert.

Él acababa de llegar a la escena junto al equipo forense. Ya habían bloqueado la calle y puesto las tiras amarillas, para que nadie alterara la escena del crimen. Las radios sonaban a los alrededores y el equipo estaba siendo eficiente de nuevo, mientras el conflicto del que me habían hablado estaba siendo controlado.

—Buenas noches. —Me sentía sucio en mi interior al haber visto semejante atrocidad.

—¿Qué se sabe hasta el momento? —preguntó, sacando sus notas.

—Serina es la principal sospechosa hasta el momento —informé—. La madre ha sido contactada y vendrá pronto a interrogación. Se encontraba en un viaje de trabajo cuando pasaron los eventos. Serina no ha hecho referencia alguna a ella en todo este tiempo.

—¿Ya apareció el novio de la chica? —cuestionó, repasando los datos.

—No —contesté.

—Él también es sospechoso. Todos pudieron haber sido parte de esto. Además, es una posibilidad que Serina haya ayudado al secuestro de Lyra. Ahora sabemos cómo es ella realmente... —Hizo referencia—. Mandé a pedir estudios sobre su condición psiquiátrica, tendrán que analizar la situación los investigadores correspondientes.

—No creo que haya una conexión directa entre Serina y Duke —intuí—. Pero, gracias por la observación.

—No se sabe qué alianzas se ocultan entre las sombras, Steiner —aseguró—. De todos modos, gracias por tu trabajo. Con la experiencia que tenemos gracias al Asesino Astral, este caso no será tan complicado. Puede que por el momento sea difícil y confuso, pero eventualmente y con las pruebas y estudios respectivos se podrá avanzar. Llegaremos al fondo de esto, y sabremos en dónde están Quinn, Lyra y Vincent.

—Me retiraré ahora —anuncié, caminando hacia mi auto.

—Nos vemos. —Él se dirigió a hablar con varios forenses.

Entré al auto. Llamé varias veces a Sonnet. No hubo respuesta. Conduje a su casa.

Había un auto de policía en el lugar, su madre estaba hablando con dos compañeros. Estaba llorando desesperada.

—¡Steiner! —exclamó, corriendo hacia mí—. ¿Dónde está Sonnet? ¡¿Dónde está mi hijo?!

—No lo hemos localizado todavía —confesé.

—¿Es cierto lo que dicen? ¿Sobre Serina? —preguntó con desesperanza—. ¡Ella es incapaz de hacerle algo malo a alguien!

—No podemos decir si fue ella o no todavía, se tiene que hacer todo un proceso para ello —expliqué—. Me voy a retirar, tengo que buscar a Sonnet ahora.

—Por favor, encuéntrelo, agente... —suplicó—. Él es mi vida, es lo único que me queda... es por él quien he trabajado tanto y salido adelante.

—Haré todo lo que esté a mi alcance —aseguré.

Me metí al auto, en silencio, con las manos al volante. Me sentía más impotente que nunca. Vincent, Quinn y Lyra habían desaparecido, y ahora Serina había supuestamente atacado a su padre, mientras Sonnet se había esfumado.

Ya no tenía más información útil, ya no aparecía la página del desfile macabro, ya no podía seguir investigando sobre los Oníricos o Desvaríos hasta que lograran procesar a los delincuentes atrapados. Estaba en un callejón sin salida.

Me fui a casa esa noche. Otra noche más sin dormir más de una hora y media aproximadamente. La soledad me abatía, y la presión en el pecho crecía con el pasar de cada segundo. Siempre había enfocado mis fuerzas en los casos del día a día para evitar el hoyo negro, siempre estaba con Vincent para cuidarnos las espaldas de los demonios del pasado...

Al día siguiente sería el funeral del padre de Serina, me mandaron un anuncio horas después de haber sido procesado por los forenses. ¿Por qué el proceso había sido tan rápido? A Serina se le permitiría ir al funeral por su condición psiquiátrica, y porque el juicio todavía no había sido ejecutado.

Llegué al funeral en la mañana. Estaba vestido con mi traje negro más fijo de todos. Me había arreglado el cabello y estaba bien presentado. Había aproximadamente cuarenta personas presentes, todos alrededor del ataúd.

•—Empezar Música—•

Serina estaba esposada en las manos en frente, con un papel arrugado en ellas. Estaba vestida con un traje celeste de prisión, de los que le prestaban a los sospechosos temporales en custodia de la estación de policía.

La madre de Serina se encontraba muy lejos de ella, al otro extremo. Se podía ver el odio con el que observaba a su hija después de lo sucedido. La ceremonia había empezado, y el ataúd estaba cerrado, por obvias razones.

Observaba a todos los posibles sospechosos, para intentar encontrar alguna conexión entre lo sucedido y algún evento del futuro cercano. Tenía que saber todo lo que pasaba a mis alrededores si quería avanzar en algún caso de los pendientes.

El organizador del funeral dijo unas palabras sobre la vida y la muerte. Luego preguntó si alguien tenía algunas palabras para despedir al difunto.

—Yo... —dijo Serina levantando su mirada. Estaba peinada con una cola de caballo y su mirada estaba siendo consumida por la profunda tristeza que dejaba notar. Estaba viendo hacia el suelo.

—No sé si sea apropiado... —respondió el señor. El policía que la estaba sosteniendo no iría a dejar que nada sucediera, que no se saliera de control.

—No. No lo es. —La madre de Serina la señaló con rencor—. Mi hija... mi hija ha muerto junto a mi esposo. Esa a quienes ustedes ven ahí... no es nadie para mí.

—¡Madre! —exclamó Serina, con lágrimas en los ojos—. ¡Yo amé a mi padre, y te sigo amando a ti también!

—¡No puedo más! ¡Llévensela, ahora! —comandó la madre de Serina. Todos los familiares veían la escena consternados, los susurros se hacían presentes. Empezaron a comentar lo que veían.

—Esta es la historia de una chica llamada Serina... —La chica dijo, llorando, y siendo movida por el oficial.

—¡Cállate! —gritó su madre. Corrió hacia ella para golpearla—. ¡Me arrebataste a mi esposo! ¡Nunca te lo perdonaré!

Me acerqué para alejarlas. Era suficiente. Serina, entre su llanto, me dio la hoja de papel arrugada. La metieron en el auto de policía para ser llevada a la estación mientras el proceso avanzaba y el juicio de ejecutaba.

El auto se movió. Ella me veía... era la primera vez que no podía leer las expresiones de alguien, o entender sus razones de actuar. ¿Había sido por su locura interna? ¿Por venganza hacia su padre? ¿Cuál era la razón? Tantas pruebas empezaban a señalar a Serina, que cada pista sería clave para el destino.

La madre de Serina no paró de llorar en todo el resto de la ceremonia, y las personas guardaron silencio hasta el final. Empezó a llover. El cuerpo ya había sido enterrado. Le di mis condolencias a la madre de Serina, quien no dijo nada. Caminé hacia mi auto conforme las gordas gotas de lluvia caían en mi ropa. El frío empezaba a consumir todo de nuevo, y los colores grises y azulados tomaban el control de la atmósfera.

Me senté, tomé la hoja, y la leí.

Steiner se encontraba en un terrible juego, en el que encontraba pistas y avanzaba, pero luego eran arrebatadas, retorcidas, y transformadas en nuevas desilusiones.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora