Capítulo 37: No ordinario

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***Aryl***

•—Empezar Música—•

Regreso de una pequeña fiesta en un bar de la ciudad. Entro a mi casa a escondidas, para que mis padres no se enteren de nada. Me veo al espejo... y no me veo bien sin mi peluca; no soy yo sin ella. Me siento incompleta. La luz tenue de la lámpara en el escritorio ilumina la mitad de mi cara, y el poco alcohol que consumí todavía tiene ciertos efectos juguetones, pero quiero más.

Camino hacia el closet, y la saco. Mi hermosa peluca negra. También saco mi ropa nocturna, y me pongo hermosa. Se siente tan bien tener la piel al aire libre, es un efecto que me hace sentir libertad, y la satisfacción será incrementada con cada toque en el porvenir. De eso no hay duda. La ropa es negra, pantis negros con estampados eróticos, una falda corta y una blusa de tirantes. Es todo lo que necesitaré esta madrugada.

Me pongo la peluca, y miro al espejo de nuevo. Me veo un poco más completa, pero falta mi maquillaje. Me pinto los labios suavemente, y me pongo la sombra de ojos. Sonrío ante mi reflejo. Aquella sensual sombra está siendo completada por las ambigüedades de otra noche vacía en la Ciudad Onírica, en donde los sueños que una vez tuve se rompieron, y nacieron en caminos torcidos, distintos, y más disfrutables. Sonrío a mí misma, ante mi propia creación azarosa.

Me lamo los labios. Los muerdo, y toco al reflejo en el espejo. Mis curvas no son muy voluptuosas que digamos, pero mi sed de vivir, del disfrute máximo, del juguetear al borde del orgasmo... es tan grande, que lo físico, aunque a veces está en el primer plano, ha sido algo que he aprendido a dejar ir, a lo largo del tiempo, y mientras la noche me acaricia con sus interminables y bondadosas mentiras. Me he empezado a tocar, mientras imagino miles de posibles escenarios de lo que pasará esta noche.

Mi celular ha empezado a sonar. Me levanto rápidamente a contestar, para no despertar a nadie con el ruido.

—¿Hola? —contesto. No es normal que alguien además de Dereck me llame a estas horas.

—¿Aryl? —consulta una chica.

—¿Sí? —me siento en la cama, me ha bajado la calentura, y espero que sea para algo bueno.

—Buenas noches, me llamo Alice —habla.

—¡Hola, Alice! —saludo—. ¿Recibiste mis correos?

—Em... sí. Recibí los cinco. Para eso te llamaba —aclara.

—¿Ajá? —Muestro interés.

—Esto no es un juego, Aryl —dice con cautela—. Creo que tienes una gran oportunidad de llegar lejos, se nota en tu actitud.

—Claro que tengo la actitud. —Estoy orgullosa—. Ya tengo todas las reglas claras, y estoy buscando a mi modelo.

—Veo que te mueves rápido, entonces —concluye Alice en un tono de celos.

—Espero que consigas el dinero pronto, y que tengas cuidado, Aryl... —Termina la llamada.

Me río en voz baja. Qué estúpida esa tipa. Piensa que me podrá intimidar con sus misteriosas llamadas, y el tonito que usa al dirigirse hacia mí. Le marco a Dereck, acomodándome entre las almohadas.

—Hola. ¿Qué pasa? —pregunta, casual.

—Dereck, ¿ya vienes por mí? —cuestiono, alzando las piernas—. Ya es hora de ir a buscar algo.

—Espera un momento... acabamos de vernos. ¿Ya quieres salir de nuevo? —Actúa arrogante. Odio que me lleve la contraria.

—Alice me llamó. ¡Sí podremos estar en el desfile macabro! —explico, feliz.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora