Cuando William Crown entromete en su vida a Olivia Cumberbatch, sus ideas van más allá de un simple coqueteo dulce, sino, que necesita de su ayuda para poder obtener aquello que por derecho posee desde nacimiento: la corona.
De esa forma, Olly no so...
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Jadeó en búsqueda de aire. El sudor escurrió por su frente mientras sus manos se aferraron a su arma. Escuchó los pasos cerca y tras asentirle a su compañera, ambas salieron y dispararon, acabando con aquellos que deseaban atacarlas.
Corrieron y se ocultaron detrás de los contenedores que allí había. Se apegaron al frio metal y asomaron sus cabezas un poco para detectar a los contrincantes en la lejanía; se asintieron la una a la otra y juntas, avanzaron por las estructuras de madera hasta llegar al rustico granero donde la base enemiga operaba.
Audrey se quedó en la puerta vigilando, mientras que la mujer ingresó al interior, hallando diferentes fotografías de su equipo y datos sobre cada uno de ellos regados por la mesa de madera. No había nada que le pudiese decir donde habrían escondido su tesoro.
Un silbido la hizo ponerse alerta. Sostuvo entre sus brazos el arma y corrió al exterior junto a Audrey, antes de escuchar los disparos a sus espaldas.
Corrieron con velocidad, con el sudor aun escurriendo. Evitaron cada una de las balas y cuando consiguieron ocultarse tras un panel de metal, dispararon con precisión, acabando a aquellas personas que las perseguían.
—allá esta —señaló su compañera, apuntando hacia la lejanía. Por allí era campo abierto y corría el riesgo a que la capturaran.
— ¿cuidarás mi espalda? —Cuestionó con seriedad, con el pecho inflándose de arriba abajo en búsqueda de aire. Audrey sonrió.
—Siempre —farfulló.
Ambas corrieron por el gran campo cuidando que aquellos que las vieran cayeran. En más de una ocasión, tuvieron que lanzarse al suelo para poder escabullirse de las balas e incluso ingresaron a los estanques de lodo a pesar de que estos las retardaban.
— ¡Corre! —Animó Audrey, disparando hacia esos que las perseguían. Ella le tendió su arma, antes de echarse a correr hasta aquel punto que les daría la victoria.
Por supuesto, alguien debía de vigilar y cuidar, así que no se le hizo de extrañar ver a la corpulenta mujer ir hacia ella. Sonrió, tratando de esquivarla y con la agilidad que su cuerpo poseía, se escurrió entre las manos de su contrincante; tomó su brazo e hizo una llave antes de golpearle tras la rodilla, haciéndola caer y gemir adolorida.
Pateó su espalda con rudeza, haciéndola caer de bruces al suelo y con ese pequeño tiempo a su favor, consiguió tomar la bandera.
La agitó en el aire con alevosía, escuchando los aplausos y los gritos de sus compañeras. Ayudó a Bonnie a ponerse de pie; esta la felicito por su buen trabajo antes de sacudirse la tierra entre las ropas.
Audrey corrió a su lado y efusiva la estrechó en sus brazos, festejando una victoria más para su equipo.
—Bien hecho, soldado —aduló la dueña palmeándole la espalda. Ella sonrió y saludó con la mano en la frente, aun agotada y temblorosa, antes de retirarse en compañía de su mejor amiga.
