Capítulo 29

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Aquella mañana Olivia saldría de compras junto con Audrey y Georgina, quienes lo habían tomado como despedida de soltera

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Aquella mañana Olivia saldría de compras junto con Audrey y Georgina, quienes lo habían tomado como despedida de soltera. Oly sabía que era una tontería; apenas le gustaba ir a comprar víveres u otros, no se quería ni imaginar entonces como sería comprar ropa, calzado y cosas diferentes que no le llamaban mucho la atención.

— ¿Lista? —Preguntó con coquetería la pelirroja, sacudiendo la melena de aquí por allá. Audrey rio antes de abrazarla emocionada y tirar de ella hasta el exterior, totalmente animadas aunque la festejada no tanto.

— ¿Por qué no bebemos algo en un bar y después nos quedamos hasta tarde viendo películas y comiendo hasta atiborrarnos? —Propuso, acomodándose en el asiento trasero junto al par de chicas.

—Porque necesitas ropa para tu luna de miel con William —respondió Audrey con obviedad y una picardía que ruborizó las mejillas de la castaña —; no sabemos bien que pretenda, pero hay que estar preparadas... sobre todo para ya sabes qué —jugueteó, causando que riera nerviosa y que su rostro enrojeciese más de lo que ya.

—Pero tengo mucha ropa sin usar y que me podría servir en el armario, ¿para qué quiero más? —Cuestionó, ganándose una exagerada mueca fingida de reprimenda por parte de Gina.

—Mujer, no repliques y disfruta, ¿quieres? —Masculló, acomodándose contra el asiento para poder contestar el texto que había recibido por parte de Magnus —. Aparte, no está mal salir de vez en cuando, ¿acaso no te cansas de las paredes del palacio? —Indagó.

—Este mes me la he pasado en la calle, ni siquiera me gusta salir —se quejó, haciendo un berrinche que le causó gracia a Audrey. La conocía mejor que nadie y había vivido varios años con ella, así que sabía a la perfección a lo que se refería, literalmente —. ¿Por lo menos podríamos poner música? —Indagó, derrumbándose en su asiento.

—En estas carrozas solo ponen instrumental y clásicos —farfulló la pelirroja, tecleando con velocidad en la pantalla de su móvil.

En el centro comercial, para suerte de las damas no había reporteros de por medio ni alguien interesado en el trio. A pesar de sus reproches y quejas, no consiguió nada y terminó cediendo a las mujeres.

Ingresó a las tiendas que ellas eligieron y entre recomendaciones, risas, jugueteos y ordenes, se probó cuanta prenda le pasó por el frente, se calzó tantos pares de zapatos hasta el punto en que incluso se agotó de aquello. En más de una ocasión intentó opinar, sin embargo, la pelirroja y su mejor amiga terminaban objetando y seleccionando mucho más, cansándola y dándole desdén.

Tenía hambre. Quería comer y sentarse un rato, más no pudo hacer nada cuando tiraron de ella y la obligaron a ingresar a una boutique para damas. En ella, de inmediato las ideas nublaron su mente, causando que de nuevo sus mejillas se sonrojaran y que su respiración se agitara.

Para tratar de no denotar aquello, se apartó entre los conjuntos para que no la estresaran más de lo que ya. Se supondría que debía de ser divertido y en verdad ella sentía que era lo contrario a eso. En cualquier momento su cabeza explotaría o terminaría llorando de histeria.

Desastre RealWhere stories live. Discover now