Capítulo 9

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Frustrada miró su imagen en el gran espejo delante de ella

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Frustrada miró su imagen en el gran espejo delante de ella. Sophia y Margaret terminaban de hacer los últimos detalles de su vestido para aquel día, a pesar de que sabía que terminaría quitándoselo, o quizá no. En realidad, no sabía nada con lo que ocurriría aquel día, así que prefirió quedarse callada y admirar el elegante vestido color vino, con mangas a los hombros, falda corta con una cola medianamente larga y ceñido a la cintura.

 En realidad, no sabía nada con lo que ocurriría aquel día, así que prefirió quedarse callada y admirar el elegante vestido color vino, con mangas a los hombros, falda corta con una cola medianamente larga y ceñido a la cintura

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Suspiró pesado calzándose los altos tacones color vino de gamuza. Admiró la forma en que el labial rojo destacaba el delgado y carnoso grosor de sus labios, así como la brillante forma en que destacaban sus ojos sin sombra ni grueso delineador. El cabello relucía brilloso, bello; le colocaron largas extensiones y lo habían planchado, dejándolo hasta un poco más debajo de su cintura.

—te ves, hermosa, Olly —exclamó con una gran sonrisa Audrey, mirándola de arriba abajo. Nunca había tenido oportunidad de verla así de arreglada. Casi siempre andaba en jeans y blusas bellísimas —me encantaría poder acompañarte —susurró quejumbrosa, admirando como se paseaba por la alcoba tomando su cartera y móvil.

—también quisiera llevarte, pero no puedo —refunfuñó —no creo poder aguantar a todas esas princesas —gruñó malhumorada, acomodándose el borde del vestido delante del espejo del tocador —pero prometo que saldremos a cabalgar en los jardines pasado mañana —farfulló, abrazándola con fuerza, buscando confort.

—Estarás bien, ya verás que sí —animó sincera, acariciándole el brazo —ahora, tienes que irte —musitó, haciendo una mueca tristona. Ambas asintieron y caminaron hasta la puerta, dispuestas a marcharse cada quien por su lado — ¡por cierto! También tengo que contarte de mí encuentro con Edward —comentó con emoción, sorprendiendo a Olivia — ¡adiós!

—Adiós —alcanzó a susurrar, con el ceño fruncido y una sonrisa. ¿Ella y Edward? ¡Sería tan lindo!

—La princesa Georgina te espera en la Gran Sala, Olly —informó Maggie, pasándole un labial rosado y otro rojo que de inmediato guardó en la artera —y estos los dejó el príncipe William —agregó, indicándole a Sophia que se acercara.

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