Capítulo 45

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Siguió a los encargados del orfanato de elefantes escuchando atenta la información que les brindaban

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Siguió a los encargados del orfanato de elefantes escuchando atenta la información que les brindaban. Se mostró emocionada cuando vio a las indefensas y tiernas creaturas siendo atendidas y alimentadas con gigantes biberones.

—Son tan lindos —murmuró a su lado, maravillada con el encanto que los pequeños elefantitos tenían.

<<Igual que tú>> pensó con una sonrisa, mirándola de soslayo. Emocionada brincó y corrió hasta la cerca, con el móvil listo para tomar un par de fotografías.

Con las indicaciones debidas alimentó al más pequeño. Le dio de beber la leche con cuidado y pronto acarició su barbilla y trompa, emocionada y enternecida con el bebé. Los hombres resguardaron a la mujer y le dijeron que partes tocar y que era lo que le gustaba al pequeñín.

William observó como ella intentó tomarse un par de fotografías con la juguetona trompa de por medio. El elefante tiraba de sus gafas de sol, robándole una carcajada, sobre todo cuando conseguía con éxito quitárselas.

Ella chilló enérgica y divertida, tomándolas con cuidado de no romperlas y poco a poco le abrazó al cariñoso y juguetón elefantito que soplaba y creaba el peculiar llamado con su larga trompa, robándole risitas y sonrisas tontas y enternecidas.

Pronto le contaron la historia del pequeño. Tenía unas cuantas cicatrices debido a la caza que se le había dado hace un corto tiempo. Su familia había muerto debido a la caza brutal que ocurrió, de modo que él había quedado huérfano. Asintió escuchando todo, con tristeza subiéndole por el pecho. El pequeño elefante pasó por mucho, pero allí estaba, animado, feliz y chiflado con ella.

— ¿Podemos adoptar? —Indagó a los hombres con decisión, sorprendiendo a Will, pero no dijo nada, solo la admiró, curioso y fascinado.

—Siempre es bueno que otros se dispongan a hacerlo, señora Crown —dijo el encargado con una sonrisa, afable y contento —, ellos necesitan atención y amor como cualquier ser humano o creatura y estos amiguitos no son la excepción.

—Will —llamó ella, acercándose hasta donde él se encontraba. Él sonrió, tomándole de la mano, esperando a que ella dijera lo que ya se esperaba — ¿sí podemos, verdad? ¿Podemos adoptar uno? —Curioseó emocionada, con un particular brillo en los ojos que no había visto antes. Ilusión, esperanza, casi infantil y dulce.

—El que quieras —masculló, plantándole un beso en la frente, antes de que ella brincara animosa hasta donde se encontraba el pequeño elefante que había ganado su corazón.

La guiaron hasta las oficinas, donde tras darle el papeleo indicado, la paga y recibir la información que necesitaría se convirtió en madrina del pequeño e indefenso mamífero. Incluso, curioseó muy disimuladamente y trató de convencer a Will para llevarlo a Londres, sin conseguir nada con éxito.

Por lo menos, tenía a su nuevo amigo.

—Vendré a verte después, Uys —prometió con una sonrisa, estrechándolo entre sus brazos antes de caminar hasta donde su esposo se hallaba aguardando a por ella —; ¿la mayoría de los que están aquí entonces son huérfanos? —Investigó, mientras andaba por el camino que los conduciría al resto de los majestuosos animales.

Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora