Capítulo 47

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Mordió la uña de su dedo pulgar con nervios

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Mordió la uña de su dedo pulgar con nervios. Miró un par de veces el gran trono que allí se hallaba, así como al equipo que comenzaba a preparar el Gran Salón en el Palacio de Buckingham. Las flores iban de aquí para allá, así como los pódiums y quien sabe cuánto más.

Caminó por los pasillos que tanto le costaba aprender a identificar con sumo nerviosismo. Aún no estaba preparada para nada. Estaba aterrada. Dentro de un par de días, el caos se pondría no solo sobre sus hombros, sino también sobre los de su esposo.

Tocó un par de veces las grandes puertas del despacho que tenía en aquel lugar. Él había dicho que casi no recibía su atención debido a que se encontraba la mayor parte del tiempo en Windsor y aquel era más cómodo y tranquilo para él.

Apenas la entrada le fue permitida, lo encontró caminando de aquí para allá desde el librero, buscando cosas entre los libros, para después volverse a donde el escritorio y la mesita de centro a unos cuantos metros, anotando y apartando tantas cosas que solo la confundieron, sobre todo cuando notó la pizarra de notas, donde tenía varios papelitos con nombres, fechas y quién sabe cuánto más se encontraba unido por un hilo rojo.

Entonces el volvió, anotó algo y cambió una gran serie de papelitos y fotografías, de tal modo, que todo cerraba en él.

— ¿Estás bien? —Indagó insegura, cerrando la puerta a sus espaldas. Alzó la vista, denotando las ojeras bajo los ojos y negó, indicándole con un simple movimiento que se acercara —; bueno, la escena deja mucho que desear en realidad, Will —jugueteó, tratando de alivianar el ambiente.

—Solo estudio —murmuró entre dientes, antes de echarse a correr detrás del escritorio. Buscó entre las diferentes páginas de Internet algo, antes de volver a apuntar con desordenada letra un dato más y agregarlo en la pizarra.

— ¿Cuánto café has estado tomando? —Indagó, encaminándose a la cafetera que aseguraba colocaba por lo menos por segunda vez. Se encogió de hombros, restándole importancia, antes de encaminarse a una sexta taza, a pesar de que sabía que le causaba bastante hiperactividad —Will, te puede hacer daño.

—Ya sé, mamá —canturreó divertido, con todo su ajetreo de por medio. Olivia suspiró frustrada, colocándose a mitad de su camino —Olly, cariño, en verdad estoy ocupado...

—No, por supuesto que no —refutó decidida, mirando con recelo las notas que en sus dedos se sostenían —; ¿para qué estudiar de otros monarcas cuando ya lo sabes todo de ellos? —Cuestionó, apuntando las fotografías — ¿Qué es lo que te preocupa, Will? Solo es un día más y ya —vociferó con dulzura, sujetándole las mejillas. Ante el contacto cerró los ojos, sobre todo cuando acariciaba con cuidado su piel y le plantaba tiernos besos desde el cuello hasta la mandíbula, tensándolo en el proceso.

Esa mujer iba a volverlo más loco de lo que ya se hallaba, en el buen sentido de la palabra.

—Solo estoy tratando de concentrarme en otra cosa, tratando de calmarme los nervios —justificó ansioso, sobre todo cuando los orbes marrones le miraron bajo esa espesa capa de pestañas, curiosos y brillantes, escudriñándolo con dulzura. Rio cuando la chica se metió bajo su saco, rodeándole la cintura.

Desastre RealWhere stories live. Discover now