Capítulo 6

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—En el London Eye, por favor —pidió afable la castaña, acomodándose la chaqueta con nerviosismo

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—En el London Eye, por favor —pidió afable la castaña, acomodándose la chaqueta con nerviosismo. Estaba emocionada. Planeaba deambular como turista por toda la ciudad en compañía del príncipe del mismo.

Miró como Will se acomodaba con cuidado una gorra oscura y las gafas de sol. No preguntó nada, de seguro de debía a que quería mantenerse en el anonimato. Apenas se detuvo el pequeño vehículo, agradecieron ambos y juntos admiraron la larga fila que había para subir.

—Son turistas —susurró cuidadosa Olly, tomándole la mano tensa para tirar de él —la mayoría no te podría reconocer; hay que tener cuidado con los que son de aquí —masculló, colocándose detrás de la última persona.

— ¿Cuánto tarda en avanzar? —Curioseó intrigado, removiéndose inquieto. Ella rio y tomó sus mejillas a modo de caricia, obligándolo a plantar los cubiertos ojos en ella.

—generalmente, no tanto —murmuró —casi siempre alrededor de unos quince minutos. Tampoco no es tan extensa la cola —farfulló.

Aprovecharon para admirar el claro del rio Támesis y para charlar al respecto de los nuevos aprendizajes de Olivia, así como ciertos trabajos que aún se encontraba preparando. Le advirtió sobre su próxima ausencia debido a la Organización de las Naciones Unidas y le contó sobre cómo variedad de países que no estaban afiliados tras la Tercera Guerra Mundial habían decidido ingresar.

Cuando llegó su turno para subir a la plataforma, William se encargó de mirar a cualquier parte para que el chico que atendía no le reconociera. Amable la castaña se encargó de comprar los boletos y aunque los orbes del chico persistían sobre él, no pudo descubrir nada cuando ingresaron a la monumental rueda.

— ¡Mira eso! —Chilló emocionada al ver cómo resplandecía el sol de media tarde en el agua —por allá vivíamos Audrey y yo, antes de que nos corrieran —contó con diversión, apuntando a un punto bastante lejano —y por allá, hay un maloliente bar donde gané un juego de vencidas —presumió con satisfacción, sintiendo las manos de William sujetarle por la cintura —allá debe de estar el Palacio de Buckingham.

—Me gusta mucho la vista —confesó mirándola con dulzura, tocando con cuidado la estrecha figura femenina. Ella sonrió, sintiendo el pulso palpitarle con ímpetu y aunque quería tocar su cabellera, acariciarle la barbilla o solo abrazarlo, se contuvo, estirando los brazos hasta poder sostenerse del pasamanos encima de sus cabezas —eres hermosa —agregó, estremeciéndola, cortándole la respiración.

El ligero roce de los labios de William la enloqueció. Sintió la caricia de la respiración de Crown contra las mejillas, así como el cálido aliento mentolado, justo antes de que sus labios tocaran los suyos, en un toque magnético que le hizo temblar y jadear.

No se resistió y aceptó la delicada forma en que la besó, tocándola con cuidado y certero esmero. Apenas se apartaron, con la agitada respiración, miró los orbes azules de William, buscando algo que le dijera que solo se había equivocado y que se había dejado llevar por el momento, pero solo encontró una mirada tierna, dulce, que le hizo flotar en un mundo lejano al que se encontraban.

Desastre RealWhere stories live. Discover now