Capítulo 33

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Esperó con paciencia en el balcón, con una taza de café entre sus dedos, deseoso de imaginar el sabor de la cafeína en la boca de Olivia

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Esperó con paciencia en el balcón, con una taza de café entre sus dedos, deseoso de imaginar el sabor de la cafeína en la boca de Olivia. Relamió sus labios como solía hacer al besarla por las mañanas tras el desayuno. A pesar de que recurrentemente se tomaba té, ella prefería siempre café con leche y poca azúcar o simplemente café negro sin el endulzante. Podía recordar con claridad cómo se ocultaba siempre tras la taza, sobre todo cuando clavaba su mirada azul en su femenino rostro.

—Amor mío, ¿dónde estás? —Preguntó a la luz del día, con el fresco aire golpeándole con suavidad. El grueso abrigo lo protegía del frio, sin embargo, no a su bebida, de tal manera que este se enfrió con rapidez, quitándole la agradable sensación cálida del brebaje.

Ingresó al despachó con una mano en el bolsillo. Aguardaba a por el mensaje de su detective, con alguna noticia al respecto. Quizá ya tenía noticias y no quería decírselas, quizá estaba ocultándole el paradero de Olivia. Quizá, quizá, quizá...

—Rayos —masculló entre dientes, con un intenso dolor de cabeza atacándolo. Apretó la boca con fuerza, dirigiéndose al primer cajón de su escritorio, donde consiguió el medicamento que debía de tomar para evitarlo y con el mismo café frio en su mano ingirió la pastilla.

La puerta se abrió y de ella, Magnus ingresaba con una carpeta entre las manos. <<Más solicitudes de gobierno>> pensó. En la nación, últimamente se necesitaba su aprobación para diferentes programas de caridad y manutención y aunque no tenía ningún problema en aprobarlas, le causaban estragos y más estrés del que ya debido a que debía de mantenerse informado al estado de estos de forma recurrente.

—Tengo noticias para ti —informó, pasándole la documentación. Apenas lo tomó, percibió la delgadez de aquel papeleo, cosa que le extrañó. Arrugó la nariz y abrió la carpeta, donde, aunque esperaba ver alguna solicitud de alguna propuesta, lo único que encontró, fue la ficha del servicio militar de Olivia, otra de los marines, una más de ingreso a Oxford e incluso, su boleta de calificaciones de la primaria.

Sin embargo, aquello no fue lo que lo exaltó y robó el aliento, sino, las fotografías que allí había. No eran viejas, ni de esos meses que compartió a su lado; eran recientes, tan recientes que le en su rostro la expresión cambió por completo. Palideció, como si hubiese visto a un fantasma y aquello, le asustó a Magnus. ¿Acaso no le alegraba la noticia?

— ¿Dónde está? —Apenas consiguió decir, aun admirando la fotografía. Era la misma Olivia Cumberbatch que estaba en su memoria, pero más informal y desaliñada, con un tono de piel más bronceado que al habitual; de todas formas, seguía siendo igual de preciosa a como la recordaba, incluso más.

—Trabaja en Cuzco, y vive en un pueblo llamado Aguascalientes. Es el más cercano a Machu Picchu —contó, con una ladina sonrisa —tenías razón, ella quería visitar aquel lugar. Los vecinos dicen que ha ido por lo menos unas tres veces a la montaña y que todos los días hace un largo viaje desde la ciudad hasta el pueblo. Su rutina es bastante complicada, pero también simple. No me sorprende que haya elegido ese estilo de vida...

Desastre RealWhere stories live. Discover now