Capítulo 8

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Los días habían pasado, corriendo veloces y llevándose consigo los eventos a los que se veía cada vez más agobiada Olivia

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Los días habían pasado, corriendo veloces y llevándose consigo los eventos a los que se veía cada vez más agobiada Olivia. No podía acostumbrarse a ir al campo de tiro y que las chicas se le acercaran a preguntar por William o a los paparazzi que siempre habían de correr tras ella invadiéndola de preguntas con respecto a su relación con el heredero de la corona o incluso a las clases de modales y de historia a los que se veía sometida.

No podía ni un solo poco con todo aquello, pronto comenzaba a enloquecerla y solo habían transcurrido dos meses desde que el mundo —el mundo totalmente— conoció su entonces supuesta relación.

Por lo menos, en aquel extenuante tiempo, había corrido también a favor para conocer a la familia de William y formalizar la relación que juntos llevaron a algo más. Desde un principio, no esperaba que fuera verdadero aquello que se le había propuesto, esperaba que solo fuera simple ayuda al próximo gobernante, pero no, lo habían convertido en algo real, intenso y podría jurar que duradero.

Se le dificultó mantenerse erguida en su asiento, la reina le miró divertida, notando como se mantenía allí haciendo su mejor esfuerzo, hasta que terminó soltando una divertida risita para ayudarle a recoger los libros que antes yacían sobre su cabeza.

—Aun tienes dificultades para estar derecha —notificó la mujer con dulzura antes de colocar en su respectivo espacio en el librero los textos —no lo entiendo, Olly. Ya han pasado casi cuatro meses, deberías de haberlo dominado —farfulló exasperada, a lo que la castaña asintió, comprendiendo bien a lo que se refería.

—sigue siendo complicado adaptarme a esto, su alteza —masculló. La propia madre de William desde hace tiempo se había dedicado a darle sus lecciones y aunque si progresaba, en ocasiones, ese progreso se perdía con facilidad.

—pues, debes de adaptarte porque dentro de poco tendrás tu primer partido de Polo y después saldremos a Escocia y jugaremos Croquet —informó, robándole un gruñido —; no, no, una princesa nunca gruñe, ni se encorva y mucho menos cruza las piernas —riñó, puesto que pronto toda la elegante posición en que la había colocado había desaparecido —una princesa siempre está derecha, juntan los pies y se mantiene con una amable sonrisa cuando guarda silencio.

Suspiró pesado antes de colocarse correctamente. Forzó una sonrisa, aunque pronto bufó y exasperada se levantó de su posición, respirando nerviosa.

—no puedo, alteza. No puedo —se quejó con verdadero desdén, hostigada. Se removió de un lado a otro con gracia, sin percatarse que su postura ya se había moldeado y que caminaba con el verdadero porte de una princesa. La reina sonrió y no dijo nada; ella iba adoptando los modales sin darse siquiera cuenta.

—en realidad, puede ser más fácil de lo que crees —farfulló afable, sonriéndole de la misma manera —solo que no quieres verlo, linda —agregó, ruborizándola —; ahora, Georgina te ayudará a relacionarte con los medios y Edward a tratar con el pueblo —dijo —es importante que como novia de William y futura princesa debas mantener interacciones en el reino y fuera de él...

Desastre RealWhere stories live. Discover now