Capítulo 39

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El ajetreo le revolvió la cabeza y causaba duras punzadas en sus sienes al ver a las personas de aquí para allá, armando un alboroto que en verdad no era capaz de soportar, más cuando ese día ni siquiera sabía que sentir

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El ajetreo le revolvió la cabeza y causaba duras punzadas en sus sienes al ver a las personas de aquí para allá, armando un alboroto que en verdad no era capaz de soportar, más cuando ese día ni siquiera sabía que sentir. ¿Emoción, nervios, amor? ¿O debía sentir acaso tristeza, sufrimiento y amargura?

Se miró en el espejo por milésima vez, detallando el simple y natural maquillaje que realzaba sus ojos y pómulos, así como los labios brillantes y rosados, dándole un aspecto bastante femenino y atractivo.

Margaret se acercó con el vestido entre las manos y Sophia con los tacones. Audrey, quien sería la única dama de honor, aguardaba ansiosa con el ramo de ella y el propio entre las manos, ansiando a verla con su belleza nupcial.

Apenas el vestido envolvió su cuerpo, supo que algo estaba mal; no era con el día, con la fecha, la celebración o las personas, sino con ella. Algo estaba realmente mal con ella, pero no sabía qué. Se cuestionó y aunque quería averiguarlo, no pudo y terminó callada mientras le colocaban el velo y los zapatos.

—Te vez hermosa, Olly —dijo Audrey, con un nudo en la garganta, a punto de echarse a llorar, no solo porque su amiga se casaría, sino porque, sabía que ella estaba confundida y al borde del arrepentimiento y a pesar de que quería decir que él era un tarado y que debía dejarlo, también sabía que ella estaba destinada quisiera o no a William y él lo estaba para ella.

—Gracias —susurró con un tonito que apenas se conseguía escuchar. Grey se acercó con una pequeña caja entre las manos. Lo reconoció al instante. Era el joyero de su madre, donde había guardado pequeños detallitos de ella que quería conservar hasta el fin de sus días.

—Algo azul —pronunció, pasándole un pequeño juego de pendientes. Apenas eran una esferita de cristal de fantasía azulina —algo viejo —continuó, con un brazalete de perlas diminutas, que decoraron la bronceada piel con finura y feminidad —y algo prestado —añadió, tendiéndole su cadena de plata, obsequio de su difunta abuela.

—Pero es tuyo —farfulló, viéndola colocárselo con cuidado alrededor del desnudo cuello, decorándole el pecho con el pequeño dije de corazón y la delgada cadena platina.

—Por eso es algo prestado, Olly —siseó juguetona, antes de abrazarla con fuerza. Olivia sonrió, aceptando gustosa el gesto, mientras que la puerta era azotada con violencia y de ella aparecía una histérica Georgina, que sostenía un broche de mariposa para el cabello entre los dedos.

—Hola —saludó, mirándola de pies a cabeza —Dios, ¡te vez preciosa, Olly! Me encanta como te vez —aduló, apretándola entre sus brazos antes de apartarse —mi madre quería darte esto. Es un pasador que ha ido pasando de generación en generación. Primero era de mi bisabuela, después de mi abuela y mamá y ahora es tu turno —contó, asustando a la morocha.

—No puedo aceptarlo, es de tu familia y yo...

—Lo has sido desde que William te trajo aquí hace casi año y medio, Cumberbatch —aseguró con dulzura la pelirroja, dejándole la mariposa entre las manos —promete que la cuidarás —susurró, mirándola fijamente a los ojos. La castaña asintió y llorosa la apegó a su pecho, susurrando un inaudible <<gracias>>.

Desastre RealWhere stories live. Discover now