Cuando William Crown entromete en su vida a Olivia Cumberbatch, sus ideas van más allá de un simple coqueteo dulce, sino, que necesita de su ayuda para poder obtener aquello que por derecho posee desde nacimiento: la corona.
De esa forma, Olly no so...
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Miró los documentos en el escritorio y tras firmar algunos y suspirar pesado, por fin concluía con la primera parte del largo y arduo trabajo que debía elaborar. Luchó contra el dolor y el sueño, manteniéndose con los ojos abiertos adormilados, releyendo varias veces las mismas palabras hasta comprenderlas y así mismo, haciendo anotaciones en el computador, agendó diferentes fechas en el calendario digital de su móvil y algunos recordatorios que se envió a su correo electrónico.
La puerta abrirse llamó su atención. El Primer Ministro caminaba a paso seguro hasta ella, sin saludar, sin decir nada, solo mirándola con algo que ella no sabía descifrar. ¿Era angustia?
—Reina Olivia, ¿está demasiado ocupada? —Indagó, acomodándose en uno de los asientos enfrente del escritorio. Ella negó, soltando un largo bostezo mientras ordenaba el papeleo dentro de un folder y lo colocaba en uno de los cajones a su lado —debemos hablar sobre la monarquía.
—Han pasado apenas dos semanas, creí que esperarían por lo menos un mes más —comentó confundida, prestando toda su atención al hombre.
—En el pasado Olivia, la monarquía se regía por otras políticas, no las que conocemos en la actualidad —comenzó a decir. La morocha luchó para no blanquear los ojos en el proceso —después del reinado del rey Howard, las reglas se cambiaron poco a poco hasta llegar a las leyes que ahora tenemos.
— ¿Eso qué quiere decir? —Cuestionó confundida.
—Tengo entendido que estudió leyes —dijo sin responder nada. Asintió. Perdió su mirada marrón en algún punto del despacho, pensando, recordando no solo sus clases universitarias, sino también aquellas que le habían impartido por esos cortos meses de forma ardua y extensa.
—Se supone que el menor de los hermanos que estuvieron con anterioridad al rey actual toma el puesto —masculló, haciendo referencia a una de las cláusulas que interponía a Richard —o puede tomarlo el que el rey seleccione si quiere dejar el puesto...
— ¿Eso se puede hacer? —Interrumpió. Él asintió.
—Pero en este caso, hay tan pocas posibilidades de que William este con vida, por lo cual, el cargo lo tomará el hermano de su antecesor Leonardo, el príncipe Richard de Gales —explicó. Exhaló con fuerza, procesando la información. El país se iría a la ruina si aquello ocurría —igual que con Will, Richard debe de contraer matrimonio y debido a sus próximas nupcias, la coronación se ha programado para el siguiente mes.
— ¿Tan pronto? ¿Y el pueblo qué opina sobre esto? —Cuestionó.
—El pueblo tiene claro que esto debe ocurrir y a menos de que William surja de entre los muertos...
—Más respeto por favor —pidió dura, a lo que el Ministro asintió con una mueca.
—A menos de que esto suceda durante el reinado de Richard, él podrá volver a tener la corona —terminó de explicar, dejándola con la cabeza repleta de dudas.
