Capítulo 44

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Al posicionarse a su lado sintió la tensión invadir cada uno de sus músculos

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Al posicionarse a su lado sintió la tensión invadir cada uno de sus músculos. Él caminó con el par de maletas colgando del hombro hasta el jet, antes de que le ayudaran con cada una de las valijas que llevaban. Suspiró, subiendo por la escalinata hasta el interior, mirando encima de su hombro fijándose en él.

De nuevo, William había adoptado ese aire cansado, con las ojeras bajo los ojos y la barba mal cortada. Él sonrió a los empleados agradeciendo por el trabajo elaborado, antes de subir corriendo. Se acomodó en su lugar y simuló que no estaba espiando, totalmente inquieta. Cuanto antes llegaran a Kenia mejor.

Cuanto antes llegaran a Londres sería una maravilla.

Como en los últimos días no pudo evitar no sentirse inquieta. No estaba saliendo nada tan bien como en los meses anteriores, los primeros meses de su Luna de Miel, así mismo, si querían disfrutar su "matrimonio" por lo menos en paz, debían volver reconciliados a Reino Unido. Solo quedaban dos semanas antes de regresar y sabía bien, que si no lo solucionaban pronto tendrían problemas no solo con el parlamento, sino también con el pueblo y las demás monarquías.

¿Por qué sentía que era su responsabilidad? Él había sido quien le había dicho que no la esperaría tanto, que en algún momento se fastidiaría de ella —en pocas palabras—, así que, ¿ella que culpa tenía?

El viaje fue tan largo que le causó solo más molestar del que ya padecía. Detestaba la situación, detestaba todo, incluso al aire mismo. Ni siquiera podía culpar a Dalila ya; lo ocurrido aquella noche fue solo problema de ellos, provocado por ellos, que debía solucionarse por ellos.

—Hey —llamó Will, sin expresión alguna, casi con desinterés. Contuvo la respiración, tratando de controlarse, de no mostrarse necesitada de hablarlo con él el asunto anterior —quizá haya unas cuantas cámaras en Kenia para grabar nuestra estadía allá. Quieren grabar nuestra contribución con el lugar —informó —así que, quizá necesites maquillarte o yo que sé —agregó, antes de marcharse.

Gruñó. Se sentía ofendida. ¿Tan hueca la creía? Iba a ayudar, no a una pasarela. Bufó antes de derrumbarse completamente en su asiento, llena de incertidumbre. Si iban a haber cámaras, significaba mentir y fingir que eran un matrimonio feliz, cuando en realidad, no se sentía preparada para enfrentarlo o para mentir algo como aquello.

Solo quería ocultarse bajo una manta o correr de vuelta a Perú, a ese pequeño departamento en Aguascalientes, a su trabajo en la frutería con la compañía de Adriana y del tonto Sebastián. Lo único que deseaba era evitarse haber regresado e incluso, se arrepentía de haberle dicho aquel día de lluvia a William que lo ayudaría con sus planes.

Hubiera sido mucho menor que hubiese elegido a una de sus seleccionadas estiradas y rubias o pelirrojas. Eso era a final de cuentas lo que a él le gustaba, ¿no? Tener a alguien con quien pasar el rato.

Desastre RealWhere stories live. Discover now