Capítulo 53

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Despertó aturdido del letargo

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Despertó aturdido del letargo. Jadeó en búsqueda de aire, mirando a todos lados, encontrando por fin la bolsa de aire de la que respiró con velocidad, tratando de relajarse, de sentirse bien aunque sentía terribles punzadas en la cabeza.

—Rey William —llamó uno de los guardias que siempre le acompañaban, buscándolo con urgencia y piernas trémulas. Tosió un poco y se alzó de su posición, sintiéndose noqueado, adolorido y más cansado que nunca — ¿se encuentra bien? —Indagó, ayudándolo a caminar por el medio del destruido avión.

— ¿Cómo están los demás? —Inquirió veloz, notando un cuerpo de azafata caído y ensangrentado no muy lejos de ellos. El miedo pronto lo recorrió completo. El hombre negó, con gesto preocupado, antes de pedirle que bajara la voz y que le siguiera.

Juntos caminaron entre los escombros, escuchando voces lejanas diciendo órdenes y otros aceptándolas. Un segundo guardia apareció, acercándose a ellos, quien pronto indicó que caminaran por donde él primero.

No dijo nada, contuvo incluso la respiración para que no los fuesen a escuchar. Se ocultó tras un par de asientos cuando los hombres le empujaron para que lo hiciese, quedándose quieto, estático y deseoso de saber que estaba ocurriendo.

Escucharon como indicaban que se quedaran un par de desconocidos a vigilar el perímetro. Ellos afirmaban y silenciosos se quedaban quietos apenas a unos metros de distancia de donde ellos se encontraban.

—Quédese aquí, alteza —pidió el guardia. Asintió no muy convencido, ocultando la cabeza allí detrás del escondite, solo escuchando como aquel par de valientes gemían de dolor en ocasiones, los golpes ir y venir, de aquí para allá, mientras él permanecía oculto.

Tomando un poco de valor, asintió enérgico un par de veces antes de animarse a salir, alzándose con velocidad de su posición antes de alzar asustado las manos y cerrar los ojos al detectar el cañón de un arma apuntándole justo entre ceja y ceja.

—Señor, le pedimos que se quedará allí, pudimos haberlo matado —se quejó uno de ellos, pálido y nervioso. Pidió disculpas antes de asentir y maldecirse siguiéndoles el paso de nuevo.

— ¿Qué es lo que ha ocurrido? —Indagó en voz baja, tratando de poder trotar al mismo ritmo que ellos.

—No ha sido turbulencia, majestad. Hemos sido atacados —dijo el otro, mientras sacaba uno de los teléfonos móviles y walkie-talkies que habían tomado desde los bolsillos de aquellos enemigos.

— ¿Por quién? —Cuestionó agitado, desesperado por respuestas y por volver a casa, por poder comunicarse con Olivia y decirle que se protegiera, que había alguien loco por allí que también podría herirla.

—No lo sabemos. Con esto esperamos tener un poco de información —masculló mostrándole los aparatos. Suspiró e inconforme avanzó.

En su mente recapituló todo lo que había ocurrido, tratando de recordar algo que le indicase alguna pista o que por lo menos le permitiera saber bien los hechos, pero nada llegaba a su mente, solo ese momento en que sintió la muerte llegando a su vida y el rostro de Olly entre sus memorias.

Desastre RealOù les histoires vivent. Découvrez maintenant