Capítulo 41

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Olivia miró por la ventana del vehículo volador, apenas consiguiendo respirar debido al ajustado vestido blanco

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Olivia miró por la ventana del vehículo volador, apenas consiguiendo respirar debido al ajustado vestido blanco. Por suerte, ya faltaba poco para que llegasen a donde sea que fueran, cosa que le ayudó a distraerse al colocarse el cinturón de seguridad y centrarse en que, debía de sobrevivir tres meses de viaje y de reconciliación. Quizá, en un par de semanas, las cosas y la tensión que sufría con Will ya habría desaparecido.

Sonrió cuando miró el mar extenderse esplendoroso por todo el campo abierto. No pudo apartar la vista como cuando visitaron Monte Carlo. El azul era hermoso y aunque no quisiera aceptarlo, le recordaba a los ojos de Will. Bastante cliché y cursi, pero así era, incluso la belleza del mar no podía compararse con el color de sus irises.

Apenas el avión estacionó, él llegó a su lado. Pudo ver que estaba nervioso, más no dijo nada y se limitó a seguir sus indicaciones.

Miró como al bajar charló con un par de hombres y cerraba una especie de trato, o al menos eso dedujo cuando los vio darse un abrazo que solo ellos entendían, donde unían sus manos y se daban palmadas en la espalda.

A los pocos minutos, él volvía con ella y con seguridad tomaba su mano, atontándola por un instante antes de conducirla por la pista hasta donde vio las avionetas, aparcadas una junto a la otra atendidas por un mecánico que pronto al verlos hizo una exagerada reverencia, causando una simpática risita en ella.

—Un placer, príncipe William. Creí que llegarían más tarde —masculló con una sonrisa, limpiándose las grasientas manos con otro grasiento trapo. Se preguntó si acaso ese hombre sabía que no estaba quitándose nada de la grasa en las manos.

—Solo Will, por favor —dijo afable, colocándose un par de gafas de sol. Olly mantuvo la compostura, admirando que incluso se veía más joven, más vivaracho y normal con aquella ropa fresca de verano. Le gustaba como la camisa blanca le sentaba ajustada, así como los vaqueros y los zapatos deportivos —adelantamos el vuelo un poco y el piloto consiguió que se acortara un poco el tiempo. No sé cómo lo hace —canturreó risueño, a lo que el desconocido asintió.

—Por cierto, muchas felicidades. Ayer vi la transmisión de su boda con mi familia —comentó, haciéndolos sonreír. Miró de pies a cabeza a Olivia, no solo incomodándola, sino también molestando un poco a Will. Ya sabía que era hermosa, no tenía por qué mirarla así. Se acercó un poco a él, de tal manera que ella no escuchase —tiene mucha suerte, señor. En verdad, felicidades —susurró, haciéndole soltar una risita. Sí, en efecto, tenía demasiada suerte.

—Gracias —dijo, antes de girarse a donde la castaña que se hallaba luchando con la cabellera oscura, que le cubría los rasgos femeninos casi en su totalidad. Sonrió, acercándose a ayudarla, quitándoselos hasta que pudo descubrir sus grandes ojos marrones, con las largas pestañas aleteando descontroladas —; ahora vuelvo, no tardo mucho —informó, plantándole un beso en la mejilla antes de partir con el hombre.

Desastre RealWhere stories live. Discover now