Capítulo 23

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Comió con calma el desayuno escuchando la conversación que mantenían Georgina y William a su lado

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Comió con calma el desayuno escuchando la conversación que mantenían Georgina y William a su lado. No opinó nada, solo escuchó, puesto que aunque ya conocía un poco sobre el cargo que ellos tenían, seguía sin comprender algunas cosas, como el compromiso de Gina.

Magnus ingresó al comedor con gesto preocupado. Caminó hasta Will y le dijo algo al oído, algo que nadie de los presentes entendió, pero que al parecer, era importante.

—Nos vemos en la noche —le dijo a Olivia, besándole la mano con velocidad. La castaña no pudo decir nada. Él ya se marchaba a paso veloz, discutiendo en voz baja con el hombre. Suspiró pesado, picoteando la ensalada antes de llevarse una porción a la boca.

— ¿A qué hora es la cita en la boutique? —Indagó la pelirroja, limpiándose las comisuras con la servilleta.

—A las cinco. Ya pedí discreción con respecto al tema. Saldremos por la parte trasera en un auto del servicio; cuando estemos allí al irnos pasaran por nosotras en uno de los autos de Will —explicó con calma. La chica asintió conforme, terminando con su platillo —por cierto, pasado mañana hay que ir a ver las flores. Mañana nos traerán la vajilla para aprobar y la próxima semana empezaremos a ver lo del banquete —planificó.

—Vaya, no sabía que era tan organizada, señorita Cumberbatch —jugueteó. La castaña rio, dedicándose a su comida. Edward se levantó de su lugar una vez que había concluido, plantó un corto beso en la mejilla de Audrey y se marchó, dejando al trio de mujeres —; Audrey, ¿cómo vas con mi hermano? —Curioseó afable.

—Bastante bien... se podría decir que incluso de maravilla —respondió, con una gran sonrisa en los labios —; claro, tenemos nuestros problemas, pero eso no quita que los arreglemos siempre. No podemos irnos a dormir enojados, eso no es bueno para una pareja —comentó.

Olivia no dijo nada. Ella solía discutir con Will y casi siempre el mismo tema: Dalila, que lo buscaba como loca y acosadora, así mismo, los fans de Olly, que esperaban a por ella y la perseguían siempre que podían. Había algunos que se referían a ella como la mujer más sexy del mundo, con detalles morbosos que hacían estallar a William.

Esperó que lo que sea que le estuviese causando problemas, no fuera ella. Estaba equivocada, por supuesto que era ella, pero no era intencional, solo era ella.

Will encontró a la rubia recostada en el sofá de su despacho. La corta falda dejaba poco a la imaginación y la traslucida blusa negra dejaba ver el sujetador blanco de encaje que llevaba ese día.

— ¿Qué haces aquí, Dalila? Se supone que ahora estés en Francia, con tu novio —masculló fastidiado. Era el mismo problema de siempre. Era tan insistente a pesar de tener en ese momento a otro chico comiendo de la palma de su mano.

—Tu tío Richard me invitó, Will —contó, jugueteando con el móvil entre las manos, confundiendo al futuro heredero —cree lo mismo que yo; esa chica no es buena para el cargo —vociferó, despreciando a su novia con el tono de su voz. Detestaba que se refiriera a Olivia de esa manera y por más que se lo dijera, ella se esmeraba en ello —acaba con esto de una vez por todas.

Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora