capitulo 8

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Seis de la mañana y yo sin haber dormido en casi toda la noche.
Después de el ataque de asma de Samantha no logré sentirme tranquilo de volver a dormir, y es que me preocupaba hacerlo, que su asma despertara de nuevo y yo no escucharla.
Si, tenía ya el inhalador en la mesa de noche junto a la cama, pero no logré relajarme y volver a conciliar el sueño.
Por eso estaba recargado en la encimera de la cocina con una taza de café bien negro y analizando todo lo ocurrido.
Mi mente no parecía querer descansar, recapitulando cada segundo de la atípica noche que había pasado.  Tenía que reconocer que la chica me intrigaba y mucho, además era una colega de trabajo y casualmente mi vecina.
El destino si que tenía una forma extraña de trabajar...

- Buen día...

Su voz sonó suave, delicada y podría jurar que incluso apenada. Miré mi reloj aún sin girar a verla, 6:06 am. Joder que madrugaba enserio.

- Buendía Samantha, siéntate. Voy a servir el desayuno en un minuto.

Dije ya viéndola.

- No hace falta, yo ya debería...
- Samantha, siéntate. Tienes que desayunar para recobrar fuerzas, las crisis de asma consumen mucha energía. Y estoy seguro que eso tú lo sabes a la perfección.

La chica no dijo nada, solo aparto de su rostro un mechón de pelo y avanzar aún con paso dudoso. Era algo raro ver a mi pequeña transgresora dentro de mi piso, vestida con mi ropa y con esos movimientos temerosos. Nada que ver a la fieresilla que me había mostrado en todo este tiempo.
Servi el desayuno para Samantha mientras trataba de mantener mi atención concentrada en alguna otra cosa...
Note el morado en su pómulo y el golpe con más claridad en su labio inferior. Retorcía sus dedos con aire nervioso y podía notar como su respiración empezaba a acelerar...
Miré sobre la encimera y vi que el medicamento no lo había traído consigo. No le bastaba con un susto? Yo en su lugar lo tendría atado al cuello todo el tiempo.

- Ya vuelvo.

Dije ya saliendo de la cocina y en dirección a mi alcoba. Está mujer parecía querer jugar con su salud todo el tiempo...
Tome el medicamento de la mesa de noche y dejé vagar la mirada por la alcoba, la cama ya tendida perfectamente, todo en un perfecto y metódico orden. Lo único diferente...
Camine hasta la cómoda bajo el ventanal y tomé en mis manos el porta retrato donde la imagen de Samira y yo se reflejaba...
Mis manos rodeando su vientre y la sonrisa de mi mujer llena de luz...
No se qué me llevo a sentir esa opresión en mi pecho, esa punzada de culpa al saber que Samantha hubiera visto esta fotografía en mi alcoba. Pero haciendo me sentí y la idea de que Samantha pensara que tenía un familia de pronto no me gustó.
No porque me molestara que supiera de Samira y Damien, sino porque no quería que pensara que eran parte de mi presente cuando no era así.
Deje la imagen en su lugar y salí camino a la cocina para darle a Samantha lo que sabia necesitaba.

- Ten...

Dije tendiéndole el inhalador. Ella me miro algo confundida y estiro su mano para tomar lo que le estaba dando.

- No deberías de tenerlo lejos de ti.

Sugerí mientras observaba como se suministraba la dosis necesaria para sus pulmones.

- Gracias. Yo... Lo mejor es que me valla no quiero que tenga problemas con su...
- Ella falleció hace quince años Samantha. Mi esposa y mi hijo Damien ya no están con vida.

Explico. Hablé mirándole directamente a esos ojos negros, pude ver la sorpresa, la confusión, el pesar y luego aquel dolor que parecía entender...

- No lo sabía, perdón...
- No tenías porque saberlo, pero gracias... Fue hace mucho tiempo.

Dije sentándome frente a ella. Observando cada detalle en sus movimientos, en sus gestos.
Parecía algo perdida en sus recuerdos y note como apresaba en sus manos un dije que colgaba de su cuello.
El silencio nos había atrapado sin siquiera notarlo. Pero estaba bien de esa manera.
Sentía mucha curiosidad por ella, pero no era momento de preguntar y no quería incomodarle. El sonido del teléfono en la sala fue el que irrumpió en el silencio.

- Disculpa.

Pedí ya caminando a la sala a atender la llamada.

" - Samuel Riviera...
- Doctor Riviera, buen día es Maya. Llamaba para confirmar el cambio de horario de su turno en la clínica.
- Gracias Maya, si. Estaré a las 17 pm. Y si pudieses cambiar el horario de la doctora Álvarez también me harías un enorme favor.
- La doctora Samantha Álvarez?
- La misma, ha tenido un percance y necesita hacer unos trámites con urgencia.
- Claro, comunicaré a la junta. No habrá ningún problema.
- Gracias.

Dije antes de cortar la llamada.
Volví a la cocina para encontrar a Samantha lavando de forma mecánica los trastes del desayuno.

- Yo podía hacerlo Samantha.

Dije recargando me en la encimera. Ahora tenía que decirle que cambie su horario de entrada...
Que Dios me amparase.

- Es lo menos que puedo hacer Samuel, me has ayudado mucho.

Respondió serena. Bien, parecía de buen humor...

- Me hablaron de la clínica.

Solté esperando y rezando interiormente que lo que estaba por decir no la molestase.
Ella solo asintió para mi.

- Espero no te molestes, pero pedí que cambiarán nuestros turnos para hoy...

En ese segundo giro su cuerpo para fijar su mirada en mi. No tenía expresión molesta, pero si confundida.

- Nuestros?
- Si generalmente coincidimos en horarios, por eso pedí tu cambio también...
- Y eso porque?

Pregunto recargando su cuerpo en el mármol de la mesada y cruzándose de brazos...
Parecía estar tratando de no molestarse. Aunque sus ojos ya mostraban esa típica mirada desconfiada en mi.

- Anoche mencionaste lo de tus documentos, tendrás que hacer los trámites en la embajada Griega, porque sin esos papeles no puedes trabajar aquí.
Además de radicar la denuncia por el atraco y demás trámites engorrosos.

Explique. Sopesó mis palabras y asintió relajando su mirada.
Bien, la bala había sido esquivada.

- Gracias, tienes razón. Pero...
No entiendo porque cambiarías el tuyo también...
Digo, no tienes que decírmelo no es de mi incumbencia...
- Lo hice para poder llevarte a realizar los trámites Samantha.
- Samuel eso
- Has perdido tus papeles, las llaves de tu piso, el coche...
Asumo que incluso el dinero que tendrías en el bolso y las tarjetas de crédito y banco. No puedes retirar dinero de tu cuenta aunque quisieras hacerlo. Lo que implica que no tienes como moverte por la ciudad y aunque tuvieras dinero en tu casa hasta la noche Marco no llegara y no puedes entrar...

Expliqué. Suspiro con cansancio y asintió.

- Es cierto... Lamento seguir importunando.
- Tranquila. Ahora a la ducha y a prepararnos, tenemos mucho que hacer y el tiempo corre.

Dije ya sonriendo le satisfecho. Al menos me dejaría ayudarla...

Tu y yo... todo o nadaKde žijí příběhy. Začni objevovat