capitulo 37

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Samantha llevaba cerca de dos horas sentada en un borde de la cama sin dejar de llorar, no soportaba verla de esta manera, pero tenía que ponerme a trabajar de forma inmediata...
Lo primero era saber que era lo que escondía su cuerpo, porque había notado esas malditas manchas rojizas marcarse en esa camiseta blanca de manga corta, estaba seguro que era sangre y necesitaba saber que tan serio era.
Fui directo al baño y preparé un baño de espuma y con sales relajantes para ella.
También estaba seguro que tenía una deshidratación bastante avanzada, el pálido de sus labios, la resequedad que se notaba y esas marcas me decían que estaba deshidratada.
Cuando volví a la alcoba principal me la encontré con la mirada perdida en algún punto y sin lograr detener su llanto.
Me acerque despacio hasta ella y hablé en un tono muy suave...

- La bañera está lista para ti...

Ella negó en silencio, sin fijar sus ojos en los míos. Cargué de aire mis pulmones y volví a hablar.

- Samantha, no hagas que te meta en el agua por la fuerza, por favor pequeña solo...
- Déjame Samuel...
- No lo haré. Necesito que tomes un baño de agua caliente, para después poder revisarte.

En ese segundo sus ojos me vieron con miedo...

- Revisarme? Tú no puedes hacerlo.
- Puedo y lo haré Samantha, lo mejor es que hagas las cosas por la paz.
- No... Tú no...
- Escucha Samantha, no pienso discutir, como yo lo veo tienes solo dos opciones en este momento. La primera es dejar que haga todo lo que hace falta solo yo. Aquí y sin la incomodidad de que nadie más este enterado de todo lo que aquí ocurra. Y la segunda no creo que quieras que suceda. Porque si tú no permites que sea yo el que se encargue de tu salud, en menos de un suspiro estarás siendo metida en una ambulancia y directa a alguna clínica para que un equipo médico entero atienda tu salud. Si no quieres que yo lo haga, está bien...
Pero que sepas que vas a tener sobre ti a un equipo completo de médicos y ellos Samantha...
Sabes que no te tratarán con ningún tipo de consideración y darán parte a las autoridades.  Y dónde te atrevas a rechazar el tratamiento pedirán una evaluación psicológica sobre tu estado, pasarán por sobre ti sin importarles en absoluto lo que tú quieres.
- Porque me haces esto?

Pregunto sin dejar de llorar...
Quería abrazarla, besarla...
Hacerle entender que me dolía verla en este estado tan deplorable.
Me acuclille frente a ella y aparte de su rostro el pelo reseco que lo cubría, lleve con cuidado la mano a su mentón y la obligue con sumo cuidado a que sus ojos negros me vieran.

- Porque te amo más que nada en este mundo pequeña. Porque me parte el alma saberte en este estado, no estás bien...
Tú y yo lo sabemos, te estás lastimando, estás dejándote morir y yo Samantha...
No estoy dispuesto a dejarte que eso pasé, no voy a perderte pequeña...
No cuando se que te amo más que a mi vida y que tú también me amas a mi.
- No quiero que me veas así Samuel...
No... No quiero darte asco...

Negué instintivamente y la sujete por los antebrazos con cuidado.

- Escúchame muy bien Samantha, porque será la última vez que lo diré. Nunca, escúchame bien, nunca más en tu vida vuelvas a decir o pensar que me darías asco. No me interesa como te veas Samantha, no se trata de tu cuerpo. Se trata de ti. Se trata de la clase de mujer que sé que eres...
Tu cuerpo sanará Samantha, las heridas se irán curando... Tu peso volverá a ser el que tiene que ser y tu pequeña... Tu volverás a reír.
No me iré de tu lado pequeña, no dejaré que me alejes, y te lo juro Samantha, nunca nadie volverá a golpearte, a hacerte nada que no quieres. Porque si eso pasará pequeña... Yo mato al Maldito que se atreva tan solo pensar en hacerlo.

Dije sin apartar mi mirada de la suya. Sentí el temblor de su helado cuerpo y suspiré intentando mostrarme sereno. No quería asustarla, no quería que sintiera más miedo del que ya evidentemente sentía.

Tu y yo... todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora