capitulo 23

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Estaba metido en la cama con Samantha sentada estilo India frente a mi y una bandeja con un nuevo y fresco desayuno, tomaba un sorbo de mi café y la veía comer la fruta con un tenedor, no pude evitar sonreír, es que mi pequeña transgresora estaba de verdad famélica. Tenía el rostro relajado y sereno, envuelta en esa bata de seda y con el pelo húmedo y desordenado cayendo sobre sus hombros, dejando esas lindas ondas naturales libres, parecía irradiar luz...

- Que piensas?

Su voz me saco de mis cavilaciones y fijé mis ojos en los suyos. Podría decirle que pensaba en lo hermosa y sexi que se veía en este momento, y no sería una mentira. Pero soy un bromista nato....

- En que para ser tan pequeña estás famélica. Has acaparado la fruta.

Dije señalando el plato entre sus piernas. Tenía mi ceja derecha elevada y una sonrisa traviesa en mi cara. Vi la sorpresa en sus ojos y luego la travesura en cuanto noto que bromeaba.

- Lo dice quién no toma más que café. Además...
Es su culpa doctor el que esté en este estado.

Su voz sonó sexi, traviesa. Malditamente traviesa...

- Culpable.

Admiti riendo.
Manda soltó una carcajada divertida y bebió un sorbo de su propio alijo. Era divertido verla. Tenía una energía apabullante y me encantaba.

- Que quieres hacer esta tarde?

Pregunté dejando la taza sobre la bandeja. Mi móvil empezó a sonar en aquel segundo y al ver el llamante por un segundo me moleste conmigo mismo.
Tome la llamada sin apartar los ojos de Manda. Pero tuve la deferencia de colocar el altavoz...
Mi cuerpo ya estaba acercándose al de Manda en acecho y sus negros ojos irradiaron fuego y ansiedad.
Mientras mi mano ya estaba apartando de su hombro el pelo fui hablando.

- Cristhian, no tendrías que estar inflando globos?

Vi como Samantha fruncía su ceño y apartaba un poco el rostro para mirar el mío.

- Ya, como si el padrino de mis hijos no supiera que mi mujer odia los globos...

Respondió la voz de mi amigo.
Solté la carcajada y me volví a sentar cómodamente en mi lugar.

- Algo de eso supe si. Que necesitas amigo.

Lo escuché suspirar pesadamente antes de hablar.

- Pues... Vero necesita saber si podrías ir a buscar a La Fontein el los pasteles de los mellizos. Pensaba mandar a Misael pero ha tenido un pequeño problema con los del catering.
- Adivino, usaron colorante artificial para las palomitas que tu mujer pidió que no lo hicieran.
- Ente otras cosas. Sabes lo alterada que está? Quiere que todo salga perfecto y la mitad del servicio está retrasando todo lo demás...
A metido a todo el mundo a solucionar pormenores. Sabes que odia la impuntualidad y sacando a la familia y a mis tres Mosqueteros, que los ha puesto a trabajar a destajo quiere que todo esté listo antes de las cinco que llegan los invitados.
- Suena a que deberías hacer algo para que se tranquilice un poco.
- Si en cuanto pueda confirmarle que el padrino de nuestros hijos cumplirá en traer los pasteles para sus ahijados y que ya tienes listo lo del payaso podré hacerla calmarse un poco.

Sopese sus palabras solo dos segundos. Y si, tenía que recoger el disfraz para ese asunto.  Miré mi reloj y suspiré. Aún tenía algo de tiempo para ambas cosas y llegar a la estancia.

- Dile que respire, que su príncipe irá en su blanco corcel para rescatar los pasteles y lo del payaso.
- Genial. Vendrá Samantha?
- Si quiere ir claro que sí. Además podría ayudarme con lo del maquillaje.
- Aquí me grita mi mujer que más te vale traer a esa chica Samuel, no se cómo le ha echo esa mujer pero a mi Ángel le ha agradado mucho.

Tu y yo... todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora