capitulo 29

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Baje las escaleras de forma pausada, en aire tranquilo. Mis manos en los bolsillos del pantalón reflejaban mi calma y mi rostro se mostraba sereno.
Lo vi de espaldas a la escalera, con aire prepotente en todo su cuerpo, como si con su sola presencia pudiera inspirar miedo. Idiota!! No tiene idea de lo insignificante que es para mi.  Él no noto mi presencia hasta que hable captando su atención.

- Señor Corsa...

El idiota giro para enfocarme en su campo de visión, dándome una mirada de arriba a bajo, estudiando me como intentando ver si podría conmigo. Esbozo una falsa sonrisa que supongo yo que el quería que viera como amenaza.

- Por fin sale de su escondite.

Escupió con desdén. Ja!! Escondite? Se creía que me escondía? Arquee mi ceja derecha dándole a entender que no tenía idea de porque decía eso.

- Escondite? Señor Corsa...
Creo que no le entiendo. Porque me escondería yo de usted?
- Por mi esposa Samantha.

Escupió dejando que sus ojos reflejaran su desprecio tanto a mi como hacia ella. Tengo que reconocer que odie que siquiera dijera su nombre, mucho más el que dijera que era " su esposa"
Le mire de arriba a bajo mientras avanzaba hasta un amplio sofá y me sentaba cómodamente. Creyó que lo invitaría a sentarse? Quizás si, pero bien podía decir lo que quería estando de pie. Los modales y la educación eran para quien se los merecía, no para ratas como el.

- Hasta donde tengo entendido señor Corsa, Samantha no tiene ningún marido, además de que hay papeles legales que lo prueban, mi pequeña Griega nunca fue su legítima esposa.
- Claro que lo tiene!! Yo lo soy!!

Escupió elevando el tono de su voz.
Negué esbozando una tranquila sonrisa antes de hablar.

- Usted no es nadie en la vida de Samantha, pero vallamos al grano porque está conversación ya me parece aburrida y tengo mejores cosas que hacer para divertirme.

Si deje que creyera que hablaba de ella? Claro que sí. Ese era el plan...
Sabía que Erick y varios de sus hombres estaban cerca. Y no me preocupaba que el intentara cualquier cosa.

- Le exijo ver a Samantha. No me iré de aquí sin hablar con ella.
- Y cree que exigirme algo a mi hará que Samantha acceda a hablar con usted?
- No tiene idea de lo que soy capaz doctorcito. No me provoque. Porque mi esposa regresará conmigo y ni usted ni nadie podrá evitar que eso ocurra. Ella me pertenece. Yo soy su dueño, su amo...

Solté una estruendosa carcajada mientras volvía a ponerme de pie. Cosa que de verdad lo descolocó.

- Su dueño? Usted de verdad cree todas esas payasadas de que las mujeres le deben obediencia a un hombre? Haga el favor...
- Ella me pertenece!!
- Pertenecerle? Ja!! No me haga reír Corsa. Mi pequeña no tiene dueño, no tiene ataduras para con nadie, menos con ratas como usted. Ella, es una mujer muy hermosa, inteligente y sobre todo LIBRE. Por eso nunca se entregó a usted y sus exigencias. Por eso jamás usted pudo ser dueño de su cuerpo.

El rostro del idiota ya estaba rojo de ira y era justamente lo que yo quería. Cuando estaba por escupir sus asquerosas palabras en respuesta una voz le interrumpió. Aunque él no pudo verla sé que la reconoció de inmediato.

- ( Samantha) Cariño!!! Vienes a tallar mi espalda!? Me estoy enfriando!!

Creían que dejaría que la viera? Pues claro que no. Solo deje que le escuchara...
Sonreí orgulloso y no aparte la mirada del idiota frente a mi al responder a mi pequeña.

- ( Sam) Solo un minuto pequeña!!
- ( Samantha ) Date prisa cariño!! Prometiste que jugaríamos!!

Esbocé una amplia sonrisa y hablé al idiota.

- Como vera señor Corsa, tengo mejores asuntos que el atenderle a usted. Así que si me hace el favor de retirarse de la casa de mi pequeña...
- Hablaré con Samantha en este momento!!

Escupió caminando a las escaleras como toro enardecido. Pero si creyó que se lo permitiría se equivocó a lo grande.
Rápidamente mi mano atrapó su brazo y en un parpadeo lo tenia contra la pared sujetándole con fuerza y sin ocultar mi repulsión hacia el y su asqueroso mundo.
Y escupí casi sobre su rostro...

- Ahora me vas a escuchar rata de alcantarilla!! Si tú crees por un solo segundo, que te dejaré volver a acercarte a ella lo suficiente como para poder volver a dañarla, estás muy pero muy equivocado.
- Sueltame Idiota!!
- Aún no termino contigo imbécil,  aléjate de Mi Mujer. Apartarte de su camino, desaparece de su vida. Porque Samantha jamás va a ser tuya. Ahora lárgate de la casa de mi mujer!! Y no te atrevas a aparecerte en mi camino o en el de Samantha, porque créeme que no te gustará saber cómo responderé a cualquiera de tus intentos de acercarte.

Lo solté y di solo dos pasos hacia atrás, sabía que daría pelea. Que intentaría doblegar mi determinación lo que no esperé era que se atreviera a nombrar a los muertos.

- Seguro a tu esposa Samira le gustaría saber que te metes en camas ajenas.

Tarde solo un segundo a volver a concentrarme en el ahora. Pero juro que ese segundo fue el más largo de mi vida. Cómo carajos se podía haber enterado este idiota de Samira!? Furioso era lo que estaba, porque no pensaba permitirle que manchara la memoria de mi difunta mujer.
Pero me recompuse de forma rápida y hablé con total tranquilidad. Porque no pensaba caer en su maldito juego de cobarde.

- Crees que nombrar a mi difunta esposa me hará caer en tu patético juego?

Vi como la confusión lo envolvió. Idiota!! Habrás averiguado sobre mi, pero no tanto. Y esa carta no te servirá, a Samira no la podrás utilizar nunca para controlarme a mi.

- Si idiota, mi esposa Samira está muerta hace muchos años, tú no haces muy bien deberes...
No tengo nada que puedas usar contra mí para apartarme de Mi mujer. Efraín!!

Llamé con voz alta. No podía hacer que Erick fuera visto, porque el era el que estaría más pendiente de cuidar a Samantha y si le veía podía adivinar que tenía a mi mujer muy bien custodiada. Tenía que hacerle creer no lo consideraba una amenaza suficiente como para preocuparme demasiado por el.
Cuando el chico apareció todo formal y hablo, sonreí.

- Mande usted patrón.
- Acompaña por favor a el señor hasta la salida. No tiene permitido acercarse a la propiedad de Mi Mujer. En caso de que lo haga lo comunicas a las autoridades para que se encarguen.

Mientras hablaba, Efraín ya estaba parado muy cerca del idiota de Carlo.
Le dedique una mirada triunfal y me encamine a las escaleras mientras ya me quitaba divertido el saco y empezaba a subir hablando en tono juguetón, solo para pincharle un poco más.

- Estás lista para mi pequeña!?

No escuché nada más que una voz blasfemando.
Cuando alcance el final de las escaleras giré a mi derecha, donde la figura de Erick se encontraba.  Busqué con la mirada donde estaba Samantha, pero no la encontré.

- Donde esta?

Pregunté directamente a Erick.

- Fue a su alcoba. Parecía muy nerviosa.
- No es de extrañar...

Respondí pensativo, ahora tenía que hacer que se sintiera tranquila y segura. Estaba por encaminarme a la alcoba cuando Erick hablo por sobre mi hombro.

- Creo que tendría que traer algunos hombres más Samuel, si ese tipo llegó hasta aquí a tan pocas horas de su llegada a Grecia, significa que tiene medios para saber lo que necesita.

Me pare en seco antes sus palabras, sopesando lo que decía. Si tenía razón en eso. Si el tipo llegó hasta la casa, si supo de Samira...

- Trae a cuantos creas necesarios.  Cien, si hace falta.

Respondí. El asintió y yo seguí mi camino. Tenía que hacer que mi mujer no perdiera más la seguridad.

Tu y yo... todo o nadaWhere stories live. Discover now