capitulo 43

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Cruce la puerta de la alcoba ya cargando de aire mis pulmones, y es que el solo pensar que tenía que ver a mi pequeña a los ojos y  tratar de conseguir que saliera de esta alcoba a ver personas cuando no estaba lista para hacerlo me llenaba de amargura,  Cristhian aconsejo que fuera cauto, que no la podía presionar. Cómo si yo fuese a hacer algo como eso...
Mis ojos fueron a enfocar su silueta sumergida en aquel largo camisón de seda, el color burdeos de la fina prenda hacia resaltar aún más aquella pálida y descuidada piel de mi pequeña. Sentada en aquella mecedora en madera negra, en la terraza de la alcoba y con la taza de su café entre sus manos. Desde mi posición podía notar su postura, sus piernas cruzadas apoyando en el borde del asiento sus descalzos talones y meciendose de forma distraída, su cabello largo y suelto caía por sobre el espaldar de la silla y podía notar aún la humedad de el lavado, brillando con los destellos del sol sobre su cabeza, y la mirada perdida en la inmensidad profunda y turquesa del mar frente a ella...
Me acerque despacio y recargue mi cuerpo en el marco del gran ventanal, fijando mi mirada en ella, en esas facciones que embrutecian a mi cerebro, por muchos kilos que le faltarán, por muy desmejorada que estaba yo la seguía viendo hermosa...
No dije nada, porque en ese momento, en el que el único ruido de las olas del mar que rompía el silencio, mi pequeña parecía haber encontrado algo de calma a su interna tormenta.

- Sammouil...

Su voz era un leve susurro y sus ojos seguían fijos en el turquesa del mar. Me acerque hasta ella y dejé a mi mano regalarle una cuidadosa caricia en su mejilla antes de sentarme en la silla frente a ella y hablar...

- No quería interrumpir pequeña...

Dije con la mirada fija en sus ojos que seguían perdidos en el mar...
Ella solo asintió para mi, aún sin verme...
Lleno sus pulmones de el aire saturado de olor a mar y suspiro pesadamente antes de fijar sus ojos en los mios y hablar.

- Cuanto piensas esperar a decírmelo?

Pregunto en tono suave. Repetí su acción de llenar ahora yo mis pulmones de aire con aroma a mar y suspirar, dejé vagar la vista por el cálido paisaje, la arena de la playa brillante y blanca, el inmenso mar rompiendo el oleaje en su orilla y a la distancia Verónica y  Lía paseando y dejando que el mar mojara sus pies...

- No se como hacerlo pequeña...

Admiti preocupado, volviendo mis ojos a ella...

- Que tan malo es?

Pregunto

- Se ha echo una denuncia contra ese... Ese tipo, se han echo múltiples arrestos a muchos y el, por trata de blancas y varios delitos más...

Empecé a explicar. Ella asintió para mi y espero a que continuara con rostro inexpresivo.

- El problema es que le han dejado libre por falta de pruebas suficientes, y ha desaparecido...

Vi como su cuerpo empezó a temblar de forma inmediata y apreté la mandíbula. Odiaba a ese maldito, odiaba que siguiera logrando el miedo de mi pequeña transgresora...
Mi mano fue de inmediato a sujetar las suyas para tratar que sintiera la seguridad que necesitaba y continúe explicando.

- Lo están buscando pequeña, y yo no dejaré que llegue hasta ti.
- Lo hizo una vez Sammouil....
Puede y tiene los medios para encontrarme de nuevo.

Sentí el ácido de la culpa en mi garganta, mi pequeña tenía razón. Él había llegado a ella en Grecia, había conseguido su propósito de someterla y el costo fue la vida de nuestro bebé.

- No pasará Samantha, en primer lugar porque nadie salvo algunas personas de mi extrema confianza sabe que estamos aquí en el Caribe, en segundo lugar no he dejado ningún tipo de rastro de lo echo o a donde te he traído.  Y en tercer lugar pequeña...
Si por algún motivo ese desgraciado llegará hasta ti...
Le mato Samantha, no lo dudes. Antes de que el siquiera respire cerca de ti, yo le mato sin dudar.

Vi como el miedo en sus ojos negros se intensificaba, pero ella tenía que saberlo. Yo no iba a permitir que el volviera a dañarla nunca más, el no llegaría a mi mujer nunca más...

- Suenas tan seguro Sammouil...
Tanto que me genera más miedo que nada de lo que él pueda hacerme a mi...

Confeso apartando sus ojos de los míos. Negué mientras mi mano ya sostenía su delicado rostro y la hacía volver a verme.

- Tu nunca más tienes que sentir miedo pequeña... No de el, de nadie más en tu vida...
- Samuel, el ya me arrebato algo que no podré volver a tener. No quiero por el perderte a ti también de nuevo... No lo podría soportar ya. Si tú haces lo que dices, si... Le matas...
Yo perderé al hombre que amo, arruinarás tu vida, irías a la cárcel y yo quedaría completamente sola de nuevo.
- No soy ningún crío Samantha, conozco lo que puedo hacer o no según cual sea la circunstancia, y tu pequeña no volverás a perder. No puedo y no voy a prometerte algo que se no podría cumplir, porque lo que digo es cierto pequeña, si él llega hasta ti se alguna manera no dudaré en interponerme , y si es necesario que lo mate para ponerte de forma definitiva a salvo a ti, lo haré sin dudarlo siquiera.

Dije seguro. Y no mentía, si ese maldito llegaba por alguna razón a acercarse a mi pequeña yo le mataría.
Volví a suspirar pesadamente y continúe con lo que tenía que decirle, porque nos habíamos desviado del tema principal y ese era el que tenía que lograr que ella entendiera y aceptase...

- En fin, el asunto es que en la corte Suprema supieron lo ocurrido contigo en Grecia...
- Hablas de...
- De la muerte de Joaquín y el maltrato físico que causo la muerte de nuestro... Bebé.

Explique notando como sus ojillos negros se llenaban de lágrimas. Odiaba hacerla sufrir, pero más odiaba con todo mi ser a ese maldito asesino.

- Quieren que me presente a testificar? Yo... Yo no puedo, eso...

Empezó a tartamudear y temblar. Me acuclille frente a ella y aparte de sus manos la taza para sujetarlas en las mías.

- Tranquila pequeña...
Se encontró una solución a eso ya, pero si es necesario que habléis con alguien para que ellos tengan el testimonio que requieren.
- Como?
Pregunto aún con temor. Bese su frente y me dediqué a explicarle absolutamente todo. Sabía que no querría hacerlo, por eso no me sorprendió que se negara, detestaba tener que forzar a mi pequeña a hacer algo tan doloroso como hablar con alguien de todo lo que vivió durante estos cinco meses, pero para evitar que la obligará una corte a presentarse en forma física y arriesgarme a que ese maldito idiota la encontrara o atenta de nuevo contra ella tenía que hacerlo.

- Es la única manera de hacerlo sin que tengas que volver a París y presentarte en la corte a declarar cariño...
- Es que...
- Se que no quieres hacerlo, créeme que si en mis manos estuviera la forma de evitarte el pasar por eso lo haría sin dudarlo, pero también sé, que peor sería que la corte te obligue a presentarte...

Tu y yo... todo o nadaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu