Capitulo 77

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Cruzar la puerta de la casa a las tres de la madrugada, significaba que nadie estaría esperando por mi. Todo estaba casi en penumbras, de no ser por la luz que provenía de la cocina.
No esperaba que mi pequeña estuviera contenta conmigo, por el contrario esperaba que siguiera furiosa por lo de Lay...

- Llegas tarde...

Su voz era como un dulce eco a mis espaldas interrumpiendo mis pensamientos y cuando gire para verla sentí como toda mi sangre se iba a un solo punto de mi cuerpo en especifico...
No lo pensé, no lo razone. Solo camine hasta la escalera donde ella se encontraba detenida y la tomé en mis brazos, sin mediar palabras la hice enrredar sus desnudas piernas a mis caderas y la sujete por sus muslos mientras mi boca poseía la suya con desesperación, sintiendo que si no lo hacía... Que si no me adueñaba de toda ella me volvería por completo loco.
Sus manos se aferraron a mi cuello mientras yo nos dirigía a nuestra alcoba, torpemente abrí la puerta sin separar nuestros labios, sin dejar de saborear cada delicioso rincón de esa boca de pecado que era mi adicción. Los botones de mi camisa cedieron con el tirón de sus manos en cuanto nos deposite de manera algo brusca en la cama y dejaba que mis manos rasgaran la fina tela de gasa que cubría su perfecto cuerpo. Ella era pecado envuelto en gasa color burdeos, sus piernas desnudas y suaves me apricionaban tanto como podían bien pegado a su cuerpo caliente, perfumado y deliciosamente tentador para mi.
Sus manos luchaban por arrancar la camisa que acababa de romper, su cuello quedó expuesto y mis dientes se arrastraron por su piel de caramelo en descenso, atrape sus senos en mis manos justo al mismo tiempo que ella desprendía mi cinturón y luchaba por quitarme el pantalón...

- Sam...

Gimio desesperada en cuanto mis dedos se enterraron en su intimidad, acariciandole comprobando que estaba lista...
Deliciosamente mojada y perdí toda perspectiva de contenerme.
Deguste cada rincón de su piel hasta llegar a mi objetivo y cuando estuve ahí inhale como un maldito adicto ese aroma que de ella emanaba.
Deseo puro deseo... 
Mi lengua avariciosa se perdió en sus pliegues, disfrutando como mi desenfrenada desesperación por llenarme de su sabor hacia que se arqueara gritando con desesperación, sus manos jalaban mis cabellos, su cuerpo ardía ante mi desesperada degustacion de toda ella y más poseso lami, mordi toda su sencible intimidad...  Haciendo que gritara y suplicara para mi...

- Sam... Dios!!! Sam...

El orgasmo la hizo temblar y aferrarse desesperada a las sábanas de seda, jadeando y luchando por contener ese grito de plaser. Pero no, yo no tenía suficiente de ella aún, quería más, lo quería todo. Por eso no me detuve, por eso mi lengua continuó torturandola sin descanso, hasta que la sentí nuevamente a punto caramelo para mi...
Desesperado la tome por las caderas poniéndola a horcajadas  enterrandome en su intimidad, deborando sus dulces labios y sintiendo que nada en el mundo podía ser mejor que esto... Que ella...
Ella era mi refugio, mi hogar...
Sentir sus uñas en mi espalda me hizo gruñir desesperado, las embestidas eran fuertes, profundas y tan intensas que no lograba pensar en nada, solo quería hacerla gritar para mi. Los gemidos que escapaban de su boca eran como una llamarada que arrasaba con todo a su paso, no podía detenerme, no quería hacerlo tampoco, su voz me alcanzó temblorosa, con la respiración entrecortada y nerviosa a partes iguales, haciendo que por algo menos de un minuto me detuviera...

- La pildora Sam...

Mis ojos se anclaron a los de ella, intentando hacer que mi cerebro reaccionara y comprendiera lo que decía... Y si...
Ella me había avisado que necesitaba ir a una farmacia a comprar los anticonceptivos, pero entre que anoche no tuve tiempo para hacerlo y hoy salimos temprano por la cirugía de Layla, mi cabeza lo agendo para después. El problema ahora consistía en que no lo había recordado...
Sentía los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos, la respiración espesa...
El negro de sus ojos me veía turbio, yo sabía bien que la amaba y ella me amaba a mi... Entonces...
Porque carajos nos  seguía negando el echo de formar nuestra familia de una puñetera vez? Por miedo a fallar? Si tenía que pasar pasaría ahora o más adelante.

- Sam...

Su voz temblorosa logró que dejara de divagar y me centrara en este momento, en su cuerpo desnudo y caliente y yo enterrado en su ser...
Gire nuestros cuerpos dejándola de nuevo recostada sobre la cama pero sin liberarla de mi, empecé un suave, lento y tortuoso vaivén, haciendo que sus ojos se cerraran y se arqueara al sentirme nuevamente moverme en su interior. Atrape sus manos en las mías y las lleve por sobre su cabeza, sin dejar de moverme, de besar la piel expuesta de su cuello húmedo, sintiendo como todo su cuerpo se estremecía para mi mientras susurraba en su oído...

- Tu y yo tendremos un hijo pequeña... Y si e día de su gestación es hoy... Que así sea...

Cúando sus ojos se volvieron a anclar en mi, mi corazón por poco y se detiene...
Embesti fuerte, causando que todo su cuerpo estremecer, haciendo que se arqueara e Intentara liberar sus manos de mi sugestión, pero no..
Quería demostrarle que era yo el único hombre en la tierra que podía  hacerla sentir ese placer, que yo era el único que podía darle todo lo que le hiciera falta, lo que necesitaba...
Que yo podía hacerla tan feliz como ella quisiera y necesitaba....
Cuando el orgasmo volvió a hacer que gritara sentí como pi propio cuerpo reaccionaba al de ella, arrastrandome al climax y haciendo que mi cuerpo cediera agotado y satisfecho, tenía mi frente recargada en su pecho húmedo, sintiendo el perfecto aroma inconfundible de nosotros mezclado a sexo.

Tu y yo... todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora