capitulo 28

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No sabía que era lo que en verdad me causaba reír como desquiciado, si ver a Samantha correr como posesa por todo el jardín o ser el causante de que ella luchara riendo por quitarme el chocolate que le había hurtado.
La cuestión es que mi mujer parecía que hubiera vuelto a la niñez. Tenía las mejillas sonrojadas de reír, los ojos brillantes y cargados de diversión.

- Rindete pequeña, nunca me alcanzarás...

Dije entre jadeos por la carrera, Manda se había detenido un metro detrás de mi y se había inclinado apoyando las palmas de sus manos en sus rodillas, en un intento de meter el aire suficiente a sus cansados pulmones.
Juro que me engañó por completo, cuando quise darme cuenta se había dejado caer sobre el pasto y creí que tenía una crisis de asma.
Corrí a ella preocupado, pensando que de verdad no podía respirar.

- Nena...

Dije ya tomandola de la cintura para levantarla. Fue solo un segundo, juro que solo fue un segundo. En un parpadeo estaba tirado yo sobre el pasto y Samantha sentada a horcajadas sobre mi. Había arrebatado de mi mano el chocolate y reía orgullosa de lograr su cometido.
Su pelo caía suelto por su espalda y desde esta postura la imagen era perfecta.

- Decías??

Dijo conteniendo la risa y arqueando una ceja. Rompí en carcajadas pasando las manos por mi rostro y negando sorprendido.

- Me engañaste. Oh pequeña, eres perversa...

Dije atrapando la en mis brazos antes de que se apartara.  Ella río mientras ya mis labios besaban la piel expuesta de su cuello. Era increíble verla así, serena...
Riendo divertida. Me encantaba que riera, parecía incluso más joven cuando lo hacía.
Bese despacio su boca, saboreando cada rincón, disfrutando su sabor...

- Pagarás el engaño pequeña.

Dije ya mordisqueando su labio.
Puede existir algo mejor que tener a la mujer que amas riendo entre tus brazos?? Yo estaba seguro que si. Giré con Samantha bien aferrada a mi, dejándola recostada a ella en el pasto del jardín y yo casi sobre ella haciendo una perfecta jaula evitando su huida. Ella reía sorprendida, y maldito fuera si dijera que no me encantaba verla sonreír de esa forma infantil.
Un carraspeó fue el que nos devolvió la atención al resto del mundo, porque nosotros estábamos tan entretenidos que nos olvidamos incluso de los vigilantes de la casa y el personal de seguridad que había contactado.  Cuando la cabeza de Samantha se acomodó lo suficiente para ver a su espalda quien era y yo eleve la mirada para enfocarlo también, nos encontramos con un Erick parado cerca de nosotros. Su postura me indicaba que algo ocurría y de inmediato me puse de pie, Tendí mi mano para ayudar a Manda a levantarse mientras hablaba a el jefe de seguridad.

-( Sam)  Buen día Erick. Quieres un café?
- ( Samantha) Buen día...

Pregunté ya llevando a Samantha de mi mano a la mesa de jardín donde habíamos empezado a desayunar.

- ( Erick) Buen día, no Samuel gracias, señorita...
- ( Samantha) Ya pedí que me dijeran Samantha , o si lo prefiere Taliz. Pero el señorita...

Dijo seria mi mujer al hombre.
No pude evitar sonreír, mi pequeña transgresora no quería ser tratada con tanto formalismo por gente que estaría cerca suyo todo el tiempo. Vi como Erick esbozaba una muy pequeña sonrisa y asentía para ella.

- ( Erik) Tienes razón Taliz. Lo siento...
Es costumbre supongo.

Le respondió conciliador Erick y ella pareció satisfecha. Estaba a punto de preguntar que pasaba cuando Manda se me adelantó a hablar.

- ( Samantha ) Bien. Ahora...
Se que hay alguna cosa que tienes que decirnos y sé también que de seguro no me agradara escucharlo. Pero lo harás de todos modos...

Creo que tanto Erick cómo yo estábamos mirando a Samantha con los ojos demostrando sorpresa. Pero ella tenía algo de razón, le prometí que nada se le ocultaría y toda decisión la tomaría ella. Por lo mismo ya sentado le di una mirada a Erick que buscaba supongo apoyo en mi y asentí para que hablara.
El tipo cargo de aire sus pulmones antes de hablar. O que no esperaba era que dijera lo que dijo...

- ( Erick ) Corsa está afuera de la propiedad y exige hablar con el Señor Riviera.

Creo que en cuanto escuché
" Corsa" mis ojos ya estaban fijos en Samantha. Palideció tan pero tan rápido que me preocupe. Todo el color sonrosado de su rostro se había esfumado por completo y pude ver como su  cuerpo tembló con solo escuchar esas palabras.
Mi cabeza empezó a trabajar a toda velocidad y varias preguntas asaltaron mi mente.
Cómo por ejemplo, Como sabía quién era yo? Cómo supo que estaba en Grecia? Y como carajo supo de esta casa?
Pero no podía detenerme en eso, porque tenía que hacer que Samantha estuviera tranquila.
Mi mano fue a tomar la de Samantha que no podía apartar la mirada llena de miedo de Erick.

- ( Sam) Nena...

Cuándo sus ojillos me vieron sentí como mi cuerpo dolía solo de verla así de asustada.

- ( Samantha ) Yo... No pensé que...
- ( Erick) No tiene idea de que usted está aquí Taliz. Solo está buscando a Samuel.
- ( Sam) Dio alguna razón de porque quiere verme?

Pregunté sin soltar la mano de Samantha.

- ( Erick ) No Samuel. Solo les grita a los de la entrada que lo dejen hablar contigo. Que tú le recibirás.
- ( Sam) Está bien, vamos a darle un pequeño recibimiento al señor.

Los ojos de Samantha me vieron asustados. Pero yo ya tenía decidido lo que haría. Si el tipo había llegado hasta aquí, era porque yo no había ocultado mi llegada a Grecia. Que bien podría haberlo echo.
Me puse de pie y bese a Samantha de forma serena para brindarle tranquilidad. Yo no tenía miedo de ese idiota y si creía que me asustaría presentándose en mi casa, era momento de mostrarle que yo no bailaría a su compás.

Tu y yo... todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora