DIECISÉIS

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Changbin despertó con algo haciéndole cosquillas en la nariz, y una extraña sensación de peso sobre su pecho.

Abrió lentamente los ojos con pesadez, siendo iluminado por los rayos resplandecientes que se filtraban desde la ventana. Era de día, tal vez ya de medio día, y había faltado a la escuela. No es que tuviese una asistencia perfecta que mantener ni muchas ganas de ir en realidad, estaba enfermo y de igual forma no tenía algún examen importante que dar, así que no se alarmó. Barrió mirada por la habitación —que sin duda no era la suya— y finalizó en el cuerpo que dormía contra su pecho. Felix se hallaba aferrado a él como si de un oso de felpa se tratase, mientras ocultaba el rostro en su cuello con la respiración haciéndole cosquillas. Changbin sintió sus mejillas arder. Había pasado la noche durmiendo con Felix, y ahora lo recordaba ¡Él mismo había atraído al chico a su pecho y lo había hecho quedarse allí! Qué vergüenza ¿En qué estaba pensando? Posó la vista de nuevo en el rubio. Su boca se entreabría y sus pecas se veían más claras que nunca. Jamás lo había tenido tan cerca. Changbin recuerda que desde que pasó aquello en la fiesta con Chan hace años, había sido extremadamente cuidadoso con el contacto físico que otras personas le daban. No le gustaba siquiera que los profesores le tocaran por el hombro cuando iban a llamarlo, odiaba recordar como una persona había hecho y deshecho con su cuerpo sin poder tener el control. No dejaría que nadie nunca más lo tocara sin su consentimiento. Pero ahí estaba, con el chico que había conocido hace un mes aferrando los brazos en sus hombros y él tomándolo con una mano de su delgada cintura. Era increíble como Felix rompía todo lo que se suponía que era su zona de confort. Era increíble y a veces le daba miedo. Desde hace un mes Changbin había estado comparando poco a poco lo que era su antigua amistad con Chan y lo que ahora tenía con Felix, porque a pesar de que eran personas distintas, la situación era la misma, una amistad.

Pero no lo sentía igual.

Aunque le había costado al principio acostumbrarse a Chan y su forma de ser, todo había transcurrido normal después y él se sentía cómodo en cualquier aspecto. Pero con Felix...era un tipo de comodidad acompañada de nervios que no entendía, ¿Sería por su miedo? Como por ejemplo de que si hubiese estado en la misma situación con Chan justo ahora, no le hubiese importando, e incluso ya lo hubiera despertado con una patada para que se quitara de encima, pero con Felix...sería más cuidadoso. Verlo durmiendo en su pecho no era algo que molestara, el contacto físico con Felix no era algo que le molestara, inclusive Felix en sí era muy molesto ¡Pero eso no le molestaba! Era extraño. Siempre había odiado a las personas que pasaban las barreras de la confianza sin permiso, por ejemplo Jeon Jungkook, el odioso chico pelirrojo de su clase—que actualmente era castaño—nunca había dejado de ser increíblemente pedante y entrometido en sus asuntos, y lo peor de todo no era eso.

Lo peor de todo era que parecía estar en todos lados.

Veía a Jungkook en clases de matemáticas y para su mala suerte también habían coincidido en una de historia. Se lo topaba en los pasillos, en mesas cerca del comedor, en los baños, en el estacionamiento. Sería casual ya que están en la misma escuela cursando el mismo año y es muy probable toparte muchas veces con algunas personas, pero también lo encontraba mientras estaba en la calle. Varias veces estuvo tentado a preguntar si lo estaba siguiendo, pero las pocas veces que Jungkook se había lanzado a hablarle, las conversaciones siempre eran manipuladas para que terminaran en temas que el propio Jungkook soltaba. Era difícil ignorar a una persona como Jeon.

Dejó de pensar cuando el delgado chico entre sus brazos comenzó a moverse torpemente.

Sintió a Felix elevar su cabeza aún con los ojos cerrados, ahora más cerca a la altura de su barbilla que de su cuello. El chico intentó estirar sus extremidades, pero el espacio era reducido, por lo que arrugó su pequeña nariz impregnada de brillantes pecas cuando notó que era sostenido por algo, fue entonces cuando abrió los ojos. Changbin soltó un chillido en su interior sin saber muy bien que cara se debía poner al despertar en aquella situación. El rubio batió un par de veces sus pestañas para fijar la mirada en el chico que estaba usando como almohada. Sus pupilas estaban dilatadas y más brillantes de lo usual, siendo acompañas de un color café mucho más claro combinando a la par con el de sus pecas. Cuando pudo verlo, Changbin no notó sorpresa en su cara somnolienta, ni mucho menos vergüenza. Que indignación ¿Cómo rayos hacía eso? Él estaba muriendo internamente y Felix estaba ahí tan natural mirándolo mientras estaba recostado en su pecho con una sonrisa burlona.

Stay With Me ↬【Changlix】Where stories live. Discover now