CUARENTA Y DOS

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—Gracias—dijo Seungmin a penas bajó del auto.

—A su orden, joven Yang—respondió el chófer amablemente para luego arrancar el vehículo en dirección al estacionamiento.

Seungmin observó su casa con pesadez y ajustó la mochila que colgaba de su hombro derecho.

Regresaba solo de la escuela de nuevo. Su hermano tenía dos días quedándose en casa con la excusa de que no se sentía del todo bien de salud. Seungmin sabía que no era cierto, a duras penas Jeongin había asistido a clases los días anteriores, no por que estuviese enfermo, sino por todo lo demás que sucedía.

Seungmin no dejaba de pensar en ello.

Lo que trató de evitar toda su vida, terminó sucediendo. En parte se odia por no haberlo detenido antes. Él tenía las grandes sospechas de que algo pasaba entre Hyunjin y su hermano, pero no fue hasta que los vió besándose que pudo reaccionar.
O quizá siempre lo supo, pero trataba de ignorarlo...Ni él mismo comprendía cuáles eran sus intenciones.

Quizá...una parte de él estaba feliz sabiendo que al menos su hermano estaba siendo correspondido.

Pero más grande era su sentimiento de temor y rechazo ante todo.

Uso sus llaves para abrir la puerta con cuidado, y no tardó el advertir los sonidos provenientes del comedor.
Por cada paso que daba más cerca, más podía identificar las voces y lo que decían, no fue hasta que estaba a una pared de separación que escuchó todo claramente.

—¿Qué fue lo que dijiste, Jeongin?—exigió con dureza la voz de su padre. La piel de Seungmin se erizó y su corazón casi escapa de su boca.

—Yo..-yo—identificó a Jeongin—...a mí...me gusta un chico, papá. Estoy enamorado de un hombre-

Pero antes de que la voz quebradiza de su hermano terminara de dar aquella gran confesión, el sonido de una bofetada retumbó hasta sus oídos frenando en secó sus palabras.

Seungmin negó mientras caía al piso abrazándose a si mismo. Eso no podía estar sucediendo, era una pesadilla.
Detrás de la pared escuchó los sollozos de su madre y pasos firmes de un lado a otro.

—Lo preguntaré una vez más, Jeongin—habló el hombre nuevamente con autoridad y furia creciendo en su interior.—¡¿Qué fue lo que dijiste?!

Seungmin negó mientras lágrimas se acumulaban en sus ojos.

—M-me gusta un chico, papá—dijo su voz cada vez más débil e indefensa— Estoy enamorado de un hombre, y no voy a ocultarlo por miedo.

El momento se sintió en cámara lenta.

Seungmin entró a la habitación y se colocó frente a Jeongin recibiendo el impacto de un duro golpe que fue directo a su nariz.

Su madre gritó mientras que Jeongin mostraba la sorpresa y el terror en su cara.

—Apártate, Seungmin—ordenó el hombre, que a pesar de también estar algo sobresaltado por la aparición de su hijo mayor, no dudaría en hacerlo parte del castigo.

—N-no lo hagas—trató el hablar mientras apoyaba las manos en el piso buscando soporte.

Jeongin también estaba tirado detrás de él con la mejilla roja y el labio sangrando. Seungmin cerró los ojos odiando mucho verlo así. Él debía protegerlo. Era lo que más amaba en el mundo, no dejaría que algo malo le pasara nunca. Por eso mismo tomo fuerzas para reincorporarse, levantar su rostro y mirar al hombre que le dió la vida directamente a los ojos. Podía ver el odio y el asco en sus ojos. ¿Esa debía ser la mirada que le otorgaba un padre a su hijo? Más atrás estaba su madre llorando como si la tragedia fuesen ellos el lugar de lo que les ocurría. ¿Qué pasaba por la mente de los adultos? Era demasiado tarde para pensar en ello.

Stay With Me ↬【Changlix】Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt