VEINTICINCO

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Myeong movía su pie con impaciencia. Tener que ir cada cierto tiempo de vuelta al hospital  no mejoraba su rechazo a este, pero tenía que. Necesitaba buscar la prescripción del doctor Kim para las pastillas de su esposo.

Últimamente no estaba segura de como se sentía. Su hostigamiento estaba presente todo el tiempo, era como si hubiese olvidado esa sensación de respirar, de vivir. Todo parecía tener un defecto en su vida. Su casa, su economía, su familia.

Ella.

Sentía que hacía todo mal cuando se suponía que era lo correcto. Esperaba en casa como una buena esposa limpiando cosas una y otra vez en espera de recibir a su esposo e hijo con una buena comida y todo en orden. Pero no resultaba así. El no trabajar solo bajaba los ingresos, no podía hacer comidas decentes con la escasos productos de su nevera, ni siquiera su esposo tenía un trabajo estable, y de Changbin ni hablar…

Solo complicaba más las cosas.

Su hijo, ¿qué le costaba ser un poco más maduro? ¿cuándo entendería que soñar no era para la gente como ellos? No le tenían fácil, no tenían nada. Tal vez en otras circunstancias hubiese permitido que Changbin hiciese lo que le diera la gana, ¿pero como estaban? No. Changbin tenía que terminar sus estudios, ir a la universidad y graduarse de una carrera respetada, algo que le diera para vivir.

¿Música? Los músicos tienen futuros inciertos, solo es cuestión de suerte. Y más suerte suelen tener los adinerados, por lo tanto, su hijo nunca tendría oportunidad.

Por eso era así con él. Changbin necesitaba una mano dura que lo guiara hacia su camino, y si su esposo no lo hacía, ella sí. Cuando empezó a darse cuenta que los gustos de Changbin solo estaban centrados en las estupideces de componer canciones temió porque solo se dedicara a ello y perdiera su rumbo. Era su culpa, había sido demasiado blanda con él. Estaba criando a un hombre y tenía que hacerlo bien.

Aunque sinceramente le dolía hacerlo.

Un hombre se acercó a paso lento. Myeong conectó con su amable mirada y este le saludó con una sonrisa.

—Señora Seo, un gusto verla de nuevo, ¿cómo está?—habló con su cordial y firme voz. Myeong extendió su mano y el doctor Kim la tomó suavemente dando un leve apretón.

—Igualmente, doctor. Todo ha estado bajo control. Jongsu no ha presentado malestares ni nada extraño hasta ahora—informó al hombre, este se quitó sus anteojos y los guardó en su bata blanca.

—Oh, me alegra saberlo, aunque, bueno, primero me preguntaba como estaba usted—dijo con gracia. Myeong sintió vergüenza de momento e intento disimularlo levantándose de su asiento.

—Ah, sí, yo, estoy bien, muchas gracias—respondió.

—¿Su migraña a empeorado?—cuestionó. Se sintió algo sorprendida de que lo recordará.

—No, siempre es igual, doctor, o es leve o se intensifica, pero todo el tiempo esta allí. Ya me acostumbre a vivir con ello—respondió.

—De igual forma no debería descuidarse. Puede ser peligroso, tiene que también preocuparse por su salud—intervino pausadamente.—Si en algún momento requiere de una consulta estaré a la orden, no dude en venir a verme.

Asintió con la cabeza y acomodó la cartera en su hombro. No le incomodaba la amabilidad del doctor, pero había una sensación extraña con los detalles del hombre que la inquietaban. Quizá eran ideas suyas, ideas muy estúpidas ya que era un doctor y de eso debía encargarse. Preocuparse por los demás. No sabía en qué estaba pensando.

—Lo haré, muchas gracias—dijo reincorporándose con la cabeza en alto.—Si no le molesta, ¿podríamos pasar por prescripción? Tengo algunas cosas que hacer en mi hogar y no quisiera tardarme.

Stay With Me ↬【Changlix】Where stories live. Discover now