Capítulo 2

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Son las 9:50 cuando me encuentro en la puerta del club. Por suerte mí día aquí comenzaba 10:30. Muy bien, voy a tener tiempo para recorrer el lugar y conocer a los que serán mis compañeros ahora.

—¡Rue! –llama una voz femenina a mis espaldas que reconozco al instante. Lucía.

Me doy la vuelta y la veo. Esta impecable como siempre. Con unos shorts de jeans azules y una camiseta con el nombre "Sprinter's-Power's" grabado en ella, por supuesto. Su pelo rubio perfectamente lacio cae sobre sus hombros haciendo que luzca aún más hermosa.

—Hola, Lu. –digo dándole un abrazo.

—Te he estado esperando diez minutos aquí abajo y siento que me derrito. –dice riendo. —Ven, entremos así no perdemos tiempo.

Lucía abre directamente los portones del club y nos adentramos en el lugar. Subimos una escalera que nos lleva a pasar por un pasillo con un ventanal enorme que da vista hacia el patio central del club. No lo recordaba tan grande, pero sin duda han hecho muchísimas reformas ya que este pasillo antes no existía. Llegamos hacia el final y se pueden tomar rumbos hacia la izquierda o derecha.

Lucia me guía por el lado izquierdo y dice:

—Este pasillo da directamente hacia las piscinas. Esa puerta de ahí es el vestidor que ocupan tus compañeros y ahora tú también. Ven. –dice abriendo la puerta.

Entramos al vestidor y me quedo helada al ver que es enorme. Hay ocho filas de casilleros azules divididas por pequeños pasillos, las baldosas del suelo son completamente negras, haciendo que convine con este azul de los casilleros y con el blanco de las paredes.

—¿Te gusta? Reformamos el año pasado. –comenta.

—Si, ya veo. Me encanta.

—Ven, aquí al fondo estan las duchas. –dice llevándome hacia el fondo del vestuario.

Increíble. Completamente increíble. Hay dos puertas de madera estilo bar americano con un cartel que obviamente tiene escrito "DUCHAS" que dividen las duchas del vestuario. El suelo y las paredes son completamente blancos. Hay diez duchas en total y cada ducha es personal, en cada puerta tiene el nombre de la persona a la que le corresponde.

Inconscientemente reviso sus nombres. Santiago, Elliot, Samantha, Jacob, Nathalie, Stella, Brenda, Nate... y la última no tiene nombre.

Lucia se da cuenta de que me quedo viendo la puerta sin nombre y dice:

—Esa es para ti, Rue.

—¿De verdad? –pregunto con una sonrisa.

—Si. –responde. —Tenemos que hacer el cartel con tu nombre, quizá mañana ya este listo para colocarlo.

Algo me llama la atención y respondo.

—Gracias. –le digo. —Pero... allí afuera hay vestidores como para todos los niños de la colonia...

—Oh, es que cuando los instalamos teníamos la idea de que fuera para ellos. Pero se sugirió que sea para los salvavidas y porteros, y así fue.

Salimos de las duchas y del vestuario nuevamente hacia el pasillo, y nos dirigimos a las piscinas.

Llegamos a ese enorme lugar donde me topo con la piscina olímpica que según me dijeron tiene al menos quince metros de profundidad, se puede ver a dos mujeres nadando. Envidia de la buena les tengo, yo jamás podría nadar ahí dentro ya que no soporto la idea de no poder tocar algo duro con mis pies. En el fondo de puede ver la otra piscina que es de al menos 2 metros de profundidad.

Los recuerdos de cuando era niña y podía estar horas metida ahí vienen a mi mente causando nostalgia. Entre ambas piscinas hay una especie de barra que sólo sirve bebidas sin alcohol, por supuesto.

Lucía toca su silbato y grita.

—¡Chicos! ¿Pueden venir un momento, por favor? Quiero presentarles a su nueva compañera.

En cuestión de un segundo, las dos chicas de unos 20 años salen de la piscina olímpica y se dirigen hacia nosotras.

Otros dos chicos de la misma edad aparecen de la cancha de tenis que esta justo detrás de la piscina menos profunda.

—Hola. –saludan los cuatro al unísono.

Les sonrío en respuesta.

—Muy bien, ella es Rue. Se incorpora desde hoy a la colonia y estará en esta área con ustedes. Desde ya saben cómo comportarse y deben tenerle paciencia hasta que ella se adapte, ustedes también fueron nuevos alguna vez y ya saben como es la situación. –dice con una sonrisa. —... ¿dónde está Nate?

En ese momento todos se dan la vuelta y miran a mis espaldas, sé que las miradas no son para mi pero igual me siento incómoda. Entonces me giro y veo lo que todos estaban observando, y en ese instante todo empieza a correr en cámara lenta.

Santo Dios...

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