Capítulo 19

11.9K 1K 109
                                    

Estoy en la esquina tal y como Nate me ha dicho cuando veo que desde la avenida dobla con su camioneta al doble de la velocidad que se permite. Frena de golpe cuando me ve y cruzo la calle para subirme. Entro y apenas lo veo rompo a llorar de nuevo.

—Siento no haberlo dicho antes, Nate. Pero no podía. –digo y me cubro el rostro con las manos para que él no pueda verme llorar.

—Hey, –dice quitándome las manos del rostro y poniendo la suya en mi mejilla. —no estás obligada a ir contando tu vida a los demás. Deja de llorar, por favor. Te llevaré a tu casa y te haré compañía el tiempo que tu quieras, ¿de acuerdo?

Asiento incapaz de emitir palabra alguna y Nate hace un giro en u para salir nuevamente hacia la avenida.

••••

No he podido hablar en todo el trayecto. Por más que quiera tanto agradecerle a Nate lo que ha hecho las palabras no pueden salir de mí boca. Estoy tan herida, sabía de lo que era capaz esa mujer, pero nunca imaginé que fuera yo de la que vaya a hablar de esta manera.

Nate me desabrocha el cinturón y baja para abrirme la puerta. Sin embargo cuando lo hace, me giro hacia él y me pierdo en sus ojos. Ninguno de los dos corta la mirada, ambos la sostenemos.

—Gracias. –logro articular un pequeño susurro.

Nate sonríe tímidamente y toma mi mano para ayudarme a salir.

—¿Tienes llaves? –pregunta Nate cuando estamos en la puerta.

—Eh... en la maceta que está en la ventana. –digo tratando de buscarla pero él ya las ha encontrado.

Abre la puerta y nos adentramos al pequeño living. Nate cierra la puerta detrás suyo y cuelga las llaves en el llavero que está junto a la puerta.

Me adentro en la cocina y subo las escaleras, ni siquiera tengo que fijarme si Nate me sigue porque sé que lo está haciendo.

—Necesito darme una ducha. –digo cuando abro la puerta de mi habitación. —Puedes quedarte aquí si quieres. Y si también quieres puedes ir y buscar galletas en la cocina. –me dirijo hacia mi closet para buscar ropa limpia.

—Por mi puedes quedarte cubierta de barro seco. –dice mientras se sienta en mi cama.

Sonrío.

—Comienza a darme comezón así que optaré por quitarlo. –bromeo.

—Tómate el tiempo que quieras. Estoy seguro de que no quieres galletas. –dice y ríe.

—De acuerdo. –giro sobre mis talones y salgo de la habitación dirigiéndome hacia el baño.

El agua caliente me relaja completamente. Tomo una esponja y lavo el barro de mis piernas, froto tanto que la piel me queda de un tono rosa pálido tirando al rojo. Cuando salgo del agua seco mi cuerpo con una toalla y comienzo a vestirme. Me pongo unos shorts de licra grises y una camiseta enorme que sólo he comprado para dormir. Ni siquiera me tomo el tiempo de peinarme ya que no tengo ánimos de hacerlo entonces salgo descalza nuevamente hacia mi habitación, pero cuando entro no hay rastros de Nate.

¿Se ha marchado?

Estoy en plena teoría de qué pudo haber hecho cuando la puerta se abre y él entra con una bandeja negra con dos tazas y un paquete de galletas con chips de chocolate.

—¿Estás mejor? –pregunta dejando la bandeja en el pequeño mueble que está frente a la cama.

—Si, eso creo. –digo ahora que las palabras ya pueden escapar de mí.

••••

Hemos terminado de merendar y Nate me ha recordado buscar la caja de los recuerdos para que le echemos un vistazo juntos.

Me bajo de la cama y me dispongo a buscar la caja dentro del closet, no la he dejado muy a la vista así que tengo que mover un par de cosas para encontrarla. Cuando la tomo, me dirijo nuevamente hacia la cama donde un Nate expectante me observa. Está sentado con la espalda en el respaldo de ésta con una pierna dentro de la cama y otra fuera de ella. Me subo a la cama y cuando ya estoy cómoda abro la tapa de la caja y le revelo a Nate lo que hay dentro.

Él se ríe con la mayoría de las fotos que le muestro, le muestro una, dos, tres, hasta que llego a una en la que estoy yo sola, sonriendo. Es una foto que me ha tomado mi ex mejor amiga antes de iniciar el último año, estoy cubierta de harina y pintura ya que habíamos celebrado nuestro último primer día de secundaria. Estaba tan feliz... no sabía que ese año iba a causarme tanta tristeza.

Sostengo la foto en mi mano hasta que pregunto.

—¿Crees que pueda superar todo esto?

Nate me mira fijamente.

—Lo has superado. –afirma.

Niego con la cabeza reiteradas veces.

Suspiro.

—Sabía que no era buena idea ir a ese infierno.

—Tú no sabías lo que iba a ocurrir.

—No, no lo sabía. Pero siento que ha abierto nuevamente tantas heridas. –digo recordando las palabras hirientes de Elena.

Ahora es él quien niega con la cabeza.

Nos observamos. Siento como el tiempo se detiene cuando Nate baja su vista hacia mi boca y comienza a acercarse lentamente.

Mi corazón late desbocado, tanto que temo que pueda salirse de mi cuerpo. Nate llega al punto de que nuestras respiraciones se mezclan, me toma de la mejilla con su mano derecha y mi corazón se acelera todavía más cuando acerca su boca y posa un beso sobre mi mejilla derecha, comienza a dar pequeños besos mientras baja cada vez un poquito más, hasta dejar uno en la comisura de mis labios. Logro exhalar de golpe todo el aire que no sabía que había estado acumulando.

Nate se aleja sólo un centímetro de mí para mirarme a los ojos.

—Supongo que voy a estar encantado de curar todas tus heridas.

The First Where stories live. Discover now