Capítulo 16

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Nos ponemos al día en quince minutos con Ethan cuando Nate se acerca.

—Ethan, ya he enviado los datos a tu correo, comprueba si han llegado.

Ethan chequea esto en su celular y chasquea la lengua.

—Todo ha llegado correctamente. Gracias Nate, me has salvado. Bueno me tengo que ir, Rue fue un placer volver a verte. Es increíble... oye Nate, ¿has notado que Rue se ve como una mujer? –se burla.

Nate se aclara la garganta nervioso.

—Claro, se le llama pubertad, imbécil. –dice poniendo los ojos en blanco.

—Debe tener a muchos chicos detrás de ella... –dice en un tono burlón pero a la vez tratando de provocar más que una broma.

—Oigan, sigo aquí. –digo para después reírme. —Adiós, Ethan, me alegró mucho verte. –me despido y le paso el portátil a Nate para que finalice la llamada.

Nate mira la pantalla y se pone serio.

—Don't do that again or I'll kill you. –murmura y del otro lado Ethan suelta una carcajada. Se oye como se finaliza la llamada.

—¿Por qué se ha ido a vivir a Londres? –pregunto con curiosidad.

Nate deja la portátil en la cama y se levanta para bajar los escalones.

—Fue a estudiar gastronomía, pero se enamoró de una chica y eligió vivir con ella allí. –contesta y se rasca la nuca.

Me levanto.

—¿Hay algo más? –pregunto como si le faltara contarme.

—No...

—Creo que me estás... –en ese momento me tropiezo con un escalón y me voy de bruces. Nate me agarra antes de que mi cara se estampe contra el suelo.

—¿Estás bien? –pregunta Nate con preocupación.

Asiento aun en sus brazos. Ambos nos quedamos mirándonos fijamente.

Error. En ese momento cometo un error enorme. Mis ojos bajan hasta su boca y observo como saca la lengua para humedecerlos. Toda imagen en mi mente se distorsiona dejándola completamente en blanco. Lo único en lo que puedo concentrarme en es esos labios gruesos. Nuestras respiraciones son entrecortadas, es como si todo el oxígeno se hubiera esfumado dejándonos a ambos respirando con fuerza.

Nate comienza a acercar su rostro y esos labios lenta y dolorosamente hacia los míos. Quiero que me bese. Necesito que me bese.

—Rue. –susurra Nate.

—Nate... –estamos a tan sólo un centímetro de unir nuestros labios...

—¡Nate! –llama Darcy del otro lado de la puerta.

Ambos salimos de ese maravilloso trance y Nate se levanta conmigo en sus brazos. Me suelta y se dirige hacia la puerta.

—¿Si? –pregunta abriéndo la puerta sólo diez centímetros.

—¿Rue se queda a cenar con nosotros? Así pongo un cubierto más en la mesa.

Nate se da la vuelta y me mira esperando mi respuesta. Niego con la cabeza.

—No, tengo que llevarla a su casa dentro de diez minutos.

—Oh, qué lastima. Otro día será entonces. –oigo que dice del otro lado de la puerta. Nate la cierra y posa su mirada en mi.

—¿Estás bien? –pregunta nuevamente.

—Si. ¿Puedo ir al baño? –pregunto y siento como mis mejillas arden.

—Claro, es la puerta de en frente. –dice abriendo la puerta.

Cierro la puerta del baño y me apoyo sobre ésta. ¿Qué mierda fue todo eso? Hemos estado a punto de besarnos si no fuera porque su madre nos interrumpió. No sé si me siento salvada o desilusionada por eso.

Me fijo en el lugar donde estoy parada y quedo maravillada al ver como es el baño. Los pisos y paredes son completamente de piedra gris, hay un pequeño cubículo donde se encuentra la regadera, la ducha es una flor cuadrada de acero inoxidable de unos 20x20 cm, debajo de esta hay unos grifos led que pueden manejar el tiempo de la caída del agua. Hay una encimera con dos bachas de cerámica marrón con dos grifos de acero inoxidable. Encima de éstos hay un espejo enorme. Me atrevo a verme en el reflejo y como lo sentía en mi piel, estoy tan roja como un tómate e incluso más. Abro el grifo y lavo mi cara con agua helada para tratar de alivianar un poco el calor y enrojecimiento de mis mejillas.

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