Capítulo 55

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Esto me supera. No quiero sonar alarmada, pero la última vez que hablé con Nate fue ayer por la noche, y sólo fueron un par de minutos.

Me cubro el cuerpo con una manta y ruego porque todo esté bien con él y que nada vuelva a salir mal.

Me moriría si Nate cambió de opinión con respecto a nosotros. Ayer lo noté bien, estábamos bien, pero ahora no responde mis mensajes y comienzo a dudar de todo.

Suspiro. Me giro de lugar en mi cama y miro hacia la pared lateral de mi habitación.
Lentamente, voy cerrando mis ojos y dejándome llevar por el sueño, el cual me regala terribles pesadillas.

••••

El autobús está repleto de gente cuando me subo, por suerte las ventanillas están abiertas, o de lo contrario, estaría sufriendo un ataque por falta de aire.

No pude dormir muy bien anoche, la preocupación me jugó una mala pasada y me ofreció pesadillas toda la noche, puede que me haya despertado tres o cuatro veces en la madrugada. Cierro mis ojos y le doy gracias a Dios por haber despertado antes de que sea mi turno de bajar y no haber terminado en cualquier otro lugar.

Observo mi celular cada tres minutos, o menos. Nate sigue sin contestarme. Espero que solo sea una falla con su celular y que él esté en el club, aunque me parece extraño que no me haya recogido, extraño y aliviador, extrañaba oír música mientras viajaba en el autobús camino al club.

Entro al vestuario y veo a todos allí... A todos menos a mi novio. Pronunciar esas dos pequeñas palabras en mi cabeza me resulta más emocionante cada vez.

—¿Dónde está Nate? –pregunto mirando seriamente a todos.

Ellos solo me miran como si no supieran.

Suspiro y apoyo mi espalda contra un casillero que no es mío.

—¿Pelearon de nuevo? –pregunta Stella.

Levanto la mirada hacia ella y niego con la cabeza.

—No, para nada. Solo quería saber si lo han visto.

—Su camioneta no está. Si es así, es cien porciento probable que no venga. –comenta Elliot.

Asiento y luego doy un suspiro antes de abrir mi casillero.

Salgo hacia afuera cuando los niños ya están metidos de lleno en ambas piscinas. Dejo mi celular en la reposera y me siento en la punta a observar a los niños en el agua, pero a los pocos minutos, necesito volver a tenerlo en mis manos ya que no puedo seguir con tanta preocupación, marco el número de Nate y me lo llevo a la oreja con la esperanza de que conteste. Los tonos pasan cada cinco segundos pero en ninguno contesta. Corto la llamada y me froto el rostro con las manos, llena de frustración.

¿Por qué tienen que suceder este tipo de cosas cuando lo único que quiero es estar bien con él? ¿Acaso todo el plan de ser novios se ha ido al carajo?

¡No! No voy a ponerme a pensar en cosas negativas, Nate y yo estamos bien. Nate y yo estamos bien... Eso voy a corroborar cuando me conteste.

••••

Las horas han pasado demasiado rápido. Son casi las tres de la tarde y ni siquiera me he dado cuenta de que casi mi trabajo finaliza. Nate sigue sin contestarme pero he estado tan ocupada que no le he prestado mucha atención a mi celular. Lo saco del bolsillo trasero de mis shorts y la preocupación se instala nuevamente en mí al ver que no tengo nada nuevo de Nate. ¿Dónde está?

Me quedo viendo la pantalla cuando una nueva llamada entra. El nombre de Nate aparece en la parte superior de la pantalla y cuando reacciono, presiono rápidamente en sensor verde y me llevo el teléfono a la oreja.

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