Capítulo 21

13.5K 958 112
                                    


Talking Body de Tove Lo suena en la emisora de radio y yo la tarareo. Nate ha estado conduciendo por la autopista hace más o menos una hora y media.

Ha tratado de darme algunas pistas sobre el lugar a donde estamos yendo pero no he logrado sacar ninguna.

—¿De verdad no tienes la mínima idea? –pregunta sorprendido.

—De verdad. Pero me has dado pistas difíciles así que no puedes quejarte. –respondo y después reímos.

—Bueno, es mejor para mí.

—¿Cuánto falta? –pregunto y cambio la emisora de la radio una vez que la canción finaliza.

—¿Estás ansiosa?

—Me tienes metida en esta camioneta hace hora y media, se me duermen las piernas. –digo moviéndolas para que el hormigueo de mis pies se detenga. _¿Es un lugar en el campo? –pregunto cuando me doy cuenta de que hemos dejado atrás la zona céntrica para pasar a ver kilómetros y kilómetros de verde.

—Supongamos que sí. Ya estamos cerca. –dice tarareando una canción que suena en la radio.

Sólo transcurren cinco minutos cuando Nate toma una salida y baja de la autopista para entrar a una calle sin asfaltar, a nuestros alrededores todo parece ser campo, o eso supongo porque el pasto sobrepasa los dos metros de altura. Un kilómetro más adelante Nate dobla hacia la izquierda y un enorme cartel aparece frente a nosotros; "RESERVA ECOLÓGICA; MÁS DE 12.000KM CUADRADOS Y 150 ESPECIES"

Mi boca se abre en forma de O, me giro hacia Nate y veo que me esta observando con una sonrisa en su rostro.

—Esto es increíble. –me agarro la cabeza con ambas manos.

—Sabía que iba a gustarte. –dice entrando al aparcamiento de la reserva.

—Y más que eso, me encanta. –sigo sin poder creerlo.

Nate aparca la camioneta y apaga el motor, nos bajamos y él abre la puerta trasera y saca la caja que tenía al salir del club.

—¿Te dejarán entrar con eso? Son demasiado estrictos en lugares como éste. –dudo.

—Digamos que dejan hacerlo a uno cuando se lo lleva nuevamente a su casa. –dice sosteniendo mejor la caja.

Caminamos la misma distancia que tiene una calle de cuidad y después doblamos a la izquierda para toparnos con la cabaña central, a su lado hay un cartel que detalla que hace años era una estación de ferrocarril pero los arboles comenzaron a crecer más de lo normal y la fauna llegó adueñándose del lugar entonces decidieron hacer un atajo a las vías para que el ferrocarril pase por los alrededores de la reserva. A un lado hay un estante con un vidrio que tiene cientos y cientos de folletos, tomo uno y agradezco haberlo hecho ya que es el mapa de toda la reserva.

_Ahora no nos perderemos. –le digo a Nate con una sonrisa.

—De todas maneras no íbamos a hacerlo, conozco bien el lugar y el punto al que vamos no necesita mapa alguno.

—¿De qué hablas? –pregunto sin entender. Cada área autorizada aparece dentro de este mapa, ¿adónde querrá ir Nate?

—Ya lo verás. –me guiña un ojo y yo me derrito por dentro.

Seguimos nuestro camino hasta encontrar el pasillo amplio de tierra el cual el mapa señala como entrada principal. En un costado hay un guardia de seguridad que nos saluda cuando entramos. Explorar, aquí vamos.

Observo el mapa y me doy cuenta de que en realidad es como un laberinto que conecta todos los caminos en una especie de parque de descanso. Adónde quiera que vea, sólo veo arboles, árboles y árboles que parecen tocar el cielo gracias a su gran altura, Nate va un paso más adelante que yo ya que estoy concentrada en el bosque por si logro ver algún animal. Según el folleto, no debo hacerles fotos ni darles de comer ya que puede alterarlos.

The First Where stories live. Discover now