Capítulo 57

12.2K 733 169
                                    

Lo primero que hago al acostarme es recordar lo que dijo Nate esta tarde en la ducha, y en lo que respondí yo. Lo deseo, me he dado cuenta de que llevo deseándolo todo este tiempo. Y claro que lo he deseado. Al principio me resultaba gratificante al cien por ciento lo que me hace. Pero ahora me doy cuenta de que necesito más, más de él y más de lo que me da.

Y no sé cómo decírselo. Bueno, en cierto modo ya se lo he dicho.

Sonrío al recordar lo de anoche. Me encanta. Me encanta como me toca, como me hace sentir. Jamás en mi vida hubiera pensado que iba a pasarme algo así. Conocer a alguien que me volvió loca desde el primer momento y reencontrarlo seis años después para que era locura sea más intensa. Y qué intensidad...

Quiero que te vengas en mi boca, como la chica buena que eres...

No lo soporto. Me quito las bragas y abro mis piernas mientras que mi mente trae a Nate aquí, e imagino que me observa mientras conduzco mis dedos hacia mi clítoris para jugar con él.

Gimo a boca cerrada cuando mis dedos hacen aquel maravilloso contacto. Los muevo en círculos deliciosamente lentos y mi respiración comienza a tornarse anormal y la taquicardia afecta mi corazón. Mis dedos se burlan de mi clítoris y arqueo la espalda cuando meto mi dedo majadero dentro de mí.

—Dios... –jadeo.

Eres jodidamente preciosa...

Comienzo a meter y sacar mi dedo y a darme placer con él. Esto me gusta, pero no hay nada como Nate. Es imposible comparar. Cierro mis ojos e imagino que es él quien me toca, imagino su boca sobre mis pechos y luego lamiendo y jugando con mi clítoris.

Gimo al recordar eso, su lengua sintiéndose tan bien mientras traza círculos sublimes sobre mi clítoris. Lo necesito ahora.

—Nate...

Mi vientre comienza a tensarse y se que es el momento. Mis dedos devuelven la atención a mi clítoris y los masajes que esta vez le hago son rápidos. Mi otra mano se aferra a la almohada mientras gimo y jadeo lo más bajo que puedo.

Vente por mí, Rue...

Echo mi cabeza hacia atrás mientras siento como me corro. Mi respiración agitada resuena en toda mi habitación y mis ojos se cierran para que flashes blancos los inunden en la oscuridad.

Los efectos de mi orgasmo se difuminan de inmediato en cuanto oigo mi celular vibrando. Lo tomo de la mesita de noche y sonrío al ver el nombre de mi chico en la pantalla.

—Hola. –susurro cuando respondo la llamada.

—¿Todo en orden? –pregunta su bellísima voz.

—Si, ¿por qué lo preguntas?

—Te oyes extraña. ¿Estuviste corriendo? –pregunta.

Si, estuve corriéndome, amor.

Sonrió. Oh, por Dios. No voy a decirle a Nate que tuve un orgasmo pensando en lo que me hizo anoche. Al menos, no por ahora.

—Subí las escaleras. –contesto y me muerdo el labio. —Se para que me llamas.

¿Otro orgasmo? ¿Puedo soportarlo sabiendo que será más intenso que el que acabo de darme?

Oigo la dulce risa de Nate y contesto afirmativamente mi pregunta anterior.

—Por mucho que me encantaría oírte gemir mi nombre, no tengo energías para algo como eso. –responde y la desilusión se instala en mí. —Recién he vuelto de correr. Estoy agotado. Así que voy a darme una ducha y me iré a dormir.

The First Where stories live. Discover now