Capítulo 45

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Nate me saca de la ducha en cuanto terminamos de enjuagarnos y envuelve mí cuerpo en una toalla celeste. Me toma de la mano y nos saca del baño para después abrir la puerta de su habitación y cerrarla con el seguro una vez estamos dentro. Sólo alcanzo a girarme hacia él cuando sus labios aterrizan sobre los míos en un beso dominante. Su lengua busca la mía con desesperación y gimo cuando baja sus manos hasta mi trasero para apretarlo.

Mis huecos poplíteos tocan el borde de la cama cuando Nate nos empuja unos pasos hacia atrás mientras aún toma posesión de mi boca. Se separa de mí y sus manos pasan a mis caderas para tomar la toalla y tirar de ella hacia abajo. El nudo que está en mi pecho comienza a zafarse y luego se abre de manera violenta, para terminar cayendo al suelo. Respiro con dificultad y trago con fuerza antes de que Nate haga que me siente en su cama. Llevo mis brazos hacia atrás y me sostengo en ellos.

Él se inclina un poco cerca de mí y siento su respiración agitada, al igual que la mía.

—Recuéstate. –susurra y su voz vuelve a ser aquella tan estimulante.

Hago lo que me pide y él comienza a besar mi estómago y asciende dejando un sendero de besos por todo mi abdomen. Gimo cuando sus labios comienzan a besar la suave y blanca carne de mis tetas. Siento mis pezones endurecerse aún más tras un escalofrío que sube por mi espina dorsal. Arqueo abruptamente mi espalda cuando sus labios se cierran sobre uno de mis sensibles pezones.

—Nate... –gimo y luego me cubro la boca con una mano, mientras que con la otra, acaricio el cabello de Nate mientras le brinda una excelente atención a mi pecho.

Con su mano, masajea placenteramente mi otro seno. Me descubro la boca y la aferro con fuerza a las sabanas. Su boca pasa a succionar mi otro pezón y su mano a masajear el pecho que hasta hace unos segundos tenía en su boca. Gimo y noto mi vientre tensarse. Nate parece darse cuenta ya que se detiene de manera abrupta y me mira negando con la cabeza.

—No vas a correrte, no de esa forma. –asegura, para después besarme.

Esta vez desciende dejando el mismo sendero de besos en mi cuerpo y se arrodilla entre mis piernas. Lo miro confundida y el calor comienza a expandirse por toda mi cara.

—Quiero oírte gemir mi nombre, pero con algo nuevo. –susurra y arqueo mi espalda violentamente cuando su lengua hace contacto con la piel caliente de mi entrepierna.

Gimo y me aferro nuevamente a las sabanas ante la nueva sensación de inundación que comienza entre mis piernas y se irradia por todo mi cuerpo. Jamás había imaginado que algo así podría causar tanto placer y gustarme así. Pero se debe a él, él logra sensaciones únicas en mí. Besa, chupa, lame sin piedad. Mi pecho sube y baja al no poder recibir suficiente aire entre respiraciones.

—Oh, Dios. –lloriqueo.

Entierro mi boca en el hueco de mi antebrazo para apaciguar el grito de placer que suelto cuando entierra su lengua profundamente adentro y luego comienza a empujarla hacia afuera y hacia adentro repetidas veces, como si me estuviera follando con ella.

—No... –jadea Nate. —Quiero oírte, déjame oírte. –me pide y yo gimo.

Aspiro bocanadas de aire mientras él vuelve a brindarme placer con su húmeda lengua. Estiro mi mano y comienzo a acariciar su húmedo cabello.

—Oh, Nate... –gimo, incapaz de pronunciar alguna otra palabra.

—¿Te gusta? –pregunta entre jadeos y lametones.
Asiento aunque él no pueda verme.

—Oh, si... me encanta. –logro responder.

Sus manos se deslizan hacia arriba para agarrar mi trasero, me sujeta contra su boca mientras siento su lengua curvarse sobre mi clítoris.

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