Capítulo 27

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Mentiría si dijera que esta última semana no se me ha pasado volando. Los días en el trabajo son de lo más tranquilos pero aún así cargados, y más ahora que todos se encuentran muy acelerados ya que falta alrededor de un mes y medio para la fiesta de los veinte años de "Sprinter's Power's", he oído por los pasillos de la recepción que será la mejor fiesta de celebración que han dado.

Por otro lado, Nate y yo hemos estado más cerca que de costumbre, todas las mañanas me recoge en la entrada de mi casa para venir juntos al trabajo y por las tardes me lleva de regreso. Hay veces en las que me quedo como una boba admirando sus sonrisas que cada vez son más constantes. No somos nada en concreto, ni siquiera me lo he preguntado en esta semana ya que no quisiera arruinar lo que sea que haya entre nuestras manos.

—El liquido para limpiar esta mesada está en la cocina. –dice Samuel mientras refriega el piso con todo el equipo de limpieza.

—Ya lo traigo. –digo dando el paso para cruzar la puerta que separa la barra de comida de la cocina.

Ya he terminado mi trabajo con los niños, así que he decidido darle una mano a Samuel con la limpieza de su amada cocina, los viernes son su peor día ya que los niños no traen su almuerzo casero y él debe estar haciendo miles de maniobras para preparar el almuerzo y a la misma vez mantener un orden intacto con respecto a la limpieza, cosa que al final del día no resulta del todo intacto.

Encuentro la pequeña botella de fórmula anti grasa y tomo un paño húmedo para volver a la barra. Hecho un poco de fórmula en el paño y comienzo a fregarlo por toda la mesada de metal.

—¿Quieres que siga yo? –pregunta Samuel cuando termina de una vez por todas de limpiar el piso.

—Yo puedo, gracias.

Al escucharme, Samuel suelta un respiro agotado y se apoya sobre el borde de la mesada que ya he limpiado.

—El próximo martes habrá un entrenamiento especial, ¿irás? –pregunta quitándose los guantes de limpieza.

Lo miro confundida.

—¿Cuál entrenamiento? –vuelo a fregar.

—¿No lo sabías? Por primera vez, Luke nos dejará ver el entrenamiento del equipo de baloncesto, será una excepción ya que nunca entrenan los martes. –camina hasta un pequeño fregadero y abre el grifo.

—¿Martes? –pregunto y él asiente. —No tenía idea. ¿A qué hora será? –mi vista se centra en una pequeña mancha la cual se ha adherido al metal.

—A las ocho en punto. ¿Quieres subir conmigo? Tu sexy chico estará allí.

Sonrío como una idiota.

—Por supuesto que quiero.

—Y hablando de tu sexy chico..., ¿cómo van las cosas en el paraíso?

—Samu, me he enamorado de Nate, completamente. –dejo de tallar la mancha y me doy la vuelta para obsérvalo.

Recibo una expresión de gracia por su parte.

—Eso ya lo sé, Rue. –niega con la cabeza dos veces.

Suspiro.

—¿Qué pasa? –pregunta al ver mi expresión de tristeza.

—No sé qué somos. Y tampoco quiero preguntárselo ya que quizá sólo sea cosa de un rato para él. –paso mis dedos por la húmeda y fría capa de metal.

—Mira, yo los he visto. Y a él se lo nota como si estuviera en una maldita nube rosada. –sonrío. —Ese chico está enamorado de ti, Rue.

—Es raro decirlo. –cruzo mis brazos.

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