Capítulo 47

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Tres días. Tres largos y horribles días en los que no hay noticias de Nate. Es como si se lo hubiera tragado la tierra. No responde llamadas ni contesta los mensajes que el grupo le envía. Hice el intento de llamarlo ayer por la noche cuando nuevamente no podía dormir, pero fue completamente en vano ya que su celular se manifiesta como apagado. La angustia y el nerviosismo está pegado a mi cuerpo desde el viernes por la noche. No recuerdo mucho de eso, sólo que todo se puso en negro para mí cuando Sam me dijo que Nate había desaparecido.
Sam estuvo yendo estos días al departamento de Nate para comprobar si él ha regresado, pero todos nos llevamos una desilusión enorme cuando Sam nos confirma que no hay nada allí.
¿Dónde está? ¿Por qué se largó?

En cuanto al problema que tuvimos..., he procesado bien todo lo que ocurrió y llegué a la conclusión de que Santiago inventó las cosas... no todo; sólo el hecho de haber oído que Nate y yo nos acostamos cuando eso no fue así. Elliot habló conmigo y confirmó la versión que Nate me dijo; él habló con Elliot de como se sentía con respecto a mí y que estuvimos dos noches juntos, pero no dio detalles.

Sé que es terriblemente tarde y que las cosas ya no pueden volver a ser como eran. Sólo me gustaría que Nate aparezca y poder pedirle disculpas. Si me detengo a pensar y atar cabos, Nate se fue por mi culpa, y eso me hace sentir como una idiota. Si tan sólo lo hubiera escuchado desde el principio... seguramente las cosas seguirían bien.

La culpa me carcome. No puedo dormir por las noches y ni siquiera puedo ingerir bocado, no puedo dejar de pensar en la expresión de Nate cuando lo dejé de nuevo. Tampoco puedo parar de imaginar a Nate perdido en sí mismo. ¿Estará bien? Me gustaría saberlo.

Me encuentro sentada en el borde de la piscina mientras que mis pies se mojan con el agua. Me encantaría poder tirarme y nadar entre toda esa profundidad, pero no es lo mismo sin Nate. Nada es lo mismo sin Nate.

El día ha sido de lo más gris posible. He sido una sombra a la deriva durante toda la jornada y varias veces los demás tuvieron que corregirme en mi trabajo. Y no los culpo, estoy en un modo inservible. Recién ahora pude sentarme por primera vez en el día y pensar en todo lo que ocurrió en estos días.

Suspiro y un viento suave sopla haciendo que el agua de la piscina se mueva. Cierro los ojos y luego siento el escozor en ellos, los abro y la inundación que se acumuló en menos de un segundo sale de ellos y baja por mi rostro. Me encantaría poder desaparecer yo también y dejar de sentirme de esta manera.

Estoy completamente rota. No sólo por la horrible situación, sino por la falta personal que me hace Nate, él era el color de mis días. Aunque no nos hubiéramos hablado, su presencia significaba mi estabilidad de igual manera, y más aún cuando nos propusimos intentarlo. Ahora él se ha ido y he quedado sumergida en una depresión que parece no tener fin.

Escucho a alguien suspirar detrás de mí y me giro para ver de quien se trata. Es Stella. Me seco las lágrimas rápidamente y le ofrezco mi mejor intento de una sonrisa, aunque sólo termina siendo una mueca. Ella se acerca y se sienta a mi lado, pero sin meter sus pies en el agua.

—¿Cómo estás? –pregunta con tranquilidad.

Todos han estado enfocados en mí durante el día. Seguramente piensan que soy la más afectada con la desaparición de Nate, y probablemente es verdad.

Niego con la cabeza y hago un mohín. ¿Cómo estoy? No estoy, esa es la respuesta.

—No lo sé. –respondo.

Además de sentirme como la peor mierda del mundo, no sé que más sentir.

Ella suspira.

—Escúchame, tú no tienes la culpa. Él decidió marcharse por su propia cuenta. –trata de liberarme de la culpa.

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