Capítulo 3

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Una especie de adonis camina a paso relajado hacia nosotros. Debe tener un metro noventa de altura, tiene cabello castaño oscuro y corto, pero lo lleva a un estilo mohicano moderno pero sin rapar a los costados. Tiene puestos unos shorts negros con la misma camiseta que lleva Lucia pero en color negra. Llega hasta donde estamos todos de pie y saluda con una sonrisa a todos, teniéndolo cerca ahora lo observo mejor y me doy cuenta de que tiene en ambos brazos tatuajes en tonos negros. Madre mía, debo estar mirándolo como si fuera una obra de arte, -es casi lo que es-, y en ese momento me doy cuenta de que lo conozco.

Nate..., pero claro. Nate Griffin, el chico favorito de mi padrino después de su propio hijo. Nos conocimos cuando yo tenía 12 y el 14. En ese momento ya era un chico bonito, y después de ese verano nunca volví a verlo hasta ahora y, joder, qué bueno que se ha puesto.

Lucia carraspea y me saca de mis pensamientos haciendo que recupere la compostura.

—Nate, ella es Rue.

Nate posa su mirada en mí y automáticamente esa sonrisa que le había dedicado a todos ha desaparecido. No sabría decirlo con exactitud pero por sus ojos color avellana cruza un destello de furia y frialdad.

—Oh, claro que si. –dice con sarcasmo y me tiende su mano. Con una sonrisa tiendo la mía saludándolo.

En el momento en que nuestras manos se unen, una especie de electricidad se apodera de todo mi cuerpo. Sé por la expresión de confusión que adopta su rostro que él también ha sentido lo mismo.

Pero de golpe suelta el comentario que llevaba esperando que alguien suelte.

—La enchufada.

Me tenso. Enchufada..., enchufada..., enchufada.

Mi sonrisa se desvanece y suelto su mano de golpe. Esperaba que alguien me lo dijera pero de igual manera me toma de sorpresa haciendo que me duela el pecho.

Una de las chicas paradas junto a Lucia sofoca un grito.

—¡Capitán!

¿Capitán? ¿Por qué lo llama así?

Nunca sentí tanta tensión en mi vida. Me siento humillada. Y Nate se da cuenta de eso porque esboza una sonrisa maliciosa.

No..., que ni piense que va a salirse son la suya. Maldito idiota.

—Ha pasado mucho tiempo, Nate. ¿Cómo has estado? –digo con una sonrisa maliciosa también.

Nuevamente la sonrisa de Nate desaparece de su rostro.

Lucía interviene antes de que Nate abra la boca para contestar.

—Nate, ya hablamos de esto. Por favor se educado.

La mirada de Nate abandona mi rostro y se posa sobre ella.

—Ya sabes lo que pienso de todo esto, Lucía. No tienes derecho de decirme nada.

Pero ¿qué mierda le pasa a este chico? Si mal no recuerdo, la última vez que lo vi era adorable. ¿Tanto ha cambiado? Y ¿por qué me odia tanto? Estoy aquí hace menos de una hora, no tengo recuerdos de habérmelo cruzado y menos de haberle hecho algo.

Nate abandona el grupo y se dirige hacia donde se que se sitúa la oficina de mis padrinos. Y todos los demás nos quedamos viendo como se larga.

Una de las chicas que mira con atención todo lo que está pasando decide cortar la tensión acercándose a mi y me saluda.

—Hola, Rue. Soy Samantha, pero llámame Sam. –dice con una sonrisa. Y al instante me cae bien. —Ven conmigo y con Stella y te hablaremos más de como es el lugar. –agrega, tomándome del brazo y mirando a Stella con ojos suplicantes para que la situación se calme.

La chica llamada Stella se acerca a nosotras y accede a la mirada que le ha dado Sam.

—Claro. –dice con una voz nerviosa. —Hola Rue, soy Stella.

Los demás vuelven a sus tareas y Lucia acepta la proposición de Sam y Stella y se va una piscina para niños de tres a cinco años.

Quiero no sonar como una perra pero necesito alcanzar a Nate y pedirle una explicación.

—Si, claro, ¿puede ser después? Tengo que hablar de ciertas cosas con Luke antes de comenzar.

Sam no duda en contestar.

—Claro, tú ve tranquila. Te estaremos esperando aquí para enseñarte todo el lugar.

—Gracias, y perdón. –digo apenada dándome la vuelta para seguir a Nate.

Cruzo alrededor de la piscina y me dirijo hacia la puerta corrediza que lleva hacia la oficina de Luke.

Cuando entro me dirijo por un pasillo ancho hasta llegar a una especie de salón de descanso. Al parecer se han ampliado y han colocado más oficinas. Del otro lado del salón hay una escalera de metal que lleva hacia la oficina de Luke. Cruzo el salón y subo por las escaleras, doblo hacia la derecha y otro pasillo ancho deja a la vista puertas de madera, camino lentamente por el pasillo hasta llegar a una especie de secretaría.
Hay un chico de unos veinticinco años escribiendo en una computadora.

—Hola. –lo saludo tímidamente. —Estaba buscando a Luke, soy Rue, y hoy comienzo a trabajar en el área de piscina.

—Ah hola Rue, Nate recién ha entrado a hablar con él. Puedes esperar o volver en otro momento. –dice amablemente y señalando la puerta de la oficina de Luke.

—No te preocupes, también tengo una charla pendiente con él. –digo y sin esperar que me de permiso me dirijo hacia la puerta. Toco dos veces y entro.

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