Capítulo 14

12.7K 983 204
                                    

Sólo pasan cinco minutos cuando me distraigo y empiezo a observar como Nate mira concentrado la película. Mi ojos recorren su rostro perfecto y comienzan a bajar hacia sus brazos. Ahora puedo ver mejor los tatuajes que tiene en sus brazos ya que aquél día en el vestuario no los veía nítidos. En su muñeca tiene una cadena de al menos dos centímetros de ancho tatuada alrededor de toda ésta. Unos centímetros más arriba tiene sólo la cabeza de un extraterrestre, en su antebrazo derecho diviso la silueta del perfil de una mujer lamiendo una rosa mientras sujeta ésta con su mano. Paso nuevamente mi vista hacia el brazo izquierdo y veo que en su muñeca tiene un pequeño copo de nieve, unos cuatro sentimientos arriba tiene una figura de un jugador de baloncesto lanzando del balón. Cool. Hay una frase en inglés, la cual no puedo entender qué significa, pero que dice "Nothing makes me forget her"

Estoy embobada mirando todos sus tatuajes cuando de la nada Nate habla y me saca de mi transe.

—Mis tatuajes fueron más planeados que tú, Rue. Deja de mirarme así. –sonríe y sus hoyuelos se marcan con intensidad.

—No te miro de ninguna forma mala, me gustan. Pero no entiendo qué dice ése de ahí. –digo señalando la frase.

Nate baja la vista hacia su brazo y se tensa.

—Significa que nada puede herirme. –dice nervioso. Siento que me está mintiendo pero no se lo hago saber. —Este de aquí... –dice y se levanta un poco la manga de la camiseta para mostrar otra frase en su bíceps derecho. —Este de aquí significa "Bajas expectativas, grandes esperanzas".

—Filosófico. –digo con una sonrisa.

Nate se ríe.

Sam nos saca de nuestras sonrisas cuando llama a Nate desde la cocina.

—¡Nate! ¿Puedes venir a ayudarme con esto?

Nate me mira y se muerde el labio -carajo- y se levanta para ir a la cocina.

En menos de quince segundos vuelve con una bandeja con dos tazas de café humeante en las manos y se dirige hacia donde estoy sentada, deposita con cuidado la bandeja en la mesita de café y se vuelve a sentar a mi lado. Sam entra con otra taza en la mano y se sienta al lado de Nate. Sopla la taza y bebe.

—Mmm, delicioso. Oh, tienen que ponerle azúcar al café de ustedes, no sabía como lo beben. –dice y vuelve a beber, —Oh, Harry Potter. –comenta sin ánimo.

—¡¿No te gusta?! –preguntamos Nate y yo al unísono.

Nate se gira hacia mi y ambos nos sonreímos.

Sam habla y nosotros nos fijamos en ella nuevamente.

—Bueno si, pero no es que las ame y esté loca por ellas.

Me río.

—No tienes cultura. –dice Nate en tono burlón mientras le agrega una cucharadita de azúcar a su café.

—Concuerdo. –digo en el mismo tono que Nate.

Nate me sonríe y me pasa el tarrito de azúcar para que pueda agregarle a mi café.

—Gracias. –le digo y le pongo dos cucharaditas al mío.

••••

Media hora después ya hemos terminado nuestros cafés pero Nate sigue comiendo galletas. Se da cuenta de que lo estoy mirando porque se gira hacia mi y teniéndome el paquete de galletas me pregunta:

—¿Quieres?

Tomo una.

—Gracias, creí que jamás preguntarías. –me burlo.

—No iba a hacerlo, pero sé que también son tus favoritas y no habría quedado bien no convidarte. –sonríe.

Dejo de ver a Nate y me doy cuenta de que Sam nos está mirando raro. En ese momento un celular encima de la mesa comienza a vibrar.

Nate se levanta y agarra el celular, presiona un botón y sale a la sala principal para hablar.

—¿Qué fue eso? –interroga Sam ahora con una sonrisa.

—¿Qué cosa? –pregunto desentendida.

—Nate y tú. ¿Hasta hace tres días se odiaban y ahora te ofrece de sus galletas? Él no le ofrece galletas a nadie. –dice y sigue sonriendo.

—Oh, de pequeños amábamos las galletas, las comíamos todos los días en la merienda. Y veo que hasta ahora las seguimos amando. Es todo.

—Si... seguro. –dice levantándose para agarrar la bandeja y dirigirse hacia la puerta para llevarla a la cocina.

—Te ayudo. –digo y me levanto para abrirle la puerta.

En ese momento entra Nate y Sam y yo nos quedamos paradas viendo como toma sus llaves y se las mete en el bolsillo de sus jeans.

—Tengo que irme. Ethan quiere que le envíe algunas cosas por fax y hablar conmigo por skype.

¿Qué carajos?

—¡¿Ethan?! –Pregunto sorprendida y sonrío abiertamente.

Nate me mira y sonríe.

—El mismo. –responde. —oye, ¿quieres venir conmigo? Estoy seguro de que le alegrará verte.

Me quedo parada sin saber qué contestar. Papá me dijo que después vendría a buscarme aquí.

—No lo sé, mi padre dijo que vendría a buscarme más tarde. –murmuro.

—Te llevo yo cuando terminemos. Ven, quiero ver la cara del tonto cuando te vea.

Miro a Sam. Tiene la misma expresión que yo hace unos instantes.

—Sam, ¿no te molesta?

Sam mira a Nate menos de un segundo y vuelve a mirarme a mi.

—Claro que no, ve, parece que hace tiempo no ves a Ethan, tienes que ir.

Me giro hacia Nate y acepto.

*De acuerdo, déjame buscar mi chaqueta. –Voy hasta el sillón y tomo mi abrigo que había dejado sobre el respaldo.

Nos despedimos de Sam y bajamos la escalera, Nate abre la puerta y me indica que salga yo primero. -El Caballero- Cuando sale, saca las unas llaves y presiona un botón haciendo que en la calle de enfrente suene la alarma de un auto.

Wuau. Una camioneta Toyota Hilux blanca perla aparece en mi campo de visión. Pero por supuesto que Nate tendría que tener una camioneta así.

Cruzamos la calle acercándonos.

Silvo.

—Bonito método de transporte. –digo de manera inteligente.

—Me la compré cuando cumplí diecinueve años. Es mi joyita. –dice guiñando un ojo. Me abre la puerta para que pueda subir. —Ten cuidado. –dice cuando va a cerrar nuevamente la puerta.

Por dentro la camioneta es más increíble de lo que es por fuera, y por fuera ya es demasiado increíble. En el tablero tiene una pantalla que se enciende cuando Nate está pasando por delante de la camioneta y cuando termina de hacerlo se activa un mapa y dónde se encuentra detenida justo ahora. Nate se sube, se pone el cinturón y arranca el motor, nos quedamos sin hablar por dos minutos mientras esperamos que el motor se caliente. Entonces arranca. Es como volar en avión, okay nunca lo he hecho pero así se debe de sentir.

Nate presiona un botón en el volante, el estéreo se enciende y una canción empieza sonar en los parlantes traseros. Sonrío al escuchar qué canción es. One for the Road de Arctic Monkeys.

—¿Te gusta Arctic Monkeys? –pregunto fascinada.

Nate me mira sorprendido.

—¿Los conoces? –pregunta de la misma manera en la que luce su rostro. —Me gustan mucho sus canciones, no tengo banda favorita pero si la tuviera ellos la serían.

—Obvio que los conozco, escuché algunas de sus canciones.

Nate me sonríe y después se enfoca en el camino.

The First Donde viven las historias. Descúbrelo ahora