Capítulo 17

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Cuando entro nuevamente a la habitación de Nate, esta sentado en el primer escalón en el centro del cuatro pasándose una mano por la cabeza.

—Listo para llevarme a mi casa? –pregunto como si nada hubiera pasado. Necesito salir de aquí.

Nate levanta la vista y asiente con la cabeza reiteradas veces. Se levanta y toma las llaves que ha dejado en un mueble.

¿Qué? ¿Cómo no lo había visto?

—¿Lees? –pregunto observando el pequeño mueble lleno de libros.

—Sí, algo.

—¿Cuales son tus títulos favoritos?

—Harry Potter. –dice y sonríe. —Tengo la colección completa.

—Pero claro que si. –río.

—¿Vamos? –pregunta y yo asiento.

Bajamos a la sala de estar y cruzamos ésta para ir a la cocina así me despido de Darcy. No me había fijado en la hermosa decoración que tiene, hay una pared de cristal que da salida al patio, en frente de esta hay tres sillones de cuero negro, dos mirándose de frente separados por una mesita de café y uno en sus laterales derechos mirando hacia una pared donde una pantalla plana de al menos ochenta pulgadas está colgada, debajo de éste hay una fila de plantas. Un metro más a la izquierda hay una chimenea moderna con una ventana de cristal impenetrable.

—Mamá, llevaré a Rue a su casa. ¿Quieres que te traiga algo? –avisa y pregunta Nate a su madre cuando ingresamos en la cocina.

—No hijo, gracias. –dice Darcy con una dulce sonrisa.

Me acerco a ella y la abrazo.

—Fue muy bueno verla, Darcy. –digo sinceramente.

—Mi pequeña Rue, espero que vengas a visitarme pronto, tenemos mucho de qué hablar. –dice y sé que no ha sido una sugerencia ni menos una pregunta.

—Lo haré. –digo y luego Nate me guía hacia afuera.

—Fue bueno ver a tu madre. –digo con una sonrisa. —No sabía que estaba saliendo con otro hombre.

Nate se tensa.

—S-si, está con Colton hace unos cuatro años. –dice y luego se recompone.

—¿Te agrada? –pregunto mientras Nate da reversa el auto y conduce despacio por el vecindario.

—La hace feliz, es lo que importa. –dice y un silencio cómodo nos invade el resto del trayecto.

••••

—Gracias por traerme, y por lo casual del día. –digo desabrochado el cinturón de seguridad.

—¿Lo casual es lo tuyo?

—Cuando se trata de planes, sí. –digo y nos observamos.

Niega con la cabeza y sonríe.

—Te veo el lunes, enchufada.

Pongo los ojos en blanco y sonrío.

—Adiós. –me despido y bajo de la camioneta.

Cuando he entrado y cerrado la puerta se escucha como Nate arranca y se marcha. Me quedo apoyada en la puerta con la mente en blanco.

—¿Qué haces? –pregunta mi madre haciendo que me sobresalte.

—Nada. Hola. –digo y la saludo.

—¿Dónde habías estado?

—En casa de Sam, y después en casa de Nate.

Mi madre al escuchar ese nombre sonríe genuinamente.

—¿Nate? –pregunta anonadada.

—Si mamá, Nate. –la observo como si estuviera loca.

—De acuerdo... bien, ven es hora de cenar.

Entramos a la cocina y mi padre y Chloe se encuentran poniendo la mesa.

—Hola. –saludo a ambos.

—Hasta que apareciste. –dice mi padre. —Creí que me llamarías para que te recogiera en casa de tu amiga.

—Lo sé pero Nate me llevo a su casa una hora después.

Mi padre me mira fijamente y después sonríe burlonamente. Ay no...

—Nate..., hasta que ese chico que ha dado cuenta de que eres el amor de su vida, ¿heh?

—Sí, se dió cuenta papá. –digo con sarcasmo mientras me siento en la silla que me corresponde.

—¿Se han besado? –pregunta.

El recuerdo de Nate apunto de besarme en su habitación hace una hora viene a mi mente. Me tenso.

—¿Podemos tener una cena normal? Gracias. –digo tratando hacer que se calle.

—Si, se han besado.

Lo miro incrédula.

—Mejor cierra la boca. –digo y sonrío.

••••

Me encuentro en la habitación de mis padres mirando una película con mi madre. Suspiro. Desde que he llegado a casa no he dejado de pensar en ese casi-beso con Nate, quería que me besara. Por qué no lo hizo? Acaso se dió cuenta de que yo no soy suficiente para él? La sola idea de que esa sea la razón por la cuál no lo hizo me deprime.

Suspiro nuevamente.

—¿Qué pasa? –pregunta mi madre dejando de ver la película para verme a mí.

—Nada. –digo y le doy una sonrisa tranquilizadora.

—¿Cómo que nada? Has estado suspirando desde la cena. Te conozco, Rue, dime que te pasa.

—Mamá... no sé cómo...

—Respira, como te lo ha enseñado el psicólogo.

Doy tres respiraciones profundas seguidas de exhalaciones.

—Hoy en casa de Nate, me tropecé y no sé cómo pero casi nos hemos besado.

Mamá sofoca un grito.

—¿Qué? ¿Cómo?

—Te he dicho que no lo sé, pero justo Darcy llamó a la puerta y nos recompusimos.

—Esa Darcy. –dice en broma y ambas reímos. —¿Tú querías que lo haga?

—No lo sé. –respondo. —Mamá, Nate me ha tratado fatal toda la semana y yo todavía no sé el porqué. El viernes después de una discusión me pidió disculpas y que tratáramos de ser amigos, pero hace unas horas hemos estado cerca de besarnos. Me confunde todo esto.

—Sé cómo te ha tratado. –la miro confundida, —bueno..., Nate va todos los sábados por la mañana al gimnasio a entrenar. Me ha contado lo que pasó entre ustedes y cómo se comportó contigo durante toda la semana, y que estaba arrepentido. Y si tienes que golpearlo, hazlo.

Me río y la abrazo por la cintura.

—Tengo miedo, mamá. Sabes que me aterra intentar cosas nuevas.

—Lo sé, pero es lo mejor para ti.

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