Capítulo 13

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Por fin ya he terminado de limpiar, sólo puedo decir que perdí la cuenta de cuantas bolsas de basura saqué hacia el basurero que se encuentra en la esquina de casa.

Ya son las cinco de la tarde y me encuentro acostada en mi cama aún escuchando música. Empiezo a aplaudir cuando en la lista se reproduce una de mis canciones favoritas.

Don't go breaking my heart de Elton John. ¿Qué puedo decir? Amo la música vieja. Una tos hace que me asuste, miro hacia la puerta y me encuentro a mi papá observándome con gracia.

Al parecer todavía no puede creer que me gusta la música de su época. Lo saludo.

—Hola, ¿qué tal todo?

—Todo tranquilo. Te ves entretenida. –dice con la misma expresión.

—Lo estoy. –digo relajada. —¿qué pasa?

Niega con la cabeza.

—Oh nada, iré a buscar a tu madre y a tu hermana, ¿quieres venir conmigo? –pregunta haciendo que las llaves de su auto giren en su dedo indice.

Siempre trata de sacarme de la casa en cada oportunidad que tiene. Supongo que se debe a que no quiere que me quede sola con mis pensamientos demasiado tiempo. Lo entiendo, yo haría lo mismo que él, pero hace tiempo que he dejado los pensamientos malos atrás.

Estoy a punto de responder cuando mi celular vibra.

—Un momento. –le digo a papá.

Es un mensaje de Sam.

Termino de leer el mensaje de Sam y miro a papá.

—Lo siento. –digo haciendo una mueca. —Tengo planes, iré a lo de mi compañera de trabajo, me ha enviado un mensaje.

Papá asiente y pregunta:

—¿Sabes dónde vive?

Oh... me había olvidado de eso.

—Emm... no, pero le pediré la dirección. ¿Cualquier cosa si se hace tarde podrías ir a buscarme después?

Odio que tenga que hacerme de chofer, pero sé que eso lo dejará tranquilo de alguna forma.

—Bien, mejor pregúntale ahora a tu compañera, yo te llevo así después conozco el camino.

—Dame cinco minutos.

Papá asiente y se va para dejar que me prepare. Agarro mi celular y tecleo mi respuesta a Sam.

Sam responde al cabo de un minuto y medio.

Pasan cinco minutos y me salta una notificación informando que una dirección llegó a mi mapa.

Inmediatamente busco y saco del placar recientemente ordenado mis jeans negros favoritos, una camiseta verde oliva y descuelgo de una percha mi chaqueta de jeans azul. Termino de vestirme y busco mis converse negras y me las pongo. Corro al baño y trato de arreglar el desastre que es mi cabello, de paso lavo mi cara, la seco y con el delineador hago una fina línea sobre mis ojos, me pongo un poco de rímel en las pestañas y gloss transparente en mis labios.

—¡Papááá! –grito desde mi habitación. —¡estoy lista!

—Perfecto. –se escucha desde la cocina. —Vamos.

●●●●

Quince minutos después papá se estaciona en la entrada de la casa de Sam.

—Bueno, cualquier cosa llamas.

—De acuerdo, adiós. –me despido y abro la puerta del auto para salir. Bajo, cierro la puerta y me dirijo hacia la puerta de la casa. Papá arranca el auto y se marcha. Toco el timbre y al minuto Sam abre la puerta.

Luce hermosa con unos pantalones de hacer ejercicio, una camiseta blanca y tiene el pelo recogido en un moño y va descalza.

Nos saludamos con un beso en la mejilla y me invita a pasar. Ya enfrente a la puerta hay una escalera blanca invadida de puntitos negros.

—Ven, sube. Arriba está Nate, acaba de llegar también.

Mi corazón se acelera. ¿Nate? No tenía idea de que Nate iba a venir. Repaso mentalmente los mensajes que intercambiamos con Sam pero en ninguno de ellos aparece Nate.

—No sabía que Nate iba a venir. –digo en tono casual.

—Ni yo, créeme. –dice y se ríe.

Terminamos de subir las escaleras y nos adentramos en lo que es la casa de Sam. Wuau. A simple vista parece un espacio pequeño pero demasiado cómodo y bien decorado. Me encanta. Yo podría vivir en una casa así tranquilamente. El piso es de madera, como el piso de mi cocina pero con la diferencia de que este es un color caoba intenso. Paredes blancas con ondulaciones. Hay una mesa de cristal en el centro y enfrente una escalera que al parecer debe llevar a las habitaciones. Justo debajo de ésta se encuentra la cocina. No la he visto nunca así que no podría describirla. Y al lado de la puerta de ésta hay otra puerta, pero se encuentra cerrada.

—Ven. –dice Sam dirigiéndose justo hacia esa puerta. —Estamos aquí con Nate viendo tele.

Me acerco y Sam abre la puerta y me deja entrar primero. Veo a Nate sentado en lo que seria un sillón enorme en forma de C cuadrada y el corazón se me detiene cuando el posa su mirada en mí. Luce increíble como siempre con unos jeans ajustados color azul oscuro, una camiseta blanca mangas cortas y unas converse negras como las mías. La boca se me seca y tengo que tragar para recuperar humedad.

—Hola, Nate. –digo y sonrío.

—Hola. –dice tranquilamente.

Me quito la chaqueta porque aquí hace demasiado calor. Sólo me la he puesto porque estaba algo fresco por primera vez en todo este maldito verano.

Observo cada detalle de este living y me quedo fascinada. Hay un televisor de por lo menos setenta y dos pulgadas colgadas de la única pared blanca, el resto son de un color naranja rojizo y hay hermosos cuadros colgados de ésta. El piso es el mismo al igual que el de la sala principal. Hay una mesita de café en frente del sillón dónde Nate se encuentra sentado.

—Siéntate del lado izquierdo de Nate. Yo iré a preparar café.

Mientras doy la vuelta a la mesita para sentarme Nate mira a Sam y dice:

—Trae galletas con chips de chocolate, por favor.

Sam sonríe y se gira para ir a la cocina.

—Claro. –dice, y sale de la sala.

—No sabía que vendrías. –comento cuando Sam ya ha salido del living.

Él no me mira cuando contesta.

—Estaba aburrido en mi casa y pensé ¿por qué no visitar a mi mejor amiga? –dice en tono casual.

Asiento mientras sonrío tímidamente

Luego de un minuto, Nate me mira y carraspea.

—Así que... la caja de los recuerdos, ¿hah?

Sonrío abiertamente y Nate también lo hace.

—Sí. Como te había dicho, no sabía que vendrías, o sino la hubiera traído conmigo.

—No te hubiera dicho que la trajeras aquí de todas formas.

Lo miro confundida.

—Digo... tenemos que verla en tu casa o en la mía, solos. –aclara.

—Oh sí, entiendo.

Nate hace una mueca y posa su atención a la televisión y cambia el canal, no encuentra nada interesante al parecer porque comienza a hacer zapping con éste. Pasa a un canal dónde apenas está comenzando Harry Potter y el prisionero de Azkaban.

—Deja ahí. –digo inmediatamente.

—Por supuesto que voy a dejarla ahí. –dice con entusiasmo.

Nuestra película favorita desde niños...

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