Capítulo 48

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—No quiero sonar como una loca, pero estoy segura de que era él.

El sonido de la lata de coca cola cuando la abro, hace un eco en todo el comedor. Me llevo el envase a la boca y el sabor dulce abraza mi hígado.

—¿Estás segura de que no viste mal? Quizá debió ser otro auto del mismo color.

Samuel lleva una hora escuchando como me desahogo de los últimos días, trata de encontrar una explicación a lo que sucedió el lunes por la tarde cuando estaba en el balcón y todo luego se tornó muy confuso.

—Samuel, era él. Era su maldita toyota del maldito color blanco perla. Era él. Pero como ya te he dicho, desapareció antes de que yo pueda tocar la acera con mis pies.

—Oye Rue, si dices que es él, entonces te creo. Pero lo que no creo es que haya estado espiándote, ¿quién es? ¿Un hombre de negro?
–pregunta y yo suelto una risa apagada.

Me llevo las manos al rostro y lo froto con frustración. No he podido dejar de pensar en porqué Nate estaba en mi casa, o porqué huyó de esa manera. ¿Tendrá que ver con lo de la llamada?

—No sé qué sea, pero esto está quemando mi cerebro.

—Lo entiendo, son demasiadas cosas para ti. –dice. —Creo que deberías tomarte unos días.

Sus últimas palabras me hacen levantar la cabeza y mirarlo como si tuviera tres cabezas.

—Sabes que no puedo hacer eso. Venir aquí es lo único que evita que me vuelva completamente loca.

Bebo lo último que queda de mi bebida y me levanto. Dejo la conversación inconclusa y salgo del comedor para dirigirme a la piscina.

Jacob y Elliot se encuentran quitando las hojas del agua con una red, les sonrío y me siento en el borde de la piscina. Todavía no puedo irme aunque el club haya cerrado. Sam es ahora la encargada de llevarme a mi casa y hasta que ella no acabe de producirse entonces yo no puedo moverme de aquí.

—La loca de la ventana está aquí. –dice Jacob mirándome con gracia.

Pongo los ojos en blanco mientras sonrío y luego le enseño el dedo majadero.

—No debí contarles nada, ninguno de ustedes me cree.

—Claro que te creemos, sólo que suena demasiado gracioso el momento. –se explica Jacob.

Ahora con más proceso de lo que sucedió, yo también me lo encuentro gracioso.

—En su momento no lo fue, créeme. Era él. –sostengo mi palabra.

—Si dices que fue él... –habla Elliot. —¿crees que él ya esté de vuelta?

Abro los ojos con impresión cuando la pregunta de Elliot se procesa en mi cabeza. Él tiene razón. Si vi a Nate, probablemente quiere decir que él ya esté en su departamento.

Me levanto y dejo a los chicos solos para salir trotando hacia el pasillo que me lleva al vestuario. Sam está saliendo de las duchas envuelta en una toalla cuando entro y casi me voy de bruces al suelo. Me mira con preocupación y me moja los brazos cuando me toma con sus manos.

—¿Estás bien? –pregunta.

—Quiero ir contigo.

Mi respiración está totalmente descontrolada.

—¿Adónde? –vuelve a preguntar.

Me tomo unos segundos para poder respirar con normalidad.

—Al departamento de Nate. Creo que él pudo haber vuelto cuando estuvo en mi casa el lunes.

Ella niega con la cabeza.

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